El presidente de la República anunció el fin de semana la posibilidad de consultar al pueblo en las próximas elecciones. No especificó qué preguntaría a los ecuatorianos. Solo habló de la necesidad de hacer una reforma al sistema judicial y de incluir en la consulta la reforma laboral. Es poco desde el punto de vista informativo. Pero, políticamente, el presidente prueba su sentido de la oportunidad: retoma el tema de la crisis de la Justicia -que evidenció la embajada de Estados Unidos al anunciar el retiro de visa a algunos jueces, abogados y empleados del sector Justicia- y trepa a la tarima la reforma laboral. Ese nuevo código es importante en su diseño económico y debe enviarlo a la Asamblea en estos primeros meses del año.
Tomar la iniciativa es, por supuesto, develar elementos de su estrategia política y exponerse a verla diseccionada. Y eso ya empezó. El presidente anuncia movidas que hará en un año largo. Es un gran lapso. Uno de los factores esenciales, en su caso, es poder prever resultados en las cosas que desea cambiar. No se antoja evidente porque es imposible vaticinar lo que sucederá en un año y el nivel de popularidad que entonces lo acompañará. Liderar una reforma judicial, a pesar de la cautela que tuvo al anunciar que pedirá ayuda a los organismos internacionales, lo confronta, irremediablemente, al recuerdo de la metida de mano a la Justicia por parte de Rafael Correa. En la reforma laboral, su anuncio podría nutrir una pregunta contraproducente: ¿no acaba de levantar el pie del acelerador cuando lo que convenía era mantener la presión para que la Asamblea viabilice esa reforma o corra con el costo de no hacerla?
El presidente vuelve a la consulta popular como un instrumento político susceptible de generar transformaciones profundas; imposibles de lograr con su baja representación en la Asamblea. Vuelve a anunciar una consulta sin que en el horizonte político haya cambiado nada que asegure que, en un año, y en plena efervescencia electoral, la consulta, si la convoca, no sea lo que siempre ha sido en Ecuador: un plebiscito sobre el primer mandatario.
Nada ha hecho el gobierno para que, en una consulta, no prime el carácter plebiscitario sobre los temas llevados a las urnas. Ese es parte del cambio cultural que se pensó que implementaría el gobierno del presidente Lasso. Porque hay temas de transición hacia una nueva era que la Asamblea -por miopía, cobardía o defensa del statu quo- no emprenderá. La cuestión laboral es una de ellas.
El gran déficit político y de comunicación de esta administración está ahí: en no haber entendido que el gobierno debía explicar a los ciudadanos las condiciones del nuevo momento y la necesidad, para asumirlo exitosamente, de crear nuevos instrumentos educativos, laborales, de producción y de solidaridad. Esa ruptura cultural requiere altas dosis de pedagogía. Fue claro, desde el inicio de su gobierno, que Lasso necesitaba del aporte y el apoyo de la sociedad para gobernar en un momento en que la política nacional es, con especial vehemencia y con tan pocas excepciones, un ejercicio inequívoco de piratería.
El gobierno -también los demócratas del país- harían bien de darse una vuelta por el sistema político suizo: 70 referendos federales y 350 en el plano local en apenas diez años. Una sociedad que opina y decide, que obliga a los políticos a acordar (para que las leyes que votan sean aprobadas en las urnas) y que entiende que los resultados de las consultas, cuando versan sobre temas fundamentales, son inciertos. Pero que también entiende que lo que hace la sociedad, la misma sociedad puede deshacerlo y que cuando zanja con su voto un asunto, sus opositores dejan de cuestionarlo. En Suiza, ningún gobierno se cae cuando pierde una consulta.
Ecuador sigue empeñado en bailar en la misma baldosa. Y el presidente Lasso no ha encontrado el mecanismo para romper ese inmovilismo que produce la descomposición social, política e institucional que se observa. El anuncio de la consulta popular, en ese sentido, deja intacto el tablero político y, sobre todo, el momento político.
Foto: Presidencia de la República.
NO ENTIENDE EL GOBERNANTE QUE A GRANDES MALES GRANDES REMEDIOS… frase que aplicaban nuestros abuelos para arreglar la vida sea en familia o en comunidad. El gobernante debe sincerar que esta al frente de un pueblo ignorante en su mayoría, desnutrido, carente de valores y por ultimo a falta de todo: sapo vivo. Somos un pueblo de cholos sapos y vagos
Que hacer: el camino es largo, larguísimo pero si no se empieza…cada vez iremos mas al abismo. Por ejemplo, el gobierno no debe apostar al metro de Quito, porque será plata botada al caño. El metro de Quito fue una viveza de correa y barrera: en Colombia un periodista decía: todo político sueña con construir un metro – porque hay bastante dinero para robar – El metro de Quito no funcionara nunca, porque es una herramienta de alto conocimiento y modernidad. Debajo una herramienta del primer mundo, encima la estupidez mas colosal: calles sin semáforos, con baches, sin veredas, sin semáforos, sin policía de transito sin señalización, sin paradas, sin sin sin sin etc. etc.
Cuando se inicia la reforma administrativa para recortar la burocracia inepta y corrupta. NO solo es pierdo con el ladrón que se roba un balde de agua. SE PIERDE mas con el inepto que deja la llave de agua abierta. El organigrama del municipio de Quito, es un Frankestein…
como dice el Canciller de la USFQ: tarados
La comparación con la forma de hacer las cosas entre el Ecuador y Suiza me parece muy traída de los pelos. Los suizos hacen consultas a un pueblo con un alto índice de educación y pocos habitantes, en cambio, Ecuador hace una consulta a un pueblo que, en su mayoría, raya en el alfabetismo, no contribuye al estado pagando impuestos y no se involucra con el desarrollo del país para nada.
HOWARD NEAL GEORGE BUSTAMANTE
Comparar al paisito de nombre, de la línea geográfica imaginaria, con Suiza, con Singapur o con Austria o con Noruega, es simplemente impracticable.
El sistema político del presidencialismo está agotado, solo sirve para que aventureros cuenteros y populistas inmorales lleguen al poder.
Mientras Lasso quiera seguir gobernando con la bazofia de Montecristi hecha por PODEMOS a la medida del autoritario mameluco, simplemente será un presidente más de la republiquita.
Ya apenas le queda 3 años cuatro meses, tiempo insuficiente para, ni siquiera salir de la pandemia, peor de la ultra pandemia de la corrupción, sembrada con todas las cepas, desde hace 14 años, por los mafiosos de la delincuencia organizada.
Si logra la paz ciudadana y la seguridad social será un gran logro.
Solo tiene que disponer que policías y militares controlen la frontera con Colombia para que los narcos no entren la droga por las carreteras del país para almacenarla en Guayaquil, Manta, etc. y contaminar las exportaciones.
Es inaudito, que la droga se pasee libremente más de 600 kms. por los caminos del Ecuador sin que nadie la detecte.
Reforme la ley de los milicos para que puedan convertirse en una especie de policía militarizada y declaren la guerra total a los narcos.
Y que los fiscales y jueces ineficaces y corruptos no favorezcan a los delincuentes y enjuicien a los policías que tienen que defender la vida de los ciudadanos.
O los narcos mexicanos y criollos y colombiches se toman el Estado y nos jodemos o el gobierno toma en sus manos la defensa de nuestra soberanía, y recuperamos la paz de este paisito de Manuelito.
Una pena decirlo , pero en este tema de la posible Consulta Popular , el Gobierno , aparentemente , no tiene una idea clara y contundente de lo que debe hacer ; siendo como es , un asunto de fundamental importancia , para enderezar nuestra torcida política .
La democracia en nuestro país, es débil, en donde los que se autodenominaban partidos políticos honestos y responsables resultaron ser unos ladrones, como Iza y Vargas solo buscan la destrucción del país, la consulta popular es la única herramienta de la cual dispone el presidente Lasso para que las cosas marchen positivamente.
Al Presidente Lasso se lo ve muy dubitativo; como que le hace falta un buen equipo asesor. Debió tomar al toro por los cuernos desde el inicio de su gestión. No solo es el Sistema judicial el que necesita reformas. Ahí tenemos a la CuCuRuCúP (¿o es CPCCS?) predispuesta a los amarres para protección de compadres. Los presidiarios de cuello negro que devengan un “poquito no más” de días en la cárcel y luego salen libres sin devolver un centavo porque son chiros; los operadores de la justicia les prohíben enajenar bienes luego de unos cuantos años de estar procesados; así el vivo queda solo con la bicicleta; y para que vean que son bien intencionados con la patria, quieren pagar sus grandes cuentas con su cacharro y su intelecto como el Aleccei (o sea, que le devuelvan el empleo); contratos a dedo de obras que se caen no más porque así mismo es o de refinerías que no vemos porque somos lelos; la elección de alcornoques para instituciones de alta responsabilidad con la funcionalidad del Estado, como la Asamblea. En fin, quienes sufrimos el desbarajuste en el que se desenvuelve el país, ansiamos un cambio de 180°, para no marchar en el mismo terreno.
En nuestro país, donde la democracia es tan frágil, tan débil, y donde prima la ignorancia de los que fungen de representantes del pueblo en la Asamblea y dicen no a todo con tal de acomodarse para obtener réditos personales, donde los que se autodenominaban partidos políticos honestos y responsables resultaron ser unos pillos, pajarracos de alto vuelo, donde los sindicalistas y talibanes criollos como Iza y Vargas solo buscan la destrucción del país, la consulta popular es en verdad la única herramienta de la cual dispone el presidente Lasso para que las cosas se enrumben positivamente. Y si se llega a esa instancia, seguramente la gran mayoría del pueblo que somos cerca del 80%, apoyaremos a los cambios que el presidente promueve a fin de que el Ecuador salga adelante. Y tenemos que lograrlo porque el país ya no aguanta más, ya tocamos fondo con Correa y Moreno y debemos reflotar para no caer como Venezuela o Argentina, o Nicaragua, o Bolivia, etc. en las garras de dictadorzuelos criminales como Maduro, Ortega, Morales, etc.
Los países liderados por gobernantes autoritarios, como Correa, han colapsado después de que el autócrata deja el poder. Los gobernantes de mano dura no garantizan la estabilidad sino que erosionan los cimientos de la gobernanza y que queda listo para las luchas fraticidas. Hace poco, el exmandatario Jimmy Carter advertía: “actualmente nuestra gran nación se tambalea en el borde de un abismo cada vez más grande. Sin una acción inmediata, corremos un verdadero riesgo de entrar en un conflicto civil y perder nuestra preciada democracia”. Los ROBOlucionarios ejercen poder e influencia a través de una desinformación implacable que sigue dividiendo a los ecuatorianos. El sufrimiento económico, el aumento de la desigualdad, el ferviente descontento con los gobernantes han impulsado un movimiento pendular que se distancia de los líderes de centroderecha y de derecha como el gobierno de Lasso.
RAULIN:
Que pena que Lasso está desaprovechando brillantes oportunidades de hacer los cambios urgentes que requiere el país para que sea gobernable. Primero no implementó la “muerte cruzada” cuando su gobierno tenía todas las ventajas para hacerlo; y ahora, en lugar de llamar a una consulta para enterrar la inmanejable Constitución de Montecristi y entre en vigencia la anterior que nos regía antes de la debacle del correismo. Las oportunidades no se presentan dos veces!!!!!!!
Lasso debió llamar a consulta popular para botar a la basura el Mamotreto de Montecristi, con sus innumerables taras conceptuales y revoltijos gramaticales.
No lo hizo. Perdió la oportunidad histórica de darle al Ecuador una Constitución limpia, clara, sencilla, comprensible para todos.
El resto es puro show, una serie de globos de ensayo para mantener algún protagonismo.