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Esa izquierda que tampoco ve al dictador Ortega

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Daniel Ortega peor que Fulgencio Batista; peor que Anastasio Somoza; parecido a Robert Mugabe. Esas referencias pintan el panorama desolador que vive Nicaragua. El dictador Ortega y su esperpéntica comparsa, Rosario Murillo, su mujer y vicepresidenta, han detenido estas semanas a cinco candidatos presidenciales, opositores y periodistas en un acto desesperado para seguir en el poder. Ortega fue presidente de 1985 a 1990 y no suelta la primera magistratura desde que volvió a ella en 2007. Ha provocado centenares de muertos, detenidos, desaparecidos y violado toda suerte de derechos.

Periodistas y políticos nicaragüenses, asociaciones de Derechos Humanos y la misma OEA han descrito el drama que viven los nicaragüenses. Lo trágico es que la solidaridad internacional se vea mermada por gobiernos y naciones que admiten la dictadura, los crímenes y las violaciones solamente por decirse de izquierda. En Ecuador ese patrimonio lo sigue reivindicando la vieja izquierda y, en la Asamblea Nacional, el correísmo y Pachakutik que esta semana se abstuvieron de tratar y condenar la violencia política en Nicaragua.

Esa izquierda es un fracaso sin remedio. Para negarlo, todavía hoy algunos de sus exponentes recuerdan cómo intelectuales como Julio Cortázar fueron favorables a la revolución sandinista. La parodia no puede ser peor. Cortázar apoyó, en efecto, la rebelión sandinista. Lo hizo desde una ingenuidad que solo se explica por su llegada tardía de la política a su vida. Cortázar defendió causas revolucionarias en un momento en que algunos países padecían dictaduras de derecha: Videla, Stroessner, Pinochet, Banzer, Somoza… Pero en Europa, donde vivía, la lucha de los intelectuales también incluía las dictaduras de los países cobijados bajo la férula comunista de la URSS.

¿Pero qué defendió Cortázar? Lo dijo a este pelagato en una entrevista hecha en París en 1982, que fue publicada, en parte, en la revista Semana. Romántico, en el sentido clásico del término, el escritor argentino apoyaba a esa izquierda en la medida en que sus consignas no fueran más fuertes que los valores humanos. Cortázar en su infinita ingenuidad creía que los sandinistas no repetirían el ejemplo de Cuba y, en aquel momento, la Unión Soviética. “Cuando en la Unión Soviética se persigue a escritores, músicos, filósofos por el hecho de criticar aspectos de su sociedad, eso ya no tiene absolutamente nada de socialismo ni de humanismo”.

Cortázar apoyó, entonces, un sueño imposible. Y lo que están viviendo hoy los nicaragüenses se parece, palabra por palabra, a aquello que dijo en esa entrevista refiriéndose al papel de un intelectual: “¿Qué puede hacer, en efecto, un intelectual frente a la fuerza bruta y a la opresión desatada? Estoy convencido, sin embargo, de que nuestras posiciones tienen un valor. Quizás a largo plazo. Todo está en no callar, en no resignarse”.

Ese es el derrotero que no siguió, que nunca entendió, la vieja izquierda latinoamericana en la que dice inspirarse el correísmo, Pachakutik y una estela de movimientos, fundaciones y asociaciones que exhiben banderas progresistas. Siguen creyendo que las consignas están por encima de los derechos y los valores humanos. Que un perseguido por dictaduras de derecha es más valioso que un perseguido por un Ortega, un Maduro, o los Castro que son dictadores de izquierda. Y que es posible construir sociedades, con valores supuestamente humanistas, encima de pilas de cadáveres, sangre de torturados y listas de desaparecidos.

En claro, que asesinos como Ortega son camaradas si hablan de socialismo y revolución, si insultan al imperialismo, si preconizan la igualdad (así gocen de privilegios escandalosos) y si persiguen a periodistas, políticos e intelectuales que reclamen como hacía Cortázar cuando ponía la cara por ellos recién desempacados. Con eso les basta para sostener crápulas como Ortega y Maduro, así sean, en los hechos, peores que aquellos contra los cuales un día lucharon o se levantaron en armas.

Esa izquierda hemipléjica, detenida en el tiempo, inmoral, le sigue haciendo daño al Ecuador. Esa izquierda vetusta sigue siendo la coartada del correísmo y el paraguas político usado por Pachakutik para justificarse ideológicamente. De gana, porque un dictador como Ortega es solo eso: un dictador y un asesino.

Foto: diario Hispanidad.

6 Comments

  1. Es inaudito ver como ciertos individuos que llegan al poder se convierten en dioses, dueños hasta de la vida del indefenso ciudadano. Y el cuento es que luchan por los desposeídos: a cambio de anularlos como seres humanos, pues. El que ronca mama es con estos sanguinarios.
    Cortázar dijo que en Cuba descubrió su condición de latinoamericano. Claro, debió de ser después de que Fidel lo invitó a comer langosta (como lo hizo con un ex-presidente izquierdoso, que ahora escribe enciclopedias, que también lo visitó). Porque antes debió de haber dicho: “como todo argentino que se respeta, yo soy una especie de cóctel genético…¿De dónde vienen los mexicanos? Vienen de los aztecas. ¿Y de dónde vienen los peruanos? Vienen de los incas. ¿Y de dónde vienen los argentinos? Vienen de los barcos. Nosotros venimos de barcos llenos de españoles, italianos, alemanes, franceses, ucranianos, ingleses, polacos, sirio-libaneses, turcos, griegos… Mi cóctel es por el lado paterno de vascos…del lado materno hay franceses y alemanes…” Y le dejó solo a Atahualpa Yupanqui con los indios salteños. Pero, bueno, lo importante, en el caso que nos ocupa, es que dijo: “La noción de lo humano está intrínsecamente ligada a la noción de libertad”.

  2. La izquierda y la derecha le han hecho daño al país, señor Hernández. No seamos ingenuos o de mala fe, lo que ha destruido a la nación es esa sarta de corruptos enquistados en la política. También la prensa que sataniza o santifica a conveniencia.

  3. León Febres Cordero tuvo toda la razón cuando no permitió que este sátrapa nicaraguense aterrizara en el Ecuador para la posesión del leader de la ID Rodrigo Borja.Estos personajes, al principio, se presentan como mansas palomas pero luego se transforman en animales salvajes.

  4. Así es !!!!!! Ortega , Castro , Chavez , Maduro , Mugabe y tantos otros de igual ralea , en nada se diferencian de sátrapas y dictadores de derecha . Son todos viles asesinos de sus pueblos y de sus aspiraciones y anhelos . Pero claro , es muy cómodo y conveniente colgarse al cuello el rótulo de progresista , y defender , hasta el ridículo , a estos parias , devenidos en dictadores de la peor especie . Y los ridículos ” PROGRES ” del país . son una verdadera plaga que asolan nuestra Patria .

  5. No es por justificar nada pero de las dictaduras de derecha se sale con elecciones, de las de izquierda nunca si no es por algo excepcional como lo que pasó en la URSS que se disolvió el país.

  6. Ortega y su esposa son lo peor de lo peor. Obviamente que la izquierda no ve ningún problema. Es insólito que este pillete encarcele a la gran mayoría de candidatos presentando motivos ridículo pero que al final son criminales. A no ser que se use la fuerza, Nicaragua es un país perdido.

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