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Democracia versus izquierda autoritaria

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Es un hecho que en Latinoamérica las tendencias políticas se están moviendo desde los extremos. Y eso repercute indiscutiblemente también en el Ecuador. Desde hace un tiempo los movimientos que defienden los autoritarismos venezolano, nicaragüense y cubano, se están organizando y han venido trabajando arduamente en una agenda de lo que llaman eufemísticamente “recuperación de la tendencia progresista en  Latinoamérica”.
Articulados  desde  el Grupo de Puebla,  –bastante organizado– vienen desarrollando orgánicamente planes de trabajo y estrategias políticas, al tiempo que fortalecen sus estructuras en la región, apoyando perfiles funcionales a sus objetivos.

Dicho trabajo empieza a dar sus frutos, si se piensa en los resultados electorales recientes en Perú, Chile y, posiblemente, lo que se viene en  Colombia y Brasil. Si los procesos electorales de éstos últimos se decantan por donde se avizora, entonces estaremos con una Latinoamérica que vuelve a inclinarse hacia  la izquierda autoritaria.

Esto, en teoría, no estaría mal si las visiones, conceptos y principios rectores que defiende el Grupo de Puebla –que lidera ese plan–, respondieran a principios  enmarcados en derechos, libertades; más inversión, más progreso, etc. En suma, más democracia. Pero esa no es la realidad. Sus postulados más bien se mueven alrededor de reinvindicar a los gobiernos de Maduro, Ortega y el cubano, en su sentido más amplio, inclusive en sus decisiones respecto a violación de derechos humanos. El liderazgo de esta corriente lo ha tomado México de la mano de López Obrador. Él ha manifestado el deseo de que ese país se convierta en el faro del retorno del socialismo del siglo XXI y cuenta, además, con lobbista internacional propio: José Luis Rodríguez Zapatero. Él  se  dedica a abrir puertas para los jefes de Estado autoritarios de izquierda, más allá de sus fronteras.

Como parte de esa agenda, exacerbar la polarización es una estrategia que está siendo usada y que busca cercar a los gobiernos liberales que, valga decir, quedan bien pocos en Latinoamérica. Estos se han llevado la peor parte en la pandemia porque les ha tocado enfrentar el virus en un escenario de poco músculo económico, una migración incontenible, sistemas de salud saqueados etc. Entonces, el manejo de la pandemia está siendo utilizado para construir relatos peyorativos que buscan generar en la ciudadanía resistencia, odio y revancha contra los gobiernos liberales o de centro derecha.

Pero no todo es blanco y negro y en la vereda de enfrente y, en contraposición, la presencia del partido populista de derecha español VOX, está trabajando por su lado para ganar adeptos en Latinoamérica en lo que ellos llaman, “alianza internacional para contrarrestar el comunismo en la Iberosfera” y, para lograrlo, han visitado varios países de Latinoamérica incluyendo el Ecuador. Lo han hecho blandiendo un documento: la Carta de Madrid que ha sido firmada por políticos despistados. Sin embargo, el mencionado movimiento es conocido como de extrema derecha porque defiende posiciones nacionalistas y ultraconservadoras. Es decir, representan exactamente el otro extremo, manejando también un discurso polarizante y estigmatizante, tratando de halar y ganar adeptos hacia ese extremo.

Lo lamentable es que, ante esa realidad y la ausencia del centro, la ciudadanía que siempre está en medio, no tiene a dónde regresar a ver y como siempre, termina más confundida que nunca porque no quiere vivir el escenario nicaragüense ni cubano, peor el venezolano, pero tampoco está de acuerdo en someterse a un oscurantismo moral que signifique regresión de derechos.

Ante esto, hay que preguntarse ¿dónde están los partidos de centro? ¿Qué están haciendo por salvar el pensamiento democrático coherente; ese que promueve el diálogo y el consenso? ¿Hay alguien trabajando por generar nuevas propuestas con visión social –no populista–, en clave de derechos humanos y en consonancia con el ambiente y otras causas de forma genuina? La respuesta es que no se ve a ningún movimiento ni partido que esté preocupado por eso y, si siguen así, Ecuador también caerá en el juego peligroso de la polarización extrema. Alejadas del centro, las opciones para las futuras elecciones serán sin duda propuestas desde los extremos.

La polarización está siendo parte de una agenda con objetivos claros y hacer el juego a ese propósito es peligroso: es preciso estar alerta. Ante esa amenaza, quizás convenga empezar a buscar el centro.

Ruth Hidalgo es directora de Participación Ciudadana y decana de la Escuela de Ciencias Internacionales de la UDLA.

7 Comments

  1. El “izquierdismo” autollamado “progresismo” es la mafia mas grande que opera en el planeta en la actualidad. Se ha infiltrado incluso en el mismo gobierno de los Estados Unidos. Y no es que la derecha sea la buena necesariamente. El problema es mas complejo. En varias universidades en el mundo, mientras los estudiantes STEM estan estudiando y desde jovenes buscando hacer negocios, una fraccion alta de estudiantes de las areas sociales lanzando piedras a policias y cuidadanos, pintando grafitis, “filosofando” bajo el efecto de la mariahana y otras hierbas. No hay que olvidar a los “lideres sociales”, tipo Y. Perez, que no se sabe de donde diablos saca dinero para vivir porque nunca paga ni un dolar de impuestos (la mafia referida da su tajada a sus devotos y peones?). Curiosamente, todos los “revolucionarios”, luego de llenar los bolsillos robando despiadadamente a nuestros paises, van al Estado mas republicano de los EEUU, Florida, porque es el mejor lugar para disfrutar de sol, arena, y porsupuesto, LIBERTAD.

    Tampoco es que haya una “derecha”. Hay varias pseudoderechas que solo buscan mantener sus intereses a buen recaudo. El ejemplo mas visible es el PSC de Ecuador, que ni se ha percatado de que si vuelven los correistas es, esta vez, a no soltar el poder por ningun motivo (y obviamente los arrogantes PSCs seran los primeros en quedarse sin pan ni pedazo).

  2. AMLO no es ningún extremista. Aparte de su permanente tono populista, ha gobernado con pragmatismo. Mantuvo relaciones cordiales con Trump; frenó la migración ilegal; firmó un nuevo acuerdo comercial con EEUU. En cuanto a la pandemia… hizo lo que pudo…. igual que casi todos los demás líderes regionales. Las elecciones de medio periodo fueron limpias, y el partido de AMLO conservó un amplio apoyo popular. En resumen: nada parecido a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

    En Chile, la victoria de Boric NO puede interpretarse como un “regreso de la extrema izquierda”. Boric ganó por la misma razón que Lasso ganó en Ecuador: era el candidato MENOS MALO en la segunda vuelta. Boric no tiene ni la fuerza politica ni la legitimidad para imponer una agenda de extrema izquierda. Será un gobierno como el de Lasso: débil, sin mayoría parlamentaria….. Igual al gobierno de Castillo en Perú.

    • Eso de que Boric es la mejor opción de las peores ya era cuestión de gustos. Depende si te gustaba más Pinochet o Maduro.

  3. Colombia y Brasil estoy bastante convencido que van a caer. Solo queda Ecuador y Uruguay que en el caso del primero me parece que eventualmente va a caer porque así es este país y del segundo no estoy tan seguro pues el gobierno de Pou ha sido decente y tienen al ejemplo argentino para acordarse del riesgo del populismo de izquierda. Próximamente Latinoamérica será América Soviética.

    • Trump hace rato que no gobierna. Y parece que AMLO gobernase para los gringos en lugar de los mexicanos entonces. El norte de México es prácticamente un país aparte, dejó ir al hijo de El Chapo confirmando quiénes gobiernan el lugar. Hay mucho descontento por las medidas para la pandemia, la falta de medicinas, y el precio de la gasolina.

  4. Hay una cuestión en la psicología de que cuando entra una persona inestable en un grupo de personas saludables, la persona inestable termina volviendo inestable al resto. Los partidos de centro derecha son inestables, no existe una opción “democrática” pues todos se han arrodillado ante las formas de la izquierda quienes hábilmente controlan la moral y los derechos traducidos en el uso del Estado para el clientelismo y la centralización de toda actividad humana bajo el mando de unos iluminados que todo lo saben y que todo lo ven. Por otro lado los partidos tradicionales son corruptos y dirigistas. Incluso los partidos socialdemócratas últimamente no tienen ninguna diferencia con los socialistas o los comunistas. Con la caída de Colombia y Brasil, Ecuador terminaría no solo cayendo sino también aplastado dado el mismo razonamiento del inicio. Y ante tal escenario tocaría pensar si una opción “moderada” es suficiente para evitar la caída o si tocará buscarse una opción más a la altura de las circunstancias para dar la lucha. Si se podrá seguir con la diplomacia o tocará mandar al ejercito en sentido figurado.

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