La nueva Asamblea Nacional va dando de qué hablar. A poco tiempo de su posesión, las altas expectativas que la ciudadanía tenía acerca de que con una nueva Asamblea cambiarían las cosas de forma positiva para la política y el país, se van diluyendo.
En tiempos de campaña electoral, los ofrecimientos de los entonces candidatos, se desbordaban en discursos llenos de promesas que giraban en torno a dignificar la política, ser modelos de honestidad, luchar contra la corrupción y co-gobernar en un entorno de acuerdos políticos viables basados en el bien común.
Los entonces aspirantes, ofrecieron el oro y el moro a cambio del voto popular y todos eran, en ese momento, casi paladines de la justicia que se jugarían el todo por el todo para hacer del ejercicio de la política una actividad digna y recuperar, sobre todo, la poca o nula confianza ciudadana que tenía ese centro de pensamiento legislativo.
Era una Asamblea, que se perfilaba compleja en términos de gobernabilidad. Pero esa misma división, si se aprovechaba de buena manera, también abría una ventana de oportunidad. Los movimientos que obtuvieron una votación inédita podían demostrar a la ciudadanía su convicción democrática y articularse en opositores responsables –si era del caso– alineándose por el bien del país sobrepasando las ideologías. Esa era una aspiración que todos esperaban y confiaban que sucediera.
En teoría, la fiscalización y la lucha contra la corrupción debía ser uno de los objetivos centrales de la actividad del legislativo a la luz, además, del oprobioso juicio político al Contralor que se encontraba en trámite. Si se hubiera leído con lucidez lo ocurrido en la Asamblea saliente, se habría tenido una comprensión clara de que los ecuatorianos quieren y demandan una legislatura diferente, y para ello, se colocó, desde el principio, una vara muy alta para cumplir.
No obstante, en estos escasos tres meses, lo que se ha visto dista mucho de lo que se esperaba y, por lo tanto, preocupa a más de uno lo que se espera en los tres años y nueve meses que resta a la legislatura. Si así va, negros nubarrones pintan para la democracia; el trecho entre el dicho y el hecho es cada vez más grande.
A todos ha sorprendido –por decir lo menos– la apología al robo por parte de una legisladora que, micrófono en mano, sugirió muy campante que hay que robar bien. Pero lo más escandaloso es ver cómo sus compañeros han cerrado filas en torno a ella y han evitado que sea sancionada. Y la verdad es que semejante declaración es muy grave porque proviene de una representante del pueblo que tiene, entre sus obligaciones jurídicas, la tarea de fiscalizar. Muchos ya se preguntan si ese criterio va a ser el que imponga, cuando le toque fiscalizar a un funcionario público o, peor aún, analizar su voto a favor o en contra de algún proyecto de ley en discusión.
Igual sorpresa e indignación ha causado, la dilación en el llamamiento a juicio político del Contralor. Las pruebas contra él han sido desbordantes, tanto en medios de comunicación como en investigaciones periodísticas, en donde se ha llegado a descubrir detalles impresionantes de cómo en ese organismo se traficaba con las glosas. Inclusive, las propias declaraciones de uno de los implicados mencionan con nombre y apellido al Contralor como uno más del grupo que se repartía un porcentaje del monto de las glosas desvanecidas.
Era más que evidente que la Asamblea debía dar trámite urgente al juicio político; no obstante, se interpeló al presidente de la Comisión de Fiscalización, quien justamente dedicó años a levantar datos investigativos sobre hechos de corrupción. Esa movida dudosa de parte de la legislatura para salvar a Celi, ha levantado las alertas en la ciudadanía y la opinión pública en general, que empieza a exigir tempranamente que cumplan su labor a cabalidad, que se fiscalice urgente y en derecho y que se sancione a los corruptos.
A la Asamblea le está pegando una mala tos. Y si no se medica a tiempo, corre el riesgo de enfermarse mortalmente. Para combatir ese resfrío hay medicina de libre expendio: responsabilidad en el ejercicio de la política; responsabilidad en el disenso, transparencia y honestidad en todos sus actos y sobre todo amor a la Patria. Todos les estamos mirando.
Ruth Hidalgo es directora de Participación Ciudadana y decana de la Escuela de Ciencias Internacionales de la UDLA.
Muerte súbita a través de la consulta popular para elegir una asamblea de solo un representante por provincia, sin necesidad de secretaria y asesores vagos, sino para que están? Para trabajar por y para el pueblo ecuatoriano. El elegido como asambleísta debe ser honrado, cabal, profesional, sin vínculos o no partidistas, propuesto por la sociedad a través de barrios, instituciones, universidades, y otros.
A medida que pasan las décadas, la mala calidad de la contribución de la Asamblea Nacional, supera a la anterior y la degrada más. Los bajísimos porcentajes de aceptación popular – más allá de que no siempre alcanzan niveles muy altos – tiene niveles preocupantes y decepcionantes. Hay que ser tolerantes con las opiniones que emiten los asambleístas en sus intervenciones orales y con las escritas que consignan en redes sociales porque se supone que son producto de la contraposición ideológica. Pero de ahí a estar de acuerdo con las verdaderas sandeces que muchas veces se escuchan, lo que refleja un gran desconocimiento de los temas que defienden o critican, hay una grande e insondable techo. Mesura, cordura, sustento y cierto grado de reflexión se presentan como necesarias. Mucho se dijo de asambleístas de la etapa anterior vinculados a hechos nada honorables; algunos fueron a juicio de tribunales y en muchos casos la investigación no progresó. Hoy el esquema parece ser el mismo, y son justamente estas falencias que no permiten la solución de los problemas del país que nos traen de vuelta a políticos fracasados en todas las latitudes posibles, que en campaña le dicen al pueblo promesas bonitas pero imposibles de cumplir y actúan contra el pueblo, sin el pueblo y por ellos, aunque vengan disfrazados de “revolución de ciudadanos”. Y la triste historia no concluirá, veremos tonterías y muchas más. Una asambleísta incitadora del robo es disculpada y luego por presión social “suspendida por 15 días”. Linda afrenta a la máxima indígena de no robarás y no serás ocioso. Uno piensa que si la partidocracia fracasó, la revolución ciudadana fue un fracaso mayúsculo, un eventual gobierno de los grupos indígenas, ya sabemos de antemano que no nos llegará el arco iris del progreso y la racionalidad. Recordemos a un L.Iza intimidando a una Asambleísta de Pachacutik por cargos para sus conmilitones.
La punta de la espada la dirigen ahora a Fernando Villavicencio. Lo califican de “denunciólogo” adjetivo con el que se suele desprestigiar, minimizar y ridiculizar a todos quienes presentan denuncias y combaten la corrupción. Es casi natural que una Asamblea tan mediocre y con sospechas de que allí están muchos corruptos en vías de ser destapados, pretendan perseguir a uno de los pocos asambleístas y ciudadano que se ha jugado hasta el pellejo para combatir la ignominia de la práctica política en el Ecuador. Condena a la barbarie, la Patria ofendida les reclama aunque sea una pizca de inteligencia.
Mi estimada Ruth, Ud pide algo inalcanzable, primero un obrero del país llega a la luna antes que ese nido de ratas llamada Asamblea Nacional se encarrile en la decencia, honestidad y amor a la patria.
Esa tos no es simple resfriado, es tuberculosis miliar, una de las formas más graves de la enfermedad, que mata al paciente en poco tiempo. Lamentablemente ,en el ejemplo , las bacterias que se hacen llamar asambleístas han desarrollado inmunidad a todas las formas de tratamiento y lo único que sirve es eliminar el nido de ratas con fuego purificador
Ahora, el hambre se ha convertido en una característica definitoria del creciente abismo entre los países ricos que regresan a la normalidad y las naciones más pobres que se hunden en la crisis.De esta realidad parece que nuestros congresistas no se enteran y prefieren inculcar a que aprendan a robar,pero a robar bien. A medida que otra ola del virus se apodera del Ecuador, el número de víctimas va aumentando, y la ayuda financiera de familiares, amigos y vecinos, que a menudo sostienen a los familiares va disminuyendo. Nuestros “honorables” asambleistas en vez de buscar consensos con el gobierno para sacar adelante al país, buscan entorpecer acuerdos para que vengan capitales extranjeros y leyes que permitan trabajar a jóvenes con poca o ninguna experiencia pero con ganas de superarse.
Gran artículo, totalmente de acuerdo con sus expresiones un diagnóstico claro de lo que sucede hoy por hoy en esta “asamblea “ donde se debería de hacer leyes en favor del pueblo, y la fiscalización qué si mal no recuerdo desapareció ase mucho tiempo, hoy veo a un asambleísta que sin temor denuncia la corrupción y es señalado por sus propios “compañeros “ Veo con mucha preocupación el futuro de mi país, con está asamblea!!!! El pueblo está mirando con mucha expectativa.