Quien no padeció a Correa, que lo compre señor Arauz

Señor Arauz,

Usted es nuevo en este oficio. Tanto que aquellos que hacen noticias políticas, o las comentan, no lo conocían. Nuevo no significa impoluto. Hay firmas suyas en contratos no santos hechos por el correísmo durante 10 años que prueban que usted hizo méritos; algunos muy cuestionados como las actas del Comité de Deuda que publicó Fernando Villavicencio o el Festival de Loja que 4P reveló y  Juan Fernando Velasco recordó en el debate presidencial.

Usted es nuevo para las cámaras, pero ha sido servicial y funcional a la causa y a su líder. Usted no es, entonces, ajeno al balance del gobierno de Rafael Correa en el cual hubo sobreprecios y corrupción, autoritarismo, sobreendeudamiento, persecución a líderes sociales, políticos y periodistas. Usted de eso nada ha dicho. Por una razón obvia: no hace parte usted de una generación que se haya ganado a pulso ni la candidatura que ostenta ni el cargo que podría ocupar. Usted no es el representante de algún relevo interno en su movimiento: solo es el delfín puesto a dedo por el caudillo para lavarse la cara y disfrazar, tras sus 35 años, una década de oprobio y derroche.

Usted, igual que Correa, reconoce que hubo errores. Pero ni él ni usted han dicho cuáles, de qué tamaño, quiénes los cometieron. Es de temer que cuando dicen errores, están pensando en Lenín Moreno o en todos aquellos que colaboraron en su gobierno. Errores para ustedes es sinónimo de traidores.

Por fortuna Correa nunca ha ocultado (y usted tampoco) que él lo puso a usted donde está, que usted es su alfil, que su tarea es reponer el correato y participar en cuanto montaje se les ocurra para someter la Justicia y ponerla otra vez a su servicio. Ya reapareció el impresentable Gustavo Jalkh, pidiendo en forma absurda volver a la Judicatura. Y si no es él, porque una jueza se opuso a su osadía, alguien se encargará, en caso de que usted gane, de limpiar la hoja de vida de aquellos que cometieron peculados, secuestros y latrocinios; recibieron coimas o se enriquecieron en el gobierno de Alianza País. Alguien será el remiendavirgos de los miembros de una organización que la lujuria del poder volvió malas personas. Porque muchos de ellos, amigos o conocidos, no eran así.

Usted, si gana, será el síndico del correísmo. No solo eso: será el encargado de administrar la pérdida definitiva de la memoria que el país no acaba de articular sobre los diez años de correísmo. Se perderán expedientes, causas, investigaciones y procesos que cursan en la Fiscalía y en los juzgados. También en la Contraloría donde hay casos que lo conciernen a usted y que Pablo Celi no osó procesar. Extraño destino el suyo: se topa con la posibilidad de encumbrarse a la Presidencia de la República y, al mismo tiempo, si gana, tendrá que descender bajo, muy bajo, pues tendrá que usar el poder para encubrir delitos y desempolvar todos los mecanismos que convirtieron a Correa y a muchos de los suyos en lo que hoy son: fugitivos. O reos.

No hay cómo, señor Arauz, asumir cómo sinceros los esfuerzos que usted hace para aparentar ser otro. Su ADN es el correísmo. De ahí salió. A él se debe. De él depende. Se entiende que esta segunda vuelta usted la encare con makeover incluido. No habrá candidato más democrático, más abierto, más tolerante, más conciliador que usted. La táctica es vieja. Usted recogió el voto duro del correísmo en la primera vuelta, y lo potenció comprando un millón de votos a 1000 dólares por cada uno, con plata del erario. ¿Cómo hablar de ética con usted?

Ahora sale de cacería de votos dispuesto a decir cualquier cosa que suene a música celestial en los oídos de demócratas desprevenidos. Incluso de los indígenas a los cuales usted pide superar viejas rencillas. Así llama usted las humillaciones y la persecución que sufrieron durante el reinado de su jefe. Y, claro, tendrá usted una tarea ruda. Porque mientras usted traiciona sus escritos (sobre la dolarización por ejemplo), o sus declaraciones sobre el acuerdo con el FMI, Correa con atronador griterío recuerda, con sentencia de padrino siciliano, que Lenín Moreno no tendrá dónde esconderse. Amenaza a sus excolaboradores que están en el gobierno. O maltrata a  críticos. Lo está haciendo con la directora de El Telégrafo asumiendo, como siempre, que ese diario es suyo. Usted, a pesar de sus maneras contenidas y su falsa sonrisa, no podrá evitar la certeza que acompaña a ese 68% de electores que no votaron por usted en la primera vuelta: que usted es la vitrina fabricada de una organización que sueña con un poder eterno, que es opaca y cínica (delincuencial dijeron los jueces) y que no escatima esfuerzo para amedrentar, amenazar y perseguir.

Usted señor Arauz puede hacer la campaña de segunda vuelta disfrazado de arcángel: aquellos que no padecieron el correísmo, que lo compren.

Atentamente, JH

Foto: videoArauz.