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La vacunación es esencial para el empleo

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En mayo, según las cifras del mercado laboral que publicó ayer el INEC, la tasa de empleo adecuado en el país fue de apenas 31,5% de la Población Económicamente Activa (PEA, concepto que se refiere a todas las personas que trabajan, sin importar en qué condiciones, o están buscando un trabajo). Esa tasa implicó una caída de más de un punto porcentual frente a la registrada en abril y de dos puntos y medio frente a marzo. Cabe aclarar que las personas con empleo adecuado son aquellas que trabajan la jornada legal de 40 horas a la semana y tienen ingresos no menores al salario mínimo o que, cumpliendo con la condición del salario, trabajan menos horas que la jornada legal porque no quieren trabajar más. Esta reducción en el empleo adecuado estuvo acompañada por un aumento en la tasa de informalidad, que pasó de 46,7% de los trabajadores en marzo a 48,4% en abril y a 48,6% en mayo. El INEC define como informales a aquellas personas que trabajan en una empresa (o emprendimiento personal) que no tiene RUC.

El deterioro de los indicadores laborales, que se sintió especialmente en las zonas urbanas, donde la tasa de empleo adecuado bajó de 41,4% de la PEA en marzo a 39,7% en abril y a 38,5% en mayo, coincide con las medidas de restricción que el anterior gobierno impuso entre el 23 de abril y el 20 de mayo para tratar de contener la expansión del coronavirus. Esas medidas incluyeron el confinamiento total durante los fines de semana y el toque de queda nocturno en la mayor parte del país. No parece casualidad que la caída del empleo adecuado, que también estuvo acompañada por un aumento del empleo inadecuado y del desempleo, se diera en los meses en que estuvieron vigentes esas restricciones y que el deterioro fuera más notorio en mayo, que tuvo tres semanas de restricción (frente a una semana en abril).

Si bien el número de muertes en exceso ha disminuido desde finales de mayo, no se puede saber en qué medida eso responde a las restricciones a la movilidad, ya que éstas coincidieron con una aceleración en el proceso de vacunación. Lo que sí es seguro es que esas restricciones ocasionaron grandes impactos en actividades cuyas ventas se concentran principalmente en las noches y los fines de semana, como los restaurantes, y que, a su vez, eso afectó indirectamente a otras actividades (como los proveedores de los restaurantes) e incluso a personas que ya estaban en condiciones precarias (por ejemplo, quienes cuidan los autos fuera de los restaurantes). Las cifras mensuales del INEC no permiten conocer en qué actividades específicas se sintió en mayor medida el deterioro del empleo. Eso se podrá ver cuando se publiquen las estadísticas para el trimestre abril-junio.

En todo caso, otros datos muestran el impacto en el mercado de trabajo. Por ejemplo, en mayo el ingreso laboral promedio se redujo casi 3% frente a abril (la caída fue mayor en el caso de las mujeres). Tal vez esa reducción en los ingresos explique a su vez el aumento en la tasa de participación; es decir, el porcentaje de personas en edad de trabajar (15 años o más) que empezaron a trabajar (muy probablemente en condiciones inadecuadas) o a buscar trabajo. En otras palabras, ante la caída en los ingresos de uno o más miembros del hogar, otros miembros empezaron a trabajar o a buscar trabajo para tratar de compensar esa baja.

El principal motivo para vacunarse contra el coronavirus es proteger la salud (la propia y la de quienes nos rodean) pero hay otro motivo que no es menor: si la gente no se vacuna y el nuevo gobierno se ve obligado a establecer restricciones para tratar de controlar la pandemia, entonces no se podrá esperar una recuperación de la actividad económica, sino que, por el contrario, lo más probable será ver cifras laborales tan pobres como las de los últimos meses.

José Hidalgo Pallares es economista.