Si algo aprendió la humanidad, luego de la Segunda Guerra Mundial, es que los esfuerzos de la comunidad internacional para preservar la paz, deberán estar siempre enfocados en combatir a los autócratas con aires expansionistas. O al menos eso se creía.
Al parecer una de las lecciones históricas más caras está siendo pisoteada y los errores repetidos. Y sí, no es la primera que hay una intervención militar y no es la primera vez que esto ocurre luego de la caída del Muro de Berlín. Pero sí es la primera vez que una potencia militar tiene como objetivo la anexión territorial de un país vecino; la inició con Crimea en 2014 y no ha parado.
Más allá de los movimientos del Consejo de Seguridad para sancionar a Rusia por la invasión a Ucrania y su votación, once contra uno, se ve a un aliado de Rusia como es China priorizar la paz mundial y, con su abstención, hacer votos para construir un ambiente de convivencia pacífica. Esto no solo aísla internacionalmente al agresor sino que envía un mensaje contundente al resto: en estos momentos la comunidad internacional no está para solapar aventuras expansionistas.
Por fuera de los resultados de esta intervención militar se está demostrando que la apuesta rusa no está garantizada. La población ucraniana resiste y da lecciones de coraje, y el liderazgo de su presidente Zelenski está ganando más que simpatías en el mundo. Está motivando a la comunidad financiera internacional, que interactúa con millones de empresas y los negocios más interconectados, en el ámbito global, a hacer lo correcto. Y a demostrar que si bien el poderío militar logra el objetivo inmediato, a veces quien gana, no es el ganador. Pues ganar batallas no garantiza vencer en una guerra en el Siglo 21. La apuesta rusa contaba con la gran dependencia europea en su petróleo y gas, lo que haría países como Alemania menos proclives a imponer sanciones. Esto, -en su cálculo- haría más rápida y fácil la tarea de decapitar rápidamente al gobierno ucraniano e imponer en Kiev a un gobierno títere que pliegue a sus pretensiones.
Pero, al parecer, podrían estar fallando los cálculos. Este domingo los países miembros del G7 anunciaron estar listos a imponer “sanciones devastadoras” a Rusia si no pone fin a su invasión a Ucrania. Estas medidas refuerzan las financieras ya impuestas al excluir a Rusia de la plataforma de pagos interbancario internacional SWIFT e impedir al banco central ruso respaldar el rublo precipitando su caída y limitando el acceso a los mercados internacionales de capitales.
Pero esto no es todo. Están surgiendo además acciones contundentes que las grandes corporaciones globales están imponiendo en función de sus políticas de responsabilidad social corporativa, terminando o limitando fuertemente sus inversiones en Rusia como una manifestación de responsabilidad con sus accionistas. Esto, después de que el presidente ucraniano escribiera a los CEO de las tarjetas de crédito más importantes para que pararan las transacciones con Rusia. En esta línea, British Petroleum anunció estos días que sale del Rosneft, la compañía petrolera y de gas de propiedad del gobierno ruso, dejando su casi 20% accionario y retirando a sus dos miembros del directorio. Finalmente, el primer ministro Noruego anunció que retira 1.3 trillones de dólares de su fondos soberanos de activos rusos debido a la invasión a Ucrania.
Estas acciones, más allá de acompañar el sentimiento y condena de la comunidad internacional, son una muestra clara de que no se puede avanzar en los objetivos globales, como la lucha contra la pandemia, el hambre o el cambio climático si no se comparten los principios elementales consagrados en la Carta de Naciones Unidas. Y que los negocios multinacionales, que extienden numerosas redes con todos los países del orbe, están llamados a hacer lo correcto, creando la presión que se requiere.
La pregunta hoy es si la responsabilidad social corporativa, en el ámbito global, tiene un rol que jugar en tiempos de guerra. La historia está por escribirse aún pero pareciera una herramienta más que habrá que mirar con atención.
María Amparo Albán es abogada y catedrática universitaria.
Ecuador enfrenta una nueva crisis económica, y se espera que las duras sanciones económicas para castigar a Rusia repercutan en todo el mundo en general y en nuestro pais en particular. El aumento de los precios del petróleo y la posible ralentización de las cadenas de suministro causarán estragos entre los consumidores. Muchas transacciones comerciales internacionales se realizan en dólares, la moneda que sustenta la economía mundial. Tanto Rusia como EEUU dicen estar preparados si alguien decide elegir el camino de la agresión. MALA SEñAL. Ecuador no puede ni debe farrearse la diferencia que produzca el ingreso por petróleo, como hizo el “sabio economista”. Hay que crear una reserva para cuando tengamos vacas flacas.
Para cuando tengamos vacas flacas?…, recordemos que cuando existían reservas en el BC, cuando los ahorros de profesores, y los ahorros de universidades (U central) existían y cuando los seguros de la isspol, isfa estuvieron, vinieron las vacas flacas del correismo y se metieron en los bolsillos con robos inconmensurables. Las reservas se convirtieron en humo y todo se hizo agua…. y vino el endeudamiento del cual no hemos salido y vino el déficit de presupuesto el mismo que vimos como se incrementó. Por lo tanto hay que pensar bien, porque las vacas flacas del correismo, unes, alianza país, pachakutec y socialcristianos las verán y se les hará llamas sus corazones ardientes y usarán las reservas nuevamente.. en el robo y construcción de obritas como el aromo que sirvió de pista para las narco avionetas. así que mejor que se invierta bien los recursos y las vacas flacas ni agua, que trabajen…
Totalmente de acuerdo con Ud. Consuelo; pero recordemos que, hasta en las familias más humildes, siempre se mantiene un mínimo de dinero hasta para comprar aspirina. Evitar que se roben descaradamente el dinero que nos corresponde, depende de nosotros que no elijamos delincuentes como gobernantes.
Aunque es un detalle pequeño es sin embargo un error gramatical. Dice: 1.3 trillones. Debe decir: 1,3 billones. Cuidemos el idioma castellano.
Querida Amparo: Tu serio artículo ratifica que, actualmente, las guerras ya no se libran únicamente con armamento en los campos de batalla, sino que existen guerras económicas, más aún si nos encontramos en globalización, en la que todos los Estados son interdependientes. La comunidad internacional sanciona a quienes se salen de los límites de la armoniosa convivencia.