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Los narcos en un país descuajeringado

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¿Qué propuestas hay sobre la mesa de la conversación pública para luchar contra la delincuencia producida por el narcotráfico que tiene alarmada a Guayaquil? ¿Qué proponen los líderes políticos que, velada o abiertamente, critican al gobierno? Claro, muchos preguntarán primero, con toda la razón, quiénes son los líderes políticos. Cualquiera estará tentado de bucear en la papeleta de candidatos presidenciales: Andrés Arauz, Yaku Pérez, Xavier Hervas, Gerson Almeida, Lucio Gutiérrez, Carlos Sagnay, Isidro Romero, Pedro Freile, César Montúfar, Giovanni Andrade, Gustavo Larrea, Guillermo Celi, Juan Fernando Velasco, Ximena Peña y Paúl Carrasco. Pero los resultados pírricos de la mayoría de ellos muestra que no tienen -que no tenían- liderazgo alguno que justificara su aparición en esa papeleta.

En la lista de líderes aparecen hoy -se quiera o no- Jaime Nebot, Xavier Hervas, Yaku Pérez… Y luego hay que pensar en los presidentes de los partidos o en los jefes de bloques parlamentarios; en su mayoría desconocidos para el grueso de la población. Eso condiciona y perfila su actitud: un claro desinterés por los temas de fondo. O una abierta irresponsabilidad y liviandad para tratarlos.

El narcotráfico y su violencia, tomados como meros ejemplos, prueban, otra vez, que el subdesarrollo de la sociedad política no es una ficción. Esa sociedad habla y tiene la mira puesta en el gobierno de turno y nunca se refiere, o evoca, al Estado ecuatoriano. El mensaje que llega a la sociedad en general es patético: no hay nada -ni vínculo ni interés- que sea transversal en el país. Nada que concierna e involucre a los ecuatorianos en general. Nada que permita pasar, en el marco político, del gobierno de turno a esa organización -el Estado- que liga a los ciudadanos, los cobija, los agrupa, los une mediante algunos pactos acordados y asumidos por todos.

¿Qué interesa al político que no administra el país? El gobierno de turno. Y le interesa para convertirlo en muñeco destinado a la fogata pública. El precepto comúnmente aceptado es que se debe destruir al gobierno de turno y, ante ese mar de desechos, erigirse en alternativa política. Ecuador -salvo el problema territorial con el Perú- no ha tenido, en las últimas décadas, ninguna política de Estado.

Ningún líder político del país ha practicado lo que se supone es su tarea y la de su partido: presentar propuestas concretas y viables y de esa forma competir, en la escena social y en la conversación pública, con las políticas del gobierno de turno. ¿Qué hacen? Desertar de esos espacios o decir generalidades, como hace Jaime Nebot. Los correístas, cuyo cinismo es inigualable, ponen incluso gráficos a circular con una narrativa desvergonzada: en su gobierno -dicen- las muertes violentas se redujeron. No dicen, por supuesto, que esa violencia era imposible que se produjera, pues el narcotráfico gozaba de complicidad institucional y de pistas de aterrizaje a la carta. Los radares chinos no servían. O estaban apagados.

El narcotráfico y la ola de violencia que provoca muestran, otra vez, que el país requiere políticas de Estado en sectores y temas donde se juega un destino común (la política exterior, la educación, la salud, la creación de empleo…) o está en juego la seguridad de la nación. Es peligroso, nefasto e iluso creer que cada gobierno puede refundar el país. O dejarse llevar por el síndrome del Llanero solitario.

Nadie duda de que el gobierno del presidente Lasso debe liderar las políticas y acciones contra ese flagelo. Pero es tan improcedente creer que lo debe hacer sin unidad institucional y apoyo explícito de la sociedad política democrática, como que los líderes de los partidos piensen que ese fenómeno solo afectará al gobierno actual y que pueden desentenderse de lo que ocurre.

Hervas y otros aspirantes a ir a Carondelet tienen que aquilatar la necesidad de construir y apoyar, desde ahora, doctrinas y políticas que defiendan la democracia, den unidad y sentido institucional al país. De eso depende que haya un tejido social y político que permita superar el estatus de país descuajeringado que Ecuador lleva pegado a su piel.

Foto: CNE.

5 Comments

  1. Hasta cuando los asesinos, culpables de los asesinatos en nuestro país. abusarán de nuestra paciencia? Quién a cuchillo mata a cuchillo muere. Israel respondió a los asesinatos organizando las operaciones Primavera de Juventud y Cólera de Dios, con el objetivo de castigar colectivamente a todos los responsables de la masacre. El servicio secreto israelí creó una unidad encubierta que sería ayudada por las células de información israelíes instaladas en Europa. Esta misión se conocería más tarde como Operación Cólera de Dios. Golda Meir y el Comité de Defensa Israelí dieron órdenes secretas al Mossad de matar, dondequiera que se encontrasen, a los once hombres de Septiembre Negro y del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) que planificaron y organizaron la matanza de los atletas israelíes.

  2. Muy buen artículo que deja ver que “cada quien lleva el agua a su molino”. En esa larga lista de “políticos” que solo se asoman en elecciones, (mientras tanto algunitos andan asegurando los amarres que les cubran las espaldas), falta el Iza, el mariateguista, y el Vargas, claro, (el segundo Presidente no puede faltar) que ya los van ha amnistiar en la Asamblea (que no distingue entre protesta y sedición), para que vuelvan con más ínfulas a sus andadas. Ojalá el país ahí se componga, ¡a palo!

  3. Lamentablemente somos el país de los desencuentros donde lo importantes es tener el poder sin saber que vamos hacer con él. Unos líderes quieren incendiar el país montados en su tractorcito, otros desde un ático critican la realidad que ellos mismo impulsaron y etc. De todos esos desencuentros lo único que queda es una sociedad cansada que abrió espacios para el crimen con leyes que facilitaban el microtráfico y se creó una masa crítica que terminó en la creación de carteles para regentar a tanto comerciante al menudeo. De vender gramos poco queda para extorsionar, asaltar, etc. Pues toca ahora mano dura dentro de un estado de ley, de igualdad en el uso de la fuerza; la política pública está para combatir las amenazas por medio del uso de las herramientas de PODER, una sociedad con miedo corre el riesgo de desintegrarse al perder la confianza en el Estado y se decanta por cualquier taumaturgo ya lo vivimos con Correa que aprovecho la indignación de la sociedad con los políticos, no podemos tener un nuevo Correa corregido y aumentado. Es hora de la mano dura dentro del estado de derecho.

  4. Sólo pienso que “… esa organización -el Estado-” no “liga a los ciudadanos”, los separa; no “los cobija”, los asfixia; no “los agrupa”, los colectiviza; no “los une -mediante algunos pactos acordados-“, los masifica; mediante ¿”pactos asumidos por todos”?, en verdad, no, obedecidos por casi todos, sí, lo que es distinto.

    Por lo demás, estoy de acuerdo en que nuestros políticos -eso que llamamos políticos acá, en Ecuador (Paúl Carrasco, el autopresidenciable para siempre; Yacu ex-Carlos Pérez, el que se ahogará en un vaso de agua eternamente; Gutiérrez, el expresidente devenido hoy en emprendedor de aguas aromáticas; Hervas, el cuasi outsider; Larrea el Gustavo, sí; Wilma Andrade, la inefable, cuándo no; Nebot, el exitoso; Romero el castigador; Tatamuez y demás jurásicos sindicalistas; Moreno, sí, Moreno, el del bochornoso discurso en Salamanca -¡Uff, qué desperdicio de condecoración!-; Celi el manaba; Velasco, quien fuera mal ministro y mal cantante siempre; en fin, las Llori, los Quishpe, los Cabascango, las Cabezas, etc.), tienen “descuajeringada” a nuestra nación. Pero no solamente los políticos lo hacen. También las élites y, por cierto, muchos de nosotros, los ciudadanos.

  5. Que fotografía tan poderosa. No he leído aún el artículo y entendí absolutamente todo. Excelente!

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