//

Esther Cuesta se roba dos vuelos humanitarios

lectura de 5 minutos

Un nexo fortuito une ilusoriamente al artista italiano Gianni Motti con Esther Cuesta, asambleísta correísta. Y eso merece un leve desvío.

Motti es un artista a medio camino entre un activista y un performer que empuja las fronteras del arte y falsea las reglas para interpelar al público. Se ha atribuido, por ejemplo, terremotos, eclipses o accidentes icónicos (la explosión del Challenger). Esas fotos las firma y las vende como obra suya. A Bogotá vino para forzar la renuncia de Ernesto Samper haciendo telepatía desde la plaza de Bolívar. Se ha hecho pasar (en serio y con ruedas de prensa) por un futbolista profesional, por un delegado de Indonesia en la Comisión de los Derechos Humanos en Ginebra o sicoanalista famoso. A sus pacientes, que en Bogotá recibió con las reglas y los tiempos de un profesional en Espacio Vacío, los despachó con su respectivo parte médico. Motti es un mistificador genial.

¿Y Esther Cuesta? Ella es asambleísta correísta por Europa, Asia y Oceanía. Nació en Guayaquil y tiene estudios latinoamericanos y caribeños y una maestría de literatura comparada en la Universidad de Massachusetts. Está lejos de ser iletrada. Y es, igual que Motti pero sin su genialidad, una gran mistificadora. Una diferencia, no obstante: Motti usa la mistificación como un mecanismo de creación artística. Esther Cuesta la usa para hacer política de la manera más patética. Su obra más reciente es el retorno de los ecuatorianos de Ucrania. Pero esto merece otro leve desvío.

Dos vuelos humanitarios llegaron a Quito el fin de semana con, en total 457 ecuatorianos, que vivían en Ucrania. Muchos ciudadanos agradecen, en redes, a la Cancillería liderada por Juan Carlos Holguín, por esta proeza en medio del caos que reina en las fronteras de ese país atacado e invadido por Rusia. Holguín creó un cuarto de guerra en la Cancillería, movilizó cónsules en Europa a las fronteras de Ucrania, envió a uno de sus viceministros a Polonia que también ayudó a esos chicos a salir de la zona en guerra. En Quito, el Canciller acuarteló a decenas de funcionarios que trabajaron sin tregua, fletó aviones, sacó presupuesto para pagar hoteles y comida a los ecuatorianos que huían de la guerra, trajo 457 ecuatorianos y esta semana posiblemente embarcará en otro vuelo al resto de los que quieren volver…

No obstante, y remedando a Motti que anuncia un eclipse, lo fotografía y lo reivindica como obra suya, Esther Cuesta se atribuye, a nombre del correísmo, el retorno de los ecuatorianos. Es decir, no solo mistifica sino que reivindica como suyas obras ajenas. En arte la apropiación es otro mecanismo para re-contextualizar y resignificar obras ya existentes. En política, la apropiación es una penosa falacia y convierte a la asambleísta correísta en una usurpadora.

Su cuenta de Twitter @esthercuestasan contiene la farsa. Su video repulsivo en el aeropuerto la ilustra. ¿Qué hace ella entre esas familias felices de encontrarse gracias a la acción de la Cancillería? El Canciller, que habló con la mayoría de esos padres, se abstuvo de asistir al aeropuerto por respeto. Esther Cuesta no solo fue sino que ahí, en medio de personas con las que visiblemente nada tiene que ver, pretendió sacar tajada política de un acto sobrecogedor e íntimo.

No solo eso: de nuevo -como si Motti realmente creyera que él hizo caer los puentes de Los Angeles durante el terremoto de 1994- Cuesta trató de hacer creer que ella tiene algo que ver con los ecuatorianos que salieron de Ucrania. O de aquellos que no embarcaron en el segundo vuelo humanitario, pero lo harán en el tercero. Y para firmar la usurpación estúpida a la que recurre, asegura que seguirán vigilando a la Cancillería para que haga su trabajo. En claro, lo que ha hecho el equipo de Juan Carlos Holguín es gracias a ella y al correísmo.

Motti es genial; Cuesta es despreciable. Y su actitud sirve para que aquellos que creían todo haber visto del correísmo, sumen su destreza para hacer política-ficción e incluir, en sus guiones fraudulentos, a militantes como Cuesta en el papel de heroína. Ya no solo complotan contra el gobierno sino que se roban sus buenos resultados. Cuesta responde a uno de sus seguidores “Nada que agradecer estimado Andrés”. Ojalá ese tal Andrés entienda que ella es literal.

Foto: Asamblea Nacional. 

Este análisis fue publicado ayer 06 de marzo en el boletín dominical de 4P. Si desea recibirlo, suscríbase por favor gratuitamente aquí: GPS4P.

26 Comments

  1. La política ecuatoriana se basa en la ignorancia de la mayoría. La ignorancia genera fanatismos. Los ladrones recurren a los fanáticos ignorantes para atracar el Estado. Esos mismos fanáticos ignorantes aplauden que les esculquen. Está en los genes. Nada cambiará.

  2. La sinvergüencería es atrevida, quienes con su presencia quieren sacar provecho para sus asuntos particulares, hay que rechazarles de tal manera que sientan rubor cuando se acercan para figuretear, tal como ya lo hicieron en el desastre de la Gasca para vender la idea que están preocupados por los problemas del pueblo, cosa que no lo demuestran cuando en la asamblea boicotean todo proyecto que se plantea para dar solución a los problemas álgidos de nuestra patria

Comments are closed.