Ecuador merece mejores políticos

lectura de 5 minutos

Vientos de bloqueo amenazan el panorama nacional, algo que se parece mucho a un viaje al pasado. A ese pasado de la alta polarización que solo refleja que el país ha navegado en círculos los últimos años, pues nunca aprendió a dialogar.

A la crisis económica, fiscal y sanitaria ahora se suma la crisis política que ahonda el entrampamiento que vive el Ecuador y que, como cereza al pastel, decora un escenario devastador. Ya que en un ambiente lleno de necesidades, de falta de trabajo, de falta de seguridad ciudadana y, sobre todo de falta de una visión de país que convoque a todos a arrimar el hombro, no hay otra alternativa o prioridad para el órgano legislativo que cerrar las puertas y quemar los barcos y levantar las lanzas al grito de guerra!

Nadie pensó que este nuevo periodo presidencial sería fácil ni que el Ecuador navegaría esta crisis por un río calmo. Esto no solo por el escaso número de asambleístas del partido de gobierno y por la falta de negociadores políticos que le garanticen alianzas sólidas sino, además, por la voracidad del discurso político de sus adversarios, que no solo advirtieron que no le extenderían la mano al gobierno sino que aprovecharían cualquier oportunidad para entramparlo. Así, no extraña que esta Asamblea Legislativa haya devuelto un proyecto de ley sin discutir, cerrando las puertas a cualquier diálogo sobre temas tan fundamentales.

Este gesto ha dejado saber a la colectividad ecuatoriana que en ésta Asamblea Legislativa liderada por error o por acierto por Pachakutik, “se hace lo que les gusta a un grupo o no se hace nada”. Un proyecto de ley que, aún imperfecto y con errores, pudo abrir un gran diálogo nacional sobre el empleo y la reactivación productiva en momentos tan críticos para el país, fue devuelto. Así una importante alternativa para revitalizar la economía ha quedado sepultada por los egos y por los cálculos políticos eso sí, con un suave gusto a revancha que queda en el paladar. ¿Qué pensarán los asambleístas que constituye su labor primordial, sus competencias de ley y su deber político? ¿Para qué están listos? ¿Cuáles son sus capacidades? ¿Quiénes son estos ciudadanos que representan la sociedad que necesita trabajo, que necesita un futuro para sus hijos?

La polarización es el cáncer de hoy que se multiplica por la falta de capacidades y de educación de la clase política. Así solo hay una verdad posible: la verdad impuesta. Hoy no hay espacio para verdades construidas, para verdades que pertenezcan a varios, o a todos. Hoy hay solo dos grupos en política: los vencedores y los vencidos. Los que aciertan y los que yerran. Los que pueden y los que no pueden. Los de la buena ideología y los de la mala ideología. Y al ciudadano común, que mira con preocupación de lejos, le piden tomar un bando como si alinearse solucionara sus problemas de deudas, de desempleo y de falta de oportunidades. Como que no supiera que la verdad no pertenece a nadie sino que es la suma de verdades que, por turnos, aparecen en el espectro político.

Suena a que debieron de haber pensado bien antes de apoyar a quienes no han aprendido a dialogar. Ahora suman el caso de “Pandora Papers” que si bien merece todas las explicaciones del caso al más alto nivel y transparencia en todas las instancias, es el nuevo tema legislativo que consumirá toda su atención y energía. La falta de empleo, la falta de seguridad pasarán de largo a ponerse a la cola de todo los cambios  importantes que necesita el país para salir de su crisis y que aguardan desde hace mucho en los pasillos de la Asamblea Nacional. Esperando que con suerte algún día los políticos legislen sobre lo importante y no para las coyunturas políticas, para sus cálculos, para sus componendas y sus sainetes, con el fin de ganar popularidad e imponer sus verdades, medias verdades o yerros completos.

El diálogo es la herramienta para enfrentar las crisis. Sin diálogo no hay futuro. El país merece un diálogo serio entre los poderes del Estado para avanzar, tanto como merece una mejor clase política que pueda enfrentarlo con seriedad.

María Amparo Albán es abogada y catedrática universitaria. 

2 Comments

  1. Se dice que los pueblos, tienen los políticos que se merecen……pero ya basta con el nuestro….que pesar…¡

Comments are closed.