Luego de más de un año de pandemia comienza a definirse el retorno a clases en escuelas y colegios. Así se ha anunciado desde el Ministerio de Educación en su Plan Retorno, estableciendo lineamientos básicos de aforo y medidas de seguridad a seguir en los colegios. Esto coincide con la vacunación de las personas de tercera edad y otros grupos vulnerables.
Sin embargo algunos colegios y padres de familia mantienen resistencias, e incluso cuestionamientos, al sistema de bioseguridad que se ofrecerán en algunos establecimientos. Pero la verdad es que, a pesar de las fallas y necesidades, parece impostergable retomar las clases presenciales. ¿Cuánto más pueden los niños y niñas estar encerrados en sus viviendas sobrellevando las dificultades de educación virtual? ¿Cómo se retomarán las deserciones al sistema educativo que se han dado durante este periodo? ¿Cómo evitar que la brecha educativa-tecnológica siga ampliándose? ¿Cómo convivirá el sistema formal con la educación en casa o Home Schooling que ha ganado terreno en este periodo?
El retorno está lleno de interrogantes, pero si algo se puede afirmar sin temor al equívoco, es que el costo de la educación virtual ha sido muy alto tanto para los niños y niñas cuyas vidas se han impactado enormemente; así como para muchas madres trabajadoras que, o han tenido que dejar sus empleos o los han modificado sustancialmente. Se suma la carga doméstica que en los hogares recae fuertemente sobre las madres.
Es importante que el retorno a clases sea también analizado desde la perspectiva del empleo femenino, especialmente en un entorno de recuperación económica urgente donde los empleos formales han decrecido sustancialmente. Según cifras oficiales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la caída del empleo ha sido severa, con más intensidad en algunos países donde se registra hacia el segundo semestre del 2020 una contracción del volumen de empleo de treinta y cuarenta por ciento en correlación con la baja productiva.
De esa contracción, el empleo femenino fue el más afectado. Estudios como el realizado por McKinsey & Company muestran un gran impacto sobre el empleo femenino que costará a las sociedades mucho tiempo recuperar en el futuro. Una de cada cuatro mujeres trabajadoras dejaron o consideraron dejar de trabajar: los grupos más impactados fueron las madres trabajadoras en general, las mujeres en roles gerenciales y las mujeres pertenecientes a grupos minoritarios con trabajos de baja remuneración.
De ahí, que el retorno a clases tiene necesariamente que ser valorado por su doble efecto. No solo desde la perspectiva de la salud mental y la adaptación social de los niños y niñas, sino también desde la necesidad de reinserción laboral plena de las madres trabajadoras que, o han dejado sus empleos o los han reducido para poder realizarlos desde casa.
La eficacia de la masiva educación virtual así como las secuelas que ha dejado durante la pandemia se evaluará con más claridad más adelante. Hoy lo cierto es que la sobreexposición tecnológica y el sedentarismo generarán en los niños, niñas y adolescentes impactos en su salud y en sus destrezas sociales. Con esto, no se puede negar que la opción del Home Schooling o educación en casa es necesaria para ciertos grupos de niños y niñas o adolescentes que requieran mayor flexibilidad de horarios, y atención más personalizada, en ambientes más sanos y seguros.
Pero esa no es la realidad de la mayor parte de la población donde la supervisión es escasa, los recursos tecnológicos insuficientes y los ambientes no son muchas veces ni seguros ni adecuados. Sin negar sus bondades, se conoce que esta opción no está disponible para la mayor parte de la población.
Los niños y niñas serán los primeros beneficiados con el regreso a clases presenciales. Pero no serán los únicos, las madres trabajadoras lo serán también. Y se deberá priorizar adecuadamente su reinserción con políticas de fomento de empleo urgente. Ya es hora: ¡que regresen al colegio los niños y niñas!
María Amparo Albán es abogada y catedrática universitaria.