Guillermo Lasso ratificó anoche, en la entrevista en CNN, que quiere hacer un gobierno de unidad. Y especificó que esa unidad es con colectivos o sectores que fueron opositores a su proyecto inicial de gobierno. Tras su victoria, abrió el paraguas para todos sin excepción.
El nuevo presidente procesa así dos hechos que desde ahora singularizarán su gobierno: él ganó gracias a la movilización de sectores que no comparten forzosamente su primera identidad política. Los debe y quiere incluir. Y dos: las crisis que tiene el país y su reactivación económica requieren respuestas urgentes y de consenso.
La unidad no puede ser esta vez una invitación retórica: es una necesidad que lo pone a él, y también a los otros actores, ante una situación inédita en el país: el deber de hacer causa común alrededor de una agenda básica que el nuevo presidente ya evocó: el hambre, la falta de empleo, la desnutrición crónica en los niños, los derechos de la mujer, el respeto de las minorías, la lucha contra la corrupción y la recuperación de lo robado… Lasso no ha dicho cómo se negociará esa agenda mínima. Pero podría ser presentada como un canje entre políticas necesarias a la reactivación económica, por un lado, y a la justicia social, por el otro. Se sabe que los acuerdos para ser exitosos obligan a que todos cedan para que todos ganen.
El momento, las urgencias y la agenda reclaman una respuesta política urgente, responsable y sensata. Lasso lo ha entendido y por lo que se sabe ha invitado a colectivos y sectores, incluso partidos, a hacer parte de su gobierno. La pelota no está en este momento en su cancha y cuando presente su gabinete sería clave que el nuevo presidente cuente al país quiénes prefirieron, en un momento tan dramático, hacer cama aparte.
La propuesta de Lasso debería ganar adeptos sin problemas: el país sabe, en efecto, lo que cuesta la división. En la campaña electoral pudo sopesar lo que implica tener 16 candidatos presidenciales; algunos de ellos inventándose diferencias para justificar su presencia en la papeleta electoral. Cerrar el ciclo del correísmo significa dar respuestas efectivas a los sectores más vulnerables en este momento de pandemias. Significa, igualmente, echar a andar el aparato productivo y para hacerlo hay que vacunar a la inmensa mayoría de ciudadanos. Echar a andar al país requiere, en definitiva, una tregua de la cual se beneficie el país en prioridad y los actores políticos que participen en ella.
La misma lógica tiene que cobijar la Asamblea Nacional. Ningún ciudadano entendería que si hay voluntad presidencial para diseñar un gobierno de unidad, fijar una agenda y marcar tiempos para solucionar urgencias, la Asamblea vuelva al juego perverso de siempre: dejar solo al Ejecutivo, pretender chantajearlo ofreciendo votos a cambio de cargos y corruptelas, dar la espalda al país y a sus urgencias y pretender ponerlo a girar alrededor de su juego político ficticio y, en casos, corrupto. Por eso la Asamblea se ha convertido en una de las instituciones más impopulares del país.
Cambiar la política para Lasso no será una opción. Y solo incidirá en ese cambio prohibiendo a sus operadores, por si acaso se le ocurriera a alguno, entrar en la dinámica que, a la postre, convierte al Ejecutivo en rehén de intereses bastardos y agendas partidistas. Las negociaciones que había iniciado, por ejemplo, la Izquierda Democrática en la Asamblea, con Wilma Andrade, muestra que la clase política tradicional no aquilata aún la situación de angustia que vive la sociedad y que el nuevo gobierno tiene que atender.
El equipo de Lasso tendrá por tarea sintonizar a los asambleístas con las urgencias del país. Y hacerlo explicando a los ciudadanos lo que propone, por qué lo hace, a quiénes beneficia, a quiénes eventualmente perjudica… Al fin y al cabo los Asambleístas fueron elegidos por los mismos ciudadanos y son pagados por ellos. No hay, no debe haber, intereses bastardos que puedan hacer parte de las negociaciones, como ocurrió con el reparto de hospitales.
Un gobierno de unidad, formado alrededor de un programa negociado y transparente, no solo se requiere para encarar las pandemias que azotan al país. Es imperativo para sellar definitivamente la muerte política del populismo autoritario. Y conviene a todos los actores políticos que quieren tener futuro porque necesitan que haya país. Y que ese país sea democrático, productivo, más equitativo y sin las bombas sociales de tiempo que la pobreza y el coronavirus tienen activadas.
Foto: El Telégrafo.
Nuestro país de vistió de fiesta y tricolor , con nuestro nuevo Presiente Guillermo Lasso, es hora de un cambio para el Ecuador, fuera de un Gobierno del correísmo corrupto y manipulador. Felicitaciones a nuestro electo Presidente , que estoy segura llevará al Ecuador a un nuevo comienzo y oportunidades , fuera de la mano abusiva del correísmo. Su plan de Gobierno sensato asegura nuevas puertas para renovar la economía , a través de la inversion y apoyo a los sectores productores de nuestro Pais. La medicina, la educación darán otro giro en el Ecuador.
Dios bendiga al Ecuador.
Felicitaciones a nuestro nuevo Presidente Guillermo Lasso
Estupendo articulo! Gracias, a mi me parece que no sólo hay que desearle suerte a nuestro nuevo presidente sino que CADA CIUDADANO debe hacer su parte en arrimar el hombro y ayudarlo! No es posible que esperemos que Lasso tenga suerte y nos de haciendo un mejor país! Si de verdad queremos que Ecuador cambie, tenemos la OBLIGACIÓN de ayudar a construirlo nosotros mismos con la honestidad, la Solidaridad, la empatía, el ejemplo, el compartir y tratar al que menos tiene con respeto y justicia, sin explotar ni engañar..los más jóvenes necesitan aprender civismo y seguir buenos ejemplos.. eso es lo único que ayudará a consolidar y unir al país. Nuestro comportamiento y nuestra vigilancia obligará a
Los políticos a pensar primero en los intereses del PAÍS. Somos quienes les pagan su sueldo para
Que hagan su trabajo como es debido. UNÁMONOS COMO
CIUDADANOS TRAS NUESTRO NUEVO PRESIDENTE Y MAS QUE TODO SINTIENDO A LA
PATRIA Y EL BIEN COMÚN.!!
No le vamos a obligar al señor Lasso, por ahora, a decidir cómo ser un presidente. Es durísimo el desastre que pronto le tocará afrontar. Si sabe conducirse, esto no hará falta. Es notorio que primero necesita recibir oficialmente el encargo que todos, o la mayoría, le hicimos.
Luego de aceptar oficialmente éste encargo, el nuevo gobierno, con su presidente, necesitan crear muy fuertes canales, bastante visibles, para discernir junto a la gente la superación del estado actual de Ecuador. Y necesitan hacerlo con voces no-organizativas, esto es, con la gente en su generalidad. Ya no al viejo estilo, donde se utilizaba el eco de discursos que separaban a los “pobres” de los “no pobres”, a las “clases populares” de las otras. Necesitan gobernar para todos y no decir simplemente que son “el gobierno de todos”. Deben cuidar los nuevos canales con la gente. Evitando que el falso desinterés de algunos terminen convirtiendo en realidad sus deseos de influenciar por influenciar. No basta escoger colaboradores con una “preparación” innegable, pero que solamente se utiliza para cubrir los bastidores de la codicia. El nuevo gobierno requiere la atención de múltiples voces, surgidas entre una opinión pública lo más limpia de determinismos partidistas o de agendas ideológicas que quieren cambiar la esencia de la vida real. Le pedimos al nuevo gobierno que no PACTE, ni ideológica ni prácticamente, especialmente con revolucionarios —ignorantemente violentos los unos, formados académicamente en el Neomarxismo los otros, dependientes de partidos y “movimientos sociales” caotizantes aquellos otros—.
Sólo nos queda a todos los ecuatorianos desear suerte al dflamante presidente elegido y orar para que como excelente administrador que es, saque al país de tanta destrucción y desunión que dejó el gobierno funesto de Correa. Mis felicitaciones a cuatro Pelagatos por hablar siempre con la verdad y tan acertadamente. También mis oraciones para que Guillermo Lasso tenga éxito en sus funciones
Qué Viva el Ecuador Democrático!
Sabias palabras Jose. Lasso puede tener ideas e intenciones brillantes pero para ponerlas en practica hace falta una asamblea con gente honorable y respetable que tenga presente cada día que están allí para servir al pueblo, no para robar y buscar únicamente su interes personal. La asamblea tiene la peor reputación en la historia del pais en este momento, y mucho se debe a que el pueblo mismo elige a politiqueros sin preparacion de ninguna clase. La asamblea es una cloaca llena de podredumbre y estiércol, muy pocos se salvan. No queda sino desearle suerte a Guillermo Lasso.
Como yo lo entiendo, la transición como manera de sentar bases para un nuevo arranque del País, luego de la devastadora acción del correísmo, necesitaba contemplar dos vías de acción. La primera establecer un plan de mediano o largo plazo para resolver (no paliar) la situación fiscal y la segunda para proponer un plan nacional de desarrollo económico y productivo, para los próximos treinta años, basado en un acuerdo político que acuerde objetivos y etapas de avance. Moreno no quiso ser un mandatario de transición, a pesar de su debilidad política y dejó la situación casi intacta. Un gobierno de cuatro años no puede resolver los problemas, pero si puede sentar las bases de un cambio de rumbo, con políticas claras y planes coherentes, cuyo progreso sea estrictamente evaluado como logros parciales de una administración cada cuatro años, con base a los índices macro-económicos que obtenga.