Uno de los espectáculos más aclamados en el mundo es la gala de los premios Óscar, que año a año premia a lo mejor de la pantalla grande y que ahora incluye a las poderosas plataformas digitales.
La entrega de los premios cuenta con presentadores, usualmente comediantes reconocidos, que entre la presentación de los premios intercalan monólogos humorísticos para entretener a la audiencia. Pero este 2022 no fue como los demás. Será una gala recordada por mucho tiempo, no por su récord de sintonía ni por ser el regreso luego de la pandemia, sino por un inusual acto de violencia.
Chris Rock, el host de la gala hizo un broma sobre la alopecia que sufre la esposa del actor Will Smith, a lo cual éste respondió levantándose y abofeteando a Rock en vivo. Rock mantuvo la compostura y casi nadie supo si esto fue parte del número hasta que los gritos de Smith aclararon hasta a los más incrédulos, que era no era un acto preparado.
Smith uno de los nominados por su rol como Richard, padre de Venus y Serena Williams en la película el Rey Richard y quien luego se alzara con el premio al mejor actor de reparto, pidió disculpas durante su alocución de agradecimiento por el Óscar recibido.
Más allá del escándalo comentado en programas de opinión y de la explosión de las redes sociales, se condena esta conducta violenta porque retrotrae a la sociedad a la época cuando el honor mancillado de una mujer se ventilaba en un duelo de caballeros. Pero también por su terrible mensaje a una de las más grandes teleaudiencias internacionales de que todo se resuelve a golpes, justo en la mitad de una guerra fratricida entre Rusia y Ucrania.
Pero hay más. Y sin poner ni por un instante en tela de duda la crítica a una reacción cavernaria, hay también implícito un cuestionamiento sobre el límite del humor. Sobre la forma en que el show business está encarando el humor y la broma contra personajes de alta exposición pública en la era de la masificación de la sorna y de la dictadura del meme. Se alzan voces en favor de la completa libertad del humor, como una de las características más notables de la inteligencia humana y se afirma que quien no quiera ser criticado que no se exponga.
Pero este no parece ser un mensaje lleno de empatía y sindéresis con el de tolerancia y respeto que se proclama a los cuatro vientos en una sociedad cada vez más sensible a la inclusión de los que son y piensan distinto. La sociedad contemporánea vive una contradicción. Se pide respeto y se reclama compostura, excepto si el mensaje es realizado en broma. Entonces como toda caricatura, arranca sonrisas o carcajadas a costa de alguien que tiene que demostrar, forzadamente, que es capaz de burlarse de sí mismo y aceptar cualquier crítica, así sea sobre una condición personal.
Se ven estas conductas contradictorias replicadas también en la aulas de clase, donde las campañas contra el bulling gastan millones de horas en formación de psicólogos y maestros para alertar a los niños y niñas sobre las consecuencias de la burla y el acoso. Pero si esta burla es soltada con humor y picardía y es capaz de arrancar carcajadas incluso de las maestras o maestros presentes, entonces queda validada. Ya no es burla, el ataque se convierte por arte de magia en broma, y la burla queda validada por la risa de los presentes.
¿Cuál es el límite del humor? Han corrido ríos de tinta para reivindicar que el humor periodístico y la caricatura como herramienta de la libertad de expresión frente al poder, que no deben ser cercenados. En especial luego de los ataques a Charlie Hebdo en Francia. Pero ¿qué pasa con el resto? Con el humor que no se alza contra el poder político? ¿Cuál es el límite del humor en una sociedad civilizada?
Son preguntas que vale la pena responder para construir una sociedad más consciente y con más empatía. Jadda Smith luce la cabeza rapada desde que anunciara públicamente su enfermedad como parte de una campaña personal contra uno de los males que afectan psicológicamente a más mujeres hoy. Pero esa mala broma terminó mal: con una bofetada de película.
María Amparo Albán es abogada y catedrática universitaria.
Pero si esta burla es soltada con humor y picardía y es capaz de arrancar carcajadas incluso de las maestras o maestros presentes, entonces queda validada.
Ya no es burla, el ataque se convierte por arte de magia en broma, y la burla queda validada por la risa de los presentes.
Concuerdo con Will Smith ya que esa broma fuera de lugar lo cual provoco un acto de defensa que termino contra el presentador, por lo general en un programa tan reconocido como los Oscars todo debe de estar planeado por un guion, pero este no fue el caso.
El acto que el hizo en la ceremonia estuvo mal, pero él lo hizo por defender a su esposa y la academia que entrega los premios debería tener en cuenta si es correcto sancionar al presentador por sus bromas fuera de lugar que provoco ese acto que terminó con una bofetada.
Truco de marketing, Hollywood al ser el gran propagandista de occidente tambien esta en decadencia, han visto las ultimas cintas ganadoras y los ganadores?…Eugenio Derbez, el principe del rap y otros ke quienes tambien seran. El pana fue, le pego a otro (x suerte tambien negro x ke si no…racismo hubieran gritado), puteo, gano el Oscar y por ultimo lloro…la noche fue suya…Ahhh y la pelicula ganadora? nadie sabe cual es ni habla de ella…solo del chirlaso.
Me recuerda al miss universo donde participo una mujer trans, alguien se acuerda de la ganadora? no creo; pero kuanto se llamo la atencion y cuantos tildaron de transfobicos..
Desviar la atencion de la mediocridad hollywodense con una polemica….al paracer dio resultado.
Si fue un truco de MKT el precio fue altísimo: la destrucción permanente de la reputación de Will Smith.
Excelente artículo yo comenté que estaba de acuerdo con Smith y si bien es cierto que violencia atrae llviolencia sea esta física o simplemente verbal o gráfica también es cierto que causa repugnancia y debe ser sancionada
Es muy común decir las cosas en son de broma y así no ganar enemigos. En el caso de Smith y Rock ambos son culpables. Aquí la ofendida no tuvo ni voz ni voto. Una mujer madura no necesita un marido que la represente en sus peleas.
Pienso que ambos hombres se merecen una tarjeta roja.
Querida Amparo:
Yo quisiera referirme a un punto específico: El Código Integral Penal ecuatoriano no tipifica como delito ni contravención tratar a alguien con un apodo. Por tanto, en escuelas, colegios, universidades, lugares de trabajo, etc. se acostumbra tratar a compañeros y colegas con un apodo. Particularmente, considero que constituye una falta de respeto y es una forma de hacer bullying. Por tanto, sugeriría tomar medidas en las instituciones educativas para prohibir referirse a alguien con un apodo. Incluso, debería incluírselo como contravención en la legislación ecuatoriana y, por supuesto, ya es hora de expedir una ley anti bullying.
Un abrazo, Amparo.