Hace pocos días los vecinos de la ciudadela Urdesa se encontraron con la última ocurrencia de la Municipalidad de Guayaquil: pintar los postes de la ciudadela de colores turquesa y naranja, incluidos los postes de alumbrado público de CNEL y los tachos de basura. El proyecto, si es que así se puede llamar, no consta en el portal de Compras Públicas, por lo que es imposible conocer el presupuesto invertido para ello, así como la persona o empresa contratista encargada de llevar a cabo la obra. La alcaldía de Guayaquil tampoco ha querido facilitar esa información hasta ahora.
Guayaquil tiene múltiples problemas que solucionar que parecen bastante más prioritarios y urgentes que pintar los postes de un barrio con colores estridentes. Muchas calles de la ciudad, incluidas calles de Urdesa, se encuentran en pésimo estado sin que se haya producido su reparación antes de la llegada del invierno. Eso en lo que se refiere a barrios donde las calles se encuentran asfaltadas porque existen sectores de la ciudad en que las calles ni siquiera se encuentran asfaltadas. Los boletines emitidos por la Alcaldía de Guayaquil, en los que señala que la pintura de los postes se enmarca dentro del concepto de “Nueva Ciudad” para convertir a Urdesa en un destino turístico gastronómico, parecen una tomadura de pelo a los guayaquileños quienes miran con impotencia cómo la administración municipal de Viteri destina los recursos municipales a obras carentes de sentido.
Guayaquil es una ciudad que arrastra problemas de planificación urbana desde administraciones pasadas. La ciudad carece de áreas verdes que permitan mitigar los efectos del sofocante calor que padecen los guayaquileños durante los meses de invierno, sin embargo, según la alcaldía de Guayaquil se está llegando a la cifra recomendada de áreas verdes en la ciudad, lo que no se ve reflejado de ninguna manera en los barrios y avenidas de la ciudad. Basta dar una mirada a la ciudad desde las alturas para comprobar que se trata de un bloque de cemento en el que las áreas verdes brillan por su ausencia. Es evidente que eso no es responsabilidad exclusiva de Viteri, ya que en las administraciones anteriores tampoco se puso atención a este tema, pero lo que sí es su responsabilidad es priorizar las obras que necesita la ciudad y destinar los recursos que administra de la forma más eficiente posible.
Resulta paradójico, asimismo, que en la situación actual la alcaldesa Viteri decida construir una piscina de olas en el Batallón del Suburbio con capacidad para ochocientas personas. No está en discusión que los barrios más desfavorecidos de la ciudad deben contar con sitios públicos de esparcimiento; no obstante, existen necesidades más acuciantes en dichos sectores que deben ser atendidas antes de llevar a cabo una obra de esta envergadura cuyo costo sobrepasa los dos millones de dólares. Por si lo anterior fuera poco, la entidad encargada de llevar a cabo la obra será la Fundación Siglo XXI, la misma que se encuentra cuestionada por el significativo incremento en el precio del contrato de limpieza de las áreas regeneradas, lo que pone aún más en duda la necesidad y oportunidad de este proyecto.
Otro de los graves problemas que padece Guayaquil todos los inviernos son las inundaciones. Las administraciones socialcristianas se han limitado a responsabilizar a las intensas lluvias y a la marea alta de que la ciudad se inunde todos los inviernos en cuanto aparecen las primeras lluvias. Nada se ha hecho durante todo este tiempo para intentar solucionar – aunque sea de forma parcial – este problema, pues tal parece que no se encuentra dentro de las prioridades de las administraciones de la ciudad.
Todo lo anterior lleva a plantear la pregunta: ¿cuáles son las prioridades de Viteri y su administración municipal? Hasta el momento da la impresión de que sus prioridades son pintar postes, hacer piscinas e invadir la pista del aeropuerto, porque los verdaderos problemas de la ciudad siguen sin solución.
Ricardo Flores es abogado.
Otra obra carente de sentido, son las obras para la ciclo vía, cuyas rutas están desconectadas, afectan el tráfico vehicular, afectan a centenas de negocios, están subutilizadas pues son inconexas. En cambio es de aplaudir la ciclo vía de Samborondon, que tiene una ruta activa y consistente en distancia, y tiene una programación de uso con horario definido los fines de semana y que no entorpece el tráfico. Excelente ejemplo a seguir.
Si esto sucede en grandes ciudades donde sus autoridades saben que tienen miles de ojos escrutadores sobre sí, imagínense lo que ocurrirá en ciudades pequeñas. Un alcalde enancha las veredas el siguientes las estrecha; o saca las piedras de la calle adoquinada, las lava y las vuelve a colocar en su sitio, o construyen piscinas donde no hay agua. Y así, con obritas intrascendentes pasan sus autoridades esperando que pronto culmine el mes y los “acuerdos entre privados” sean sustanciosos. Es una SUERTE RARA tener un alcalde con visión de ciudad, que emprenda obras esenciales para su desarrollo efectivo. Por eso estamos como estamos. ¿Y su gente? Contenta si le dan una función de payasitos por lo que hasta los reelegirán. ¿De quién es la culpa?
Ya con el nombre de “Fundación Siglo XXI”, se te paran los pelos de punta..Y que pasa que no se agiliza la “investigación “y “hasta las últimas consecuencias “, de ésa invasión a la pista del aeropuerto, que usted menciona? Mientras no le den su estate quieto a Viteri, ella seguirá haciendo de las suyas…pobre Guayaquil!!
No sea maldito, dejele… esta en su luna de miel…. O qué es mas importante?
Dentro de los desaciertos de la administración q son muchos, hay también aciertos pocos pero vitales para la ciudad, solo para citar el principal dotó a la ciudad de un espacio de salud para la atención médica como es el hospital Bicentenario.