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¿Muerte cruzada o pacto con Correa y Nebot?

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No hay que ser PhD en semiótica para colegir, viendo el video que el presidente colgó en sus redes, que ayer el presidente quemó las naves. Su reacción ante la decisión de la Asamblea de archivar el proyecto de Ley de Inversiones es tajante, a pesar de su evidente ofuscación. Se apega a los hechos que fueron, como dicen en las cortes, públicos y notorios. Pero, claro, el presidente fue más allá. Bastante más allá. Y habló de lo que piden algunos asambleístas al gobierno a cambio de su voto: cargos, prebendas, instituciones, hospitales, empresas públicas, plata en efectivo… Es decir, llevó a los ciudadanos a ver bajo la mesa donde ejercen los tahúres de la política, despojados de sus coartadas retóricas.

¿Sabe el presidente lo que hizo? Violó el umbral de lo tolerable en los códigos de la sociedad política del albañal: destapó parte de la podredumbre que explica por qué la política está tan devaluada y por qué los presidentes de turno terminan siendo en el país, en un alto porcentaje, títeres o rehenes. Lasso invirtió los términos y, al hacerlo, se puso, ante los ciudadanos, totalmente al margen de ese juego en el cual, según lo dicho por él y su ministra de Gobierno, no han entrado. No solo se pone al margen: convierte ese juego en motivo de oprobio social. Y él, en vez de componer con los tahúres, asume su rol de líder de aquel país que, por culpa de esos delincuentes (los llama ladrones, los llama corruptos, los llama chantajistas), carece de oportunidades.

Lasso no hizo un discurso de circunstancia: planteó la nueva disyuntiva sustantiva que tiene, a sus ojos, el país. Los decentes versus los delincuentes de la política. Y en ese dilema -al cual se podría sumar los demócratas versus los totalitarios- sacó a la Asamblea de la cancha de juego: desnudó la miseria de muchos de sus integrantes y la mostró como un lastre para el Ecuador.

El presidente dijo, en suma, que su deseo de conciliar con esta Asamblea, que lo llevó, por ejemplo, a dividir en tres el proyecto de Ley “Creando oportunidades” o a inhibirse de enviar el nuevo código de trabajo porque no iba a tener votos suficientes, concluye en total fracaso. Y que, además de padecer de debilidad política congénita, no admitirá que sus reformas económicas tengan que ser, por mero capricho o por extorsión a la cual no dará paso, irremediablemente archivadas.

¿Qué le queda si no sirve el diálogo y si la negociación es canje de votos por delitos? La única salida, decente, aunque incierta, es la muerte cruzada. Hay asesores suyos que hablan de otros mecanismos, pero no atinan a precisarlos. Y se sabe que en su entorno hay pocos partidarios de la muerte cruzada, quizá porque parte de su equipo viene de la banca, donde arriesgar no es una virtud.

Quizá también porque, olvidándose del primer sueño de Lasso -cambiar el país; no calentar la silla presidencial- parte de ese equipo es permeable al discurso de aquellos que, antes del 24 de mayo de 2021, eran totalmente favorables al acuerdo de Lasso con Correa y Nebot. Y hoy, ante los imponderables de la situación, creen que, toda cuenta hecha, es mejor volver a ese escenario que exponerse en las urnas. Lasso pasa así del relato “Yaku puede ganar a Arauz; no tú”; a “si vas a las urnas seguramente perderás”. En el primer caso probó que era falso; en el segundo -y con mejores condiciones que las que conoció en la primera vuelta en 2021- no se sabrá si no decreta la muerte cruzada.

En ese caso, cabe otra interrogante fundamental: ¿cómo gobernará tras haber quemado las naves? Porque, además de tener en su contra a Correa y Nebot (a pesar de que el PSC votó en contra de las amnistías y a favor de la Ley de Inversiones), acaba de perder supuestos aliados como Pachakutik y la Izquierda Democrática. Es mucho.

Sun Tzu aconseja no dejar que rivales o enemigos se unan. Es lo que harán si Lasso no los dispersa yendo a las urnas. ¿Pero cómo evitará que no sumen si tras lo ocurrido ayer en la Asamblea, y tras sus denuncias, vuelve a la rutina como si nada hubiera pasado? A menos que, tentado por los  demonios que lo habitaron antes de posesionarse y a la luz de la mezquindad y ceguera de Pachakutik y la Izquierda Democrática, el presidente apueste por los votos de Correa y de Nebot en la Asamblea. Él conoce precio y el costo. En ese caso, no habría muerte cruzada sino muerte moral.

Foto: Presidencia de la República.   

25 Comments

  1. El problema del gobierno es que no tiene un partido estructurado, lo que le dificulta contar con operadores políticos, no solo en la Legislatura, sino también con los gobiernos seccionales y ante las organizaciones sociales. El equipo presidencial tiene dos debilidades fundamentales
    -Una es que la mayoría de sus cuadros vienen de la empresa privada, que tiene una dinámica distinta a la del sector público.

  2. Lo mejor seria la muerte cruzada. El presidente debe ser el único que tome las decisiones del país, ya que la asamblea se encuentra rellena de partidos políticos en contra de el como el de Correa y Yaku. Si se logra el presidente no tendría ningún problema de gobernar por que con el excelente plan de vacunas que realizo su margen de aceptación aumento a cifras exorbitantes.

  3. Personalmente considero que lo que esta viviendo el pais en términos políticos, es una situación triste y frustrante para los ciudadanos de a pie, las personas que vivimos el día a día somos las mas afectas debido a que se ha archivado un proyecto de ley en el cual se intentaba promover de una u otra manera la economía del pais, que se dinamice en algo la situación financiera de los ciudadanos. En lo que respecta a la muerte cruzada creo que seria la mejor opción, para el pais políticamente hablando, debido a los ciudadanos estaríamos presenciando un acto de valentía por parte del presidente en el afán de querer limpiar la asamblea de aquellas personas que no hacen ni dejan hacer. Y esto seria un ejemplo para los demás políticos para que entiendan que se debe trabajar para el pais, para los ciudadanos y para los intereses propios o de terceras personas a cambio de favores políticos.

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