Parecía telenovela mexicana, con intriga y sorpresa. O dibujo animado de Nickelodeon: Alianza País expulsó al presidente Lenín Moreno después de que él mismo escribió una carta para desafiliarse del partido. Tomaron la decisión el miércoles 3 de marzo: no aceptaron su desafiliación explicando que desde el 26 de febrero habían abierto un proceso para expulsarlo, como diciendo “al cabo que ni quería”. Una conveniente coincidencia: a pocos meses de la salida de Moreno del gobierno, Alianza País, un partido ahora casi extinto (Peña consiguió 1.54% de votos y AP quedó sin escaños en la Asamblea), hace maniobras para parecer relevante, dárselas de importante y hacerle ojitos a Andrés Arauz. Insignificantes pero alevosos: son Bob Esponja mostrando los colmillos.
El anuncio lo hizo Patricio Barriga, candidato a la vicepresidencia y vocero del movimiento. A tres meses de la salida del cargo de Moreno, la Comisión de Ética de la 35 alegaba que Moreno cometió infracciones “al dejar abandonada la conducción política del movimiento, al asistir a las sesiones formales apenas un par de veces en 4 años, al incumplir el plan de gobierno y distribuir ilegítimamente el poder a representantes de otros partidos políticos”. Con tanta justificación, les tomó demasiado tiempo tomar la decisión…en especial cuando el expulsado —el presidente de la República, quieran o no— llevaba años ignorándoles. Lento, muy lento, pero seguro dirán ellos. Barriga, por eso, consciente de que sería difícil o imposible creerles, escribió en Twitter: “¿Por qué no antes? Desterrar el clientelismo, mimetismo y arribismo no es tarea fácil, y aunque tarde, es una acción necesaria.” Tarde para Lenín pero temprano para el próximo presidente. Lenín no se quedó callado: “¿Cómo se expulsa a alguien que ya se ha ido? Me separé de Alianza PAIS. Los motivos están expuestos en esta carta”, escribió con una pregunta retórica que sonaba más a letra de Ricardo Arjona y adjuntando su carta dirigida a Gustavo Baroja, secretario ejecutivo de AP y que, al igual que Miguel Carvajal, ha permanecido en silencio en redes sociales desde hace dos años. Con tanto drama faltaban los violines de fondo.
La saga Moreno-AP empezó desde antes de la salida de Rafael Correa del país en 2017, mediante indirectas. En el discurso de despedida de Correa en junio de ese año, ya en el aeropuerto, el expresidente dijo que sería el primero en desafiliarse de Alianza País de llevarse a cabo supuestos pactos con el bucaramato y diálogos con sectores que no le agradaban. Lo hizo con Gabriela Rivadeneira y Jorge Glas a su lado. Dos meses después, a Glas le retiraron las funciones oficiales y en diciembre fue sentenciado a cárcel por el delito de asociación ilícita. Rivadeneira, quien era secretaria ejecutiva de AP, lideró entonces la oposición a Moreno dentro del partido: el 31 de octubre dirigió una sesión de la directiva nacional para destituirlo de la presidencia del movimiento. No le fue bien: en esos días AP mostraba su lealtad a quien cargaba la banda presidencial. Rivadeneira fue sancionada por el comité de ética del movimiento y le suspendieron por seis meses sus derechos como adherente. Con Correa afuera, el correísmo duro lucía contra las cuerdas.
La relación entre AP y Moreno ha coincidido casi por reloj con su tiempo en la presidencia, o con los números del presidente. Entonces, cuando sancionaron a Rivadeneira, los vientos favorecían a Moreno, quien contaba con el 70% de aprobación. Así se desdoblaba por un lado, promoviendo la consulta popular del 4 de febrero de 2018 para “descorreizar al país” y por otro ofreciendo canonjías a las figuras más representativas del correísmo en su gobierno. Ni sí ni no, sino todo lo contrario: un presidente sentado entre dos sillas. En enero de 2018, por ejemplo, la terna propuesta por el presidente para reemplazar a Jorge Glas estaba compuesta por Rossana Alvarado, María Fernanda Espinoza y, la elegida, María Alejandra Vicuña, todas visibles militantes correístas. Sin un rumbo cierto, se camuflaban en la ambivalencia para aprovechar el hastío nacional con el correísmo y a la vez guarecerse en su estructura política. Hablaban de recuperar Montecristi y rescatar un proyecto político que, aseguraban, sobreviviría sin el caudillo. Pero no había un proyecto que rescatar: no eran nada sin el culto a la personalidad, pero se negaban a aceptarlo. Ya no eran verdeflex sino verde camaleón.
Lo curioso es que Moreno y AP desde 2017 han sido tan ambiguos que se pertenecen el uno al otro, a pesar de que el presidente abandonó por completo la dirigencia del partido y el plan de gobierno impuesto por Correa. Es cierto que Moreno —para negar una estructura a Correa— dejó que el partido muriera, pero tampoco encontró resistencia o pelea desde adentro. Ha sido un desdoblamiento mutuo: Ximena Peña, candidata a la presidencia por AP dijo, por ejemplo, que Moreno ha co-gobernado con Lasso como si AP no hubiera tenido un acuerdo legislativo con el líder de CREO desde mayo del 2019 y votado junto a ellos en la mayoría de reformas esenciales para el país. Incluso después de que en enero de 2020 se rompiera el acuerdo, CREO y AP votaron juntos en leyes de mayor importancia como la Ley Humanitaria. Ella dice que no les quedó de otra como si el presidente hubiera tenido alternativas. Es trágico: lo que AP chanta a Moreno, Moreno puede chantar a AP.
Moreno y Alianza País parecen Giovanny Andrade y Paúl Carrasco: es difícil identificar quién está más muerto o derrotado. Barriga puede decir que “mejor tarde que nunca” y Peña acusar a Moreno de cobarde, pero les rebotará, como les rebotaron sus tristes esfuerzos electorales. Están mostrando un músculo que no tienen, como Bob Esponja flexionando los brazos. Como movimiento perdieron la iniciativa y, al parecer, ya no confían ni en sus propios cálculos políticos. Ahora, sus golpes de efecto son en realidad golpes al aire.
Foto: El Universo.
Tengo muchas sospechas que Lenin y Rafael tengan un acuerdo bajo la mesa: le duele el corazón,se va Roldán,no pasa la ley del Banco Central,lo botan de AP,no llegan las vacunas y agacha la cabeza como el avestruz.Tenemos que recordar que este par de “revolucionarios” eran como hermanos siaméses durante mucho tiempo.
Igual, hay q tener cuidado.
Esta gente (ebria de poder y sedienta de plata) es peligrosa.
Su maldad (¿qué otro término se podría usar?) es inmensa.
¿Qué otro término se podría usar?
Perversión.
Tal cual, Jenny.
Han ido demasiado lejos, y saben q lo único q pueden hacer es profundizar su perversión.
La maniobra de estos payasos. Deberían expulsarse todos, fingir que nunca existió ese movimiento AP, porque el pueblo ya los expulsó (1,5% de votos) por farsantes. Se demoraron en “desterrar el clientelismo y el arribismo” porque usufructuaban del período del mame y hoy sí porque ya se acaba la época de lactancia. Y son justamente estas “cualidades” más el mimetismo, especialmente, las que les hacen adoptar decisiones ridículas preparándose para servir al próximo “salvador” (ojalá les falle). Que Moreno dejó abandonada la conducción política del movimiento cuando todos los militantes ardían de fervor por servir a la patria? ¡Y cuál fue su proyecto político, además de la comodidad de los militantes conspicuos y subrepticios, de antes y ahora?. ¡Qué caras duras”.
Estos pobres individuos de AP , lo único que producen es : VERGUENZA AJENA . Muy buen artículo .