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La democracia en Latinoamérica está en declive

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Al parecer los errores cometidos en la última década por parte de los partidos políticos, unidos al debilitamiento de la institucionalidad y el estado de derecho producto de la corrupción y la impunidad, ha provocado que la ciudadanía vaya perdiendo la fe, cada vez más, en la democracia y sus valores.

Los datos revelados en el último reporte del Proyecto de Opinión Pública de América Latina de la Universidad de Vanderbilt -LAPOP-, prenden luces rojas sobre lo que los ciudadanos están pensando, en la región, sobre la democracia como sistema. Sus datos no son precisamente buenas noticias y, por lo mismo, urge reflexionar sobre aquello.

Es evidente la presencia de un sentimiento generalizado de anti política que puede entenderse en el rechazo que el ejercicio de esa actividad provoca en la colectividad; amén de la incapacidad de los partidos de defender su propia vigencia.   

Por otro lado la debilidad de las instituciones claves -como la Justicia, la Contraloría y otros sistemas de control- genera una desconfianza en la capacidad de esos órganos en cumplir su labor. Esa experiencia negativa, produce colateralmente otro fenómeno: se disminuye el apoyo a la noción de democracia, y, paralelamente, se apoya golpes de estado, u otras manifestaciones de tinte autoritario, como salida por las buenas a la falta de institucionalidad.

Si se trata de entender el por qué de  este fenómeno y sus causas salen al paso razones poderosas que, analizadas objetivamente, pudieran constituir la raíz de este desencanto generalizado y de sus riesgos. A la  luz de los criterios de autores como Nuam Lupu y Luis Schiumerini, comentaristas del estudio de LAPOP, el debilitamiento del compromiso ciudadano con la democracia tiene estrecha relación con el desempeño de los gobernantes. A mayor eficacia de la gestión, mayor será la confianza en que la democracia funciona y, por ende, sus estamentos. Ergo, los ciudadanos mostrarán mayor apoyo al sistema democrático en su conjunto.

Si la gestión es mal calificada y la ciudadanía siente que su gobierno no constituye una fuente de autoridad y buena gestión, la mala percepción será amplia e irradiará un bajo apoyo al sistema democrático.

Ahora bien,  aun cuando  la región está en vías de recuperación de los estragos de la pandemia y afronta los desafíos derivados de ella, especialmente en términos de gobernabilidad con gran capacidad de resiliencia, persisten graves problemas de difícil solución, que abonan a reforzar la suscripción ciudadana al criterio de que, a veces, conviene tomar  acciones autoritarias como única salida. Los ciudadanos prefieren, parece, sacrificar las instituciones democráticas si con eso consiguen tener más seguridad, pero sobre todo estabilidad política y lucha eficaz contra la corrupción.

En esa línea de pensamiento, la incapacidad de luchar efectivamente contra la corrupción y la institucionalización de la impunidad, se alzan como los principales factores que provocan esa desconfianza en el sistema  democrático. El hecho cierto es que el azote de la corrupción está enraizado y diversificado de tal manera que contamina instituciones y, especialmente, la política. Por lo tanto, y en conformidad con aquello, la Justicia sigue fallando a favor de los bandidos, los políticos persisten en sus prácticas decadentes y la impunidad campea por doquier.

En ese escenario latinoamericano también se ve reflejado el Ecuador, pues los datos nos dicen que solo el 62% de la población apoya la democracia como la mejor forma de gobierno. Ese porcentaje decrece en la región a 55% cuando se ha solicitado una coima a aquellos que opinan. Se ratifica así esa correlación entre “a mayor corrupción, menor apoyo al sistema democrático”.

En las próximas semanas, LAPOP presentará aquí el capítulo correspondiente al Ecuador. Con las cifras analizadas en esta ocasión, es fácil prever que las noticias locales tampoco serán positivas. El contexto de Latinoamérica debería llevar a reflexionar a quienes tienen en sus manos el ejercicio de la política y la gestión pública. Ellos tienen una gran responsabilidad sobre el rumbo que puede tomar la democracia a corto, mediano y largo plazo, porque la certeza que se tiene es que la democracia en Latinoamérica va rápidamente en declive. ¿Qué vamos a hacer al respecto?

Ruth Hidalgo es directora de Participación Ciudadana y decana de la Escuela de Ciencias Internacionales de la UDLA.

1 Comment

  1. Dra. Ruth Hidalgo, muy bueno su artículo sobre la democracia en el Ecuador. Considero que no existe en los mandatarios, asambleístas, jueces, superintendentes y altos funcionarios del Estado la idea del progreso y el bienestar de nuestro pueblo, a pesar de eso son elegidos. No se conoce el Plan de Desarrollo del Sr. Lasso para su periodo de gobierno, es decir cual es el referente para gobernar. Aprovecho su columna para recordarles a los políticos que gobiernan el Ecuador los objetivos y metas del milenio de NNUU.

    Objetivos y metas del milenio de NNUU (año 2000)
    Objetivo 1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre
    Meta 1a: Reducir a la mitad la proporción de personas con ingresos inferiores a 1 dólar por día
    Meta 1b: Lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos, incluidos las mujeres y los jóvenes
    Meta 1c: Reducir a la mitad el porcentaje de personas que padecen hambre
    Objetivo 2: Lograr la enseñanza primaria universal
    Meta 2a: Asegurar que los niños y niñas de todo el mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria
    Objetivo 3: Promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer
    Meta 3a: Eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos los niveles de la enseñanza antes de finales de 2015
    Objetivo 4 Reducir la mortalidad de los niños
    Objetivo 5: Mejorar la salud materna
    Meta 5a: Reducir un 75 por ciento la tasa de mortalidad materna
    Meta 5b: Lograr, para 2015, el acceso universal a la salud reproductiva
    Objetivo 6: Combatir el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades
    Objetivo 7: Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente
    Meta 7a: Incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales y reducir la pérdida de recursos del medio ambiente
    Meta 7b: Haber reducido y haber ralentizado considerablemente la pérdida de diversidad biológica en 2010
    Meta 7c: Reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento
    Meta 7d: Haber mejorado considerablemente, en 2020, la vida de al menos 100 millones de habitantes de barrios marginales
    Objetivo 8: Fomentar una alianza mundial para el desarrollo
    Meta 8a: Desarrollar aún más un sistema comercial y financiero abierto, basado en normas, previsible y no discriminatorio
    Meta 8b: Atender las necesidades especiales de los países menos adelantados
    Meta 8c: Atender las necesidades especiales de los países sin litoral y de los pequeños Estados insulares en desarrollo
    Meta 8d: Encarar de manera general los problemas de la deuda de los países en desarrollo
    Meta 8e: En cooperación con las empresas farmacéuticas, proporcionar acceso a los medicamentos

    Debe existir un referente mínimo por parte de los políticos, sobre el que se pongan de acuerdo y dejen de malgastar los escasos recursos del presupuesto del Estado.
    Saludos

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