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¿El ministro Cueva hace caso al presidente?

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La proforma presupuestaria sustenta la política económica de un gobierno y establece los acentos en gasto y ahorros para el país. ¿Qué dice esta proforma enviada por el gobierno de Guillermo Lasso a la Asamblea sobre el futuro económico del Ecuador? ¿Está el ministro de Economía interpretando las decisiones del presidente o hay contradicción entre ellos? 4P conversó con Walter Spurrier, director de la publicación especializada Análisis Semanal.

¿Te parece que en la proforma presupuestaria 2021, enviada a la Asamblea este 22 de agosto, el gobierno muestra al país la realidad en que se encuentran las cuentas nacionales?
Lo importante es que con la proforma viene la programación económica y las consecuencias del manejo fiscal en los próximos cuatro años. Lo que nos choca es que da la impresión de que ha habido una inercia en el Ministerio de Finanzas de seguir con lo que se venía haciendo en el gobierno de Moreno en el cual no había mucha voluntad política, sino esperar que culmine el año y entregar el poder.

Tú dices que hay un descalce entre las ofertas de campaña y la proforma. ¿En dónde lo ves específicamente?
Hay una manera de hacer una previsión presupuestaria para cuatro años y eso es partir de que las cosas no van a cambiar. De que van a seguir con cierta inercia: eso dice esta programación presupuestaria. Dice: no vamos a crecer casi nada en los próximos cuatro años; el gobierno de Lasso no va a poder aumentar la producción petrolera, como él dice que la quiere aumentar. No va a poder abrir el país al mundo ni traer más mundo al Ecuador, porque las importaciones y las exportaciones no van a crecer más allá de lo que crece la economía, que es algo mínimo. Dice: el gasto público va a continuar con una tendencia a una ligera baja en el rol de pagos del año 2021 y volverá a crecer a partir del 2022.

En otras palabras es una previsión de cuatro años que implica que el gobierno de Lasso no va a hacer mayor esfuerzo para cambiar las cosas y que no va a cumplir con las ofertas de campaña. Eso es lo que nos golpea. Lasso tiene propuestas muy concretas y no están siendo tomadas en cuenta. Cuestiones por ejemplo, como la reducción del ISD. Su tasa la señala el presidente, no puede decir que por falta de acuerdo con la Asamblea no la puede cambiar. Sin embargo, allí se contempla que los ingresos por el ISD no van a cambiar.

El presidente dijo que el ISD va a reducirse por sectores y dio por ejemplo el sector turístico. No habló de porcentaje, aunque se entiende que, al cabo de sus cuatro años, se eliminaría el 5%.
Sí, se supone que debería ir cayendo pero en la proforma no se refleja que está cayendo. En otras palabras, es una previsión cuatrianual que muestra que no va a tener éxito la labor del Presidente de la República. ¿Para qué sirve esa programación si no hay una presidencia dinámica que quiera solucionar los problemas? Esa programación debería reflejar lo que el presidente quiere hacer.

¿El descalce no sería, entonces, entre las ofertas de campaña y la proforma sino entre la actitud de Lasso y su discurso y la proforma propuesta por Cueva?
Así es. Es como que si Lasso y Cueva no hubieran conversado sobre qué es lo que debe tener la programación.

Tú criticas este gradualismo. Pero, ¿qué esperabas que pudiera cambiar en esa proforma porque, primero, en un mes llegará la proforma del 2022 y, segundo, por la circunstancia política del país donde todavía no se puede hablar del post-covid?
Esperaba un cambio importante en el gasto burocrático. Lasso ha hablado de un buen gasto en el sector público; en salud y educación. Pero es absolutamente necesario quitar la adiposidad porque el gobierno está gastando buena cantidad de dinero en mantener un gasto administrativo que no se necesita; dinero que se puede utilizar para dar servicios a la ciudadanía y no tener que pedir prestado en el exterior para mantener puestos innecesarios en la administración pública. Eso es lo que tiene que hacerse y no se hará en los cuatro años, según lo que está en esa programación. La expectativa es que en octubre el gobierno presente una programación cuatrianual completamente distinta. Pero, entonces, ¿por qué presenta algo que no es lo que pretende hacer? ¿O realmente se está dando cuenta que no va a poder hacer lo que quiere y está permitiendo una programación excesivamente gradual?

Si uno tiene un crecimiento del 2% o menos en el último año de su gobierno, lo probable es que el electorado diga que en los cuatro años de Lasso no hubo reactivación y entonces vamos de nuevo al correísmo o algo por el estilo. Eso le pasó a Macri. La expectativa es que si se toman acciones mucho más drásticas al principio, es cierto que tiene un costo político pero mayor costo político tiene no hacerlo porque no sería percibido como un gobierno exitoso. Pensaba tener un mayor ajuste este año, aunque no hubiese reactivación y mayor molestia pero, que de aquí a uno o dos años, pudiésemos sentir que estamos saliendo del hoyo.

El gobierno podría decirte que no hay menos gasto, pero habrá mayores ingresos, según lo presupuestado. ¿Consideras reales esas previsiones que, por ejemplo, en el campo petrolero no parecen ajustarse a la realidad?
Las previsiones de mayores ingresos en parte vienen porque van a aumentar los impuestos. Ahí sí se está viendo algo nuevo que se va a hacer y, probablemente, habrá impuestos tipo “por una sola vez”. A lo mejor hay otras cosas pero, probablemente, habrá un impuesto como el que se dio para el terremoto de Manabí. Esto en un contexto en el que Lasso había previsto menos impuestos.

El gobierno podría replicar que habrá un impuesto focalizado, en este caso destinado a los que más tienen.
Claro, si el Presidente siente la necesidad de incrementar ciertos ingresos, vía mayores impuestos o cobrar los impuestos, está bien. Pero la idea es que, unido a eso, tenía que haber una reducción del gasto burocrático. De lo contrario, lo que está pidiendo es que la gente pague más porque no vamos a reducir el gasto corriente. En otras palabras, aumentamos los impuestos, para seguir manteniendo el consumo ineficiente del sector público, cuando una de sus promesas de campaña era rectificar la situación de un gobierno adiposo.

Haciendo de abogado del diablo, el gobierno podría decir que se va a reducir el déficit fiscal de 6.9% al 4.6% del PIB. ¿O también tú crees, como Jaime Carrera, que esa cifra es errada porque el déficit estaría más bien bordeando los 6.000 millones de dólares?
No hemos calculado si será 5 ó 6% el déficit fiscal, pero de todas formas es muy elevado y no le podemos reclamar al presidente que necesariamente logre bajar gran cosa este año. Pero sí que haya una reducción sustancial para el próximo.

El tema de fondo es si el gobierno pasará todo el período reduciendo los ingresos fiscales. ¿En qué momento el gobierno dirá que empezamos a tener reactivación? Por eso decimos que el ajuste no puede tomar tanto tiempo porque la crisis empezó en 2015 y no se puede pensar que en el 2025 todavía no hayamos salido de esa crisis.

¿En ese sentido afirman ustedes, en Análisis Semanal, que el escenario es sombrío porque el Estado se va a convertir en un lastre para la reactivación económica?
Continúa siendo un lastre porque el gasto es excesivo. Esto no es Dinamarca donde se pagan altísimos impuestos, pero se tiene buena salud, buena educación, buenas universidades, etc. Aquí, sube el gasto, suben los impuestos y no mejoran los servicios públicos. Lo que hay es una enorme burocracia, una tramitología que tiene que reducirse y eso es lo que hay que hacer ahora. La burocracia creció enormemente en la era de Correa y ahora, que no hay bonanza petrolera, no se puede poner más impuestos para mantenerla.

Si se piensa en el tamaño del crecimiento, solo en 2023 se logrará volver a nivel del 2019. Pero el presidente dijo, en la entrevista con 4P, que él estaba tomando medidas y citó los decretos expedidos por él para facilitar la reactivación. En la proforma no se nota que esas medidas tengan un efecto real porque, en promedio, se habla de un crecimiento del 2.6% hasta el 2025. ¿Por qué esas medidas no se reflejan en la proforma?
¡Pero ese es precisamente mi punto! El Presidente está tomando esas medidas y la programación cuatrianual dice que no va a tener resultados porque, encima de ese 2.6%, hay la parte del rebote del 2021. Buena parte de los países del mundo, en el 2021 recuperaron el 2019. Hay otros que no y lo harán en el 2022. Nosotros en el 2023. Es decir, cuando se tendrían que ver los resultados de la política del presidente -en 2023, 2024 y 2025- se tendrá un crecimiento ínfimo. La proforma dice que lo que plantea Guillermo Lasso no va a dar resultado.

Hay incoherencias. Lasso dice, por ejemplo, tengo un proyecto para que en la producción petrolera haya un crecimiento del 100%; en la proforma hay un crecimiento del 8%. Ahí es donde veo descalce: entre lo que propone el presidente y lo que el Ministerio de Finanzas dice que se va a lograr en los próximos cuatro años.

Esta entrevista se publicó ayer, 29 de agosto, en el boletín dominical de 4P. Si desea recibirlo, suscríbase por favor gratuitamente aquí: GPS4P.

Foto El Telégrafo.

5 Comments

  1. Calma Spurrier calma, con ese cojudo “criterio económico” lo único que hace; es un favor a “Iza y sus amigos sindicalistas”. Recién van CIEN DÍAS una casa llena de ratas y destruida por catorce años no se arregla tan fácil “según el criterio técnico de los entendidos”. Habrá que mejorar todos los “indicadores” pero eso se logra con trabajo duro y no hablando. Los economistas predicen exactamente lo que va a pasar, luego cuando no ocurre explican exactamente como ocurrió lo contrario gracias a los imponderables que no pueden medir según sus cálculos. Ánimo país son nuevos tiempos después de la crisis el terreno queda bien abonado, con TRABAJO y esfuerzo las cosas ya van cambiando.

  2. Lo mejor y lo primero que ha podido hacer el gobierno actual es el de continuar con el proceso de vacunación que inicio como único elemento y proceso positivo el anterior gobierno y poder cumplir con la oferta de 9/100 que hicieron en campaña y que todos creemos se va a cumplir porque hay que reconocer que no solo se consiguen estas metas y objetivos en el tiempo con lo que puedan hacer las autoridades nacionales sino que se requiere de la ayuda externa porque todo esto es una logística completa: la disponibilidad de vacunas de los laboratorios del exterior, traerlos en avión al país y luego distribuirlos en todas las provincias y finalmente controlar que todos los procesos se cumplan. Principios básicos de administración. Después vienen en lista de espera: bajar aranceles, reunirse con organismos internacionales, pedir y solicitar nuevos créditos en mejores condiciones de plazo y tasas de interés, formar parte de nuevos organismos, cumplir con los requerimientos del FMI, combatir a la corrupción, colocar radares en todas las provincias en donde estadísticamente vemos que se ha vuelto vulnerable nuestro territorio por el narcotráfico, eliminar la tabla del consumo de droga, renegociar deuda interna y externa a mayores plazos y bajas tasas de interés, traer inversión extranjera que se les asegure por sobre todo seguridad jurídica, trabajar mancomunadamente con los organismos de control: Contraloría, Procuraduría, Fiscalía, para meter presos a todos los corruptos de los dos últimos gobiernos. Solo así el país sabrá que el gobierno actual está dispuesto de cumplir con lo ofrecido en campaña electoral.

  3. El enfoque del Ec Spurrier es bastante tenebroso como consecuencia de la proforma presupuestaria en donde El Presidente Lasso y su rookie Ministro de Finanzas parece que no se conocieran.En términos generales soy partidario de las políticas Kenesianas que prioriza la inversión social pero con crecimiento económico y minimizando el gasto superfluo. Dada las condiciones especiales que vivimos creo que deberíamos aumentar el déficit fiscal aumentando la deuda publica pero poniendo el ojo bien abierto para que no se roben el dinero. No es nada nuevo lo que planteo porque hay países como EEUU, Japon, Italia, Francia que tienen un déficit del ciento por ciento del PIB. Otro punto muy importante sería renegociar toda la deuda a una tasa la más baja posible. Ahí entra la política y buenos negociadores.

  4. Bastante serio el tema. El presupuesto es la evidencia definitiva de lo que una institución y en este caso el gobierno, valora. Es obvio entonces que hay un abismo entre el Presidente y el Ministro de Economía.

  5. Ahí faltó la pregunta obvia:

    Dónde recortaría Walter Spurrier los gastos del gobierno?

    Reduciría el presupuesto de las universidades? Las asignaciones a los municipios? Los pagos al IESS? El presupuesto de las Fuerzas Armadas?

    Recortaría los sueldos de los profesores? Las compras de medicamentos e insumos para los hospitales? Los pagos a proveedores del Estado?

    Reduciría el número de guías penitenciarios? El número de fiscales? El número de policías? El número de agentes de aduana? El número de guardaparques?

    Eliminaría las Superintendencias? El INEC? El Registro Civil?

    Haría algo con respecto a esas agencias del gobierno que regulan los precios del arroz, el banano, o la leche? O con esa agencia que NO entrega licencias de conducir ni placas para los vehículos?

    Ya no hay los innumerables ministerios que había en la época de Correa. Ya no hay empresa de ferrocarriles, ni correos, ni aerolíneas.

    Quedan por ahí unas tres empresas grandes (telecomunicaciones, electricidad, petróleo) donde campea la ineficiencia y la corrupción. Spurrier es partidario de venderlas? Eliminarlas? Qué haría?

    En definitiva, cuando los analistas hablan de “reducir el tamaño del Estado” cómo proponer pasar del discurso a la práctica?

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