El pasado domingo Alemania tuvo elecciones para definir quien reemplazará a Ángela Merkel al frente del Gobierno alemán y cuales serán las fuerzas políticas que guiarán al parlamento o Bundestag como es conocido. El partido Social Demócrata (SPD) vencedor de la contienda que fue seguido de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), quiere posicionar a Olaf Scholz. La UDC hace lo suyo con su rival Armin Laschet quienes compiten por obtener el mandato para formar mayoría para un nuevo gobierno. Cualquiera de los dos necesitará el apoyo del Partido Verde de Annalena Baerbock para reemplazar a la Canciller saliente.
Este panorama que genera inquietud para Europa, esta íntimamente relacionado con el vacío de liderazgo que deja para el bloque europeo la partida de Ángela Merkel. Hasta el punto que recientes encuestas en Europa dejan saber que un tercio de los europeos (34%) piensan que el liderazgo de Alemania puede estar decayendo frente al 21% que afirma que se mantiene firme. Y es que el liderazgo de Merkel trascendió las fronteras alemanas para ser una fuerza motora de la nueva mirada europea frente a los temas globales tan acuciantes como la crisis migratoria de Siria, la crisis del 2008 o el calentamiento climático.
Muchos analizan su estilo de gobierno y su sistema de negociación y afirman que ella ha sido fundamentalmente silenciosa, observadora y lenta para reaccionar. De lo cual se afirma se puede sacar nuevos modelos para negociación política, como lo reseñara George Packer en 2014 en su artículo en el New Yorker titulado “The Quiet German” o la Alemana Silenciosa.
Su formación científica ha sido la base de un sistema de análisis permanente, una gran capacidad para escuchar y hacer preguntas escudriñando la realidad sin sesgos. Su credibilidad se desprende de una enorme capacidad de ir a lo concreto y mantener altos niveles de coherencia en sus acciones. Su austeridad y sencillez la hicieron colocarse al nivel de sus ciudadanos, restando a las críticas superfluas que le criticaban por repetir su ropa demasiado o hacer sus propias compras en el supermercado como cualquier ciudadano común, transmitiendo siempre una capacidad de ir a lo relevante y dando la sensación de no distraerse en el camino.
Esas características la colocaron en la cima política mundial, denominándola inclusive, hasta hace poco, la líder mundial más representativa del “mundo libre” y la mujer más poderosa del mundo. Pero quizás uno de los aspectos más atractivos de su estilo de manejo y negociación política, que la convirtieran en líder mundial, es el hecho de que muy tempranamente, como hija de Alemania del Este, aprendió del arte de quedarse callada sobre sus próximas movidas, cual ajedrecista. Esa prudencia sobre las creencias, conceptos y planes que resulta imposible para la mayoría de los políticos hoy día quienes tratan de posicionar a toda costa su pensamiento para ganar posiciones. Su estilo de negociación se ha convertido en materia de estudio, resumiendo su estilo en tres conceptos: tomar la posición de un externo para no perder objetividad, escuchar para obtener la mayor información sobre los problemas y favorecer el análisis crítico para evitar la impulsividad en las decisiones evitando la intuición, y favoreciendo la racionalidad.
Su legado luego de diez y seis años deja un manual para los políticos modernos, de cómo ser capaz de acumular poder sin usarlo para sí, de cómo lograr coaliciones con base en la credibilidad y coherencia, y de cómo ser capaz de liderar sin imponer. Su imagen reseñada en una foto en la Cumbre del G7 del 2018 frente a varios líderes mundiales hablará por mucho tiempo de un verdadero legado. Y dará lecciones tanto a hombres como a mujeres sobre cómo construir liderazgo genuino.
Sin duda alguna su imagen trasciende fronteras hoy para iluminar al mundo político sobre qué clase de líderes requiere el mundo para lograr consensos, sobre todo en una época convulsa y con enormes desafíos globales. Los zapatos de Ángela lucen sin duda grandes, esperemos que quien sea su sucesor o sucesora dé la talla.
María Amparo Albán es abogada y catedrática universitaria.
El mayor legado de Merkel ha sido su dedicación absoluta a lograr el BIEN COMÚN en un marco de democracia y libertad. Su rol consistió siempre en hacer que todos los actores políticos, económicos y sociales se sienten a DIALOGAR, y a encontrar soluciones que beneficien a todos.
Uno de los ejemplos más ilustrativos ocurrió durante la crisis financiera del 2008. En Estados Unidos, el gobierno dejó que la burbuja inmobiliaria se infle y explote; luego, al ver el desastre causado, lanzó un enorme salvataje a los mega-bancos y corporaciones; finalmente lanzó otro salvataje a la clase media y a los pobres. Todo ello a un costo monetario altísimo, y con enorme desempleo.
En contraste, Merkel actuó de manera inmediata, inteligente, enérgica, y democrática. En cuanto hubo señales de que la crisis iba a tener un impacto global, Merkel convocó a los representantes de las empresas, empleados y gobiernos locales. Entre todos acordaron distribuir equitativamente los sacrificios: los empleadores se comprometieron a no despedir a sus empleados; estos, a su vez, aceptaron recortes en los sueldos; el gobierno federal y los estatales, proporcionaron subsidios para que las empresas sigan funcionando. De esta manera, Alemania no sufrió el desempleo masivo que tuvieron otros países. La economía continuó funcionando. Alemania salió de la crisis fortalecida.
El “modelo Merkel” fue aplicado durante la pandemia: gobierno proactivo, sacrificios equitativos, beneficios para todos. Así, Europa superó la pandemia sin sufrir el colapso económico ni la convulsión social que está afectando al resto del mundo.
Tenemos mucho por aprender!!!
Estimada doctora:
El comportamiento de la señora Merkel, podría haber tenido su origen en su conocimiento de la Biblia, también.
Ser paciente, saber escuchar, ser lenta para la ira.
Saludos cordiales.
Solo una sugerencia. Al escribir sobre la doto en el G7, podría haber puesto un link para observarla, cómo lo hacen en otras ocasiones. Muy bien articulo