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Viteri despunta en la política carroñera

lectura de 6 minutos

Caray, pocos sabían que Cynthia Viteri, además de poner carros en las pistas del aeropuerto, es experta en la lucha contra bandas criminales y carteles de la droga. Ella misma se encargó de decírselo a sus administrados de Guayaquil. No solo a ellos: montó una cadena nacional donde se dirigió “a los ecuatorianos”. Un mensaje a la nación destinado a trapear con el presidente: le dijo timorato, débil, tibio, miedoso, desorientado, Poncio Pilato…

La cadena -de advertencia dijo- duró ocho minutos. Una verdadera colección de frases asesinas, parpadeos burlones, incisivas inflexiones de voz -muy teatrales, muy estudiadas- para poner una distancia infinita entre ella y el presidente al que no solo advirtió: lo conminó. Y lo hizo en su estilo, muy acorde a esa superioridad moral y política de la cual ella presume, quizá por saber que en su mundo escasea.

En el tono, en la forma y en el diagnóstico, Viteri se perfiló como una autoridad en seguridad. Alguien que sabe lo que, por ejemplo, tardó mucho en aprender César Gaviria en Colombia, pues hasta acabar con Pablo Escobar tuvo que ver, a pesar de su voluntad y decisión, centenares de policías y militares muertos y un reguero abrumador de políticos y funcionarios víctimas de bandas pagadas para asesinar. Además de coches bomba y bombas en periódicos y hasta en clubes privados.

Viteri no alerta; tampoco critica con buena fe los vacíos de una acción gubernamental que se ha visto superada por la arremetida delincuencial que afecta, en particular, a Guayaquil. No propone nada y comete la osadía de mostrar unas camionetas del municipio cuidando algunos almacenes y se vanagloria de que allí nada ha ocurrido. Como si Guayaquil, Durán y Samborondón, conformaran un pueblito con algunas calles.

Viteri, con mala leche inocultable, recurre al viejo rito del chivo expiatorio en el cual Lasso no responde por un año de gestión: lo hace por las décadas de carencias en la Policía, falta de servicios de inteligencia, hacinamiento en cárceles, miseria en zonas de Guayaquil, Esmeraldas, Manabí… Décadas de metida de mano en la Justicia. Décadas en las cuales el aliado socialcristiano de Viteri ha gobernado Guayaquil fotografiando, hasta la saciedad, el Malecón y las fachadas de Las Peñas. Pero sin mostrar los cinturones de pobreza y miseria que hay en Los Guasmos, Isla Trinitaria, Ciudad de Dios, Monte Sinaí… Viteri habla de los delincuentes, pero olvida el contexto en el cual se da la violencia en su ciudad.

Su visión reductora es impresionante. Ella quisiera hacer creer que la política de seguridad y la estrategia contra la delincuencia caben en una vieja película de vaqueros: buenos contra malos; policías y militares contra delincuentes. Y quiere hacer creer que la pesadilla que empieza a vivir Ecuador y con mayor intensidad y dolor Guayaquil, se resuelve con la orden, que debe dar el presidente de la República a policías y militares, de disparar contra los criminales.

En el mundo de quinceañera caprichosa que es el suyo, Viteri graba un video con aroma fascista, amparada por supuesto en el dolor y la angustia que la violencia delincuencial ha sembrado. Ella no tiene soluciones. Pero tiene una bocota y un referente de moda: el presidente salvadoreño Nayib Bukele. No cita una sola política de seguridad: cita su capacidad para ajustar cuentas a los pandilleros ya detenidos: no darles de comer o no permitirles ver el sol.

¡Ah, si ella fuera Bukele! Si ella pudiera mandar en policías y militares, controlar fronteras y armas, procesar a jueces y fiscales que sueltan delincuentes… Si ella pudiera hacer eso, otro sería el cantar. Ella enseñaría lo que es blindar una ciudad y no tener compasión alguna con los criminales. Naturalmente, el gobierno debería dotarla de recursos suficientes. Es la única antena que ella tiene a tierra: la plata. Porque el resto lo resuelve en un abrir y cerrar de ojos: dar más armas a la fuerza pública, chalecos antibalas, vehículos, comida, dormitorios, tecnología, drones y, claro, más personal. Cualquiera, oyéndole, imagina que hay policías formados que están desempleados, tecnología que no se usa, cárceles desocupadas que el gobierno no quiere ocupar y un presidente que, en vez de combatir a los delincuentes, los indulta. Y plata, mucha plata que hay y que nadie quiere gastar. Reductora, mentirosa, manipuladora y populista.

Se sabía que Viteri es irresponsable e inmadura. Pero acaba de superar los límites de la miseria política. Ella suma en su breviario populista una capacidad desquiciada para usar el dolor de la comunidad que tiene que cuidar. Y en vez de sumar y proponer, ella licúa no solo al presidente: también a policías y militares, a fiscales y jueces decentes que están poniendo la cara. Ella termina jugando para el campo contrario.

El gobierno merece ser criticado. Es claro que se le debe exigir que acelere todos sus procesos en el campo de la seguridad. Pero esa no es la intención de Viteri. Ella, en tiempos convulsionados, piensa en su futuro político y se declara militante de la política carroñera. El troll de Correa que la asesora no le dijo, que todo lo que es exagerado es insignificante. Ella se redujo anoche a esa dimensión.

Foto: El Universo. 

27 Comments

  1. Pobre mujer; y aún más los guayaquileños que la tienen que aguantar a diario. Pero allá ellos si deciden volverla a elegir.

  2. Sólo debemos recordar a León Febres Cordero, él, no viajó a pedir ayuda a Israel, trajo a Ran Gazit experto en seguridad y frenó a los grupos subversivos. Hoy los pandilleros, narcos y delincuentes reinan en el país. El presidente es temeroso o lo tienen amenazado, es la percepción popular.

  3. Como no puede gritar en su casa, lo hace de una manera bastante borde por una sabatinita de ocho minutos..Que hocico que tiene!! Que desfachatez en culpar a otros de su rotundo fracaso en su seuda gestión por ese Guayaquil tan abandonado..Se juntó con un correista y aprendió del maestro a ser caretuca! Que se largue de una vez por toda.

  4. José Hernández, la ciudad de Guayaquil y su región metropolitana, soportan una grave crisis de seguridad que recrudeció a partir de octubre del 2019 en que trataron de tomarse la ciudad y sus autoridades no les permitieron: continúa el ataque en marzo de 2020 con motivo de la pandemia del corona virus, donde se difunden fake news, a nivel de redes sociales: cadáveres botados en la calle o piras de muertos ardiendo en las esquinas; ahora año 2022 se presentan las acciones de terror y miedo, la gente no puede salir de la casa, las reuniones sociales o los sitios públicos como restaurantes son atacados, muchos jóvenes son asesinados en reuniones de amigos, en muy pocos casos se demuestra la intención de robar y la justicia no acierta a descubrir los móviles y los actores involucrados. En México se han acumulado 200.000 asesinatos sin que se logre descubrir la identidad de los fallecidos y menos los culpables. El ataque a la imagen de Guayaquil se da también desde las cárceles, tomadas por grupos que se disputan el poder por el espacio en el narcotráfico, el contrabando, el coyoterismo, incluso las raciones para alimentación de los privados de libertad, las autoridades no logran tomar el control. Otro ataque a la ciudad se genera en los hospitales del IESS y del ministerio de salud, sin medicinas, sin las pruebas PCR, sin insumos, sin mantenimiento de equipos e infraestructura, lo que se expresó en la pandemia el año 2020 con el robo o especulación en el mercado negro, obligando a las familias a comprarlas a cualquier precio para salvar a sus seres queridos. El confinamiento de 2 años -20 y 21-, cierre de comercios, talleres y fábricas, escuelas, colegios y universidades, escenarios deportivos, sitios de entretenimiento, incrementan la desocupación y la pobreza, lo que explica que muchos jóvenes se involucren en acciones ilícitas, el viejo urbanismo tampoco ofrece alternativas para el desarrollo y florecimiento de las ciudades del siglo XXI, que en la actualidad no son sino aglomeraciones. Este panorama exige una política de carácter multidimensional, ordenada y coherente por parte del gobierno, que le permita tener nuevamente la confianza de los ciudadanos. No encuentro necesario crear chivos expiatorios en las autoridades de las ciudades atacadas, sino más bien buscar la unidad de acción, los adjetivos e insultos están de más. Los ciudadanos, en democracia todavía tenemos el poder del voto para elegir a quienes cumplan con nuestras aspiraciones y expectativas. saludos

  5. Yo no sé…pero en este tema de la inseguridad hay varios culpables, funcionarios que hacen poco, otros que hacer lo que pueden y otros que no hacen mayor cosa. Y otros que dan consejos sin dar absolutamente ninguna idea aparte de “ haga algo”.
    Lasso bien que sabía estos problemas mucho antes de iniciar su mandato, lo abordó muchas veces en campaña y ofrecía solucionarlos. Para mi el problema de las cárceles es una vergüenza para cualquier gobierno y Lasso hasta ahora no controla esas cárceles y lo hace muy lentamente y sin eficacia. Ahora que, si en este país el Ejército no puede salir por prohibición constitucional, la Policía está desarmada, mal equipada y con amenazas legales, si las leyes vigentes favorecen al delincuente, si la Policía se juega la vida para detener a delincuentes pero los jueces los liberan, hasta a los asesinos más contumaces….la pregunta es qué en CONCRETO se puede hacer. Salir a criticar describiendo la realidad es muy fácil, hacerlo sin que salgan tantas plañideras a defender a los delincuentes cuyos rostros no hay ni cómo mostrarlos es otra cosa. Si se critica…que se sugiera qué hacer que no sea el poner la cara de los delincuentes contra el piso porque eso no solucionará los problemas. Estamos en una encrucijada de difícil solución y más para un Presidente políticamente débil.

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