Caer en una emboscada es una cosa, pero participar en una emboscada es otra. Lo primero ocurre cuando el que cae lo hace inadvertidamente y bajo el engaño del enemigo, lo segundo solo se explica cuando la víctima decide hacerlo y está avisado de la trampa. Lo segundo le ocurrió al Gobierno de Guillermo Lasso en la reunión que hubo hoy en la Basílica y en la que, por decisión de la dirigencia de la Conaie, debían estar presentes los cinco poderes del Estado.
No fue la reunión para dialogar y negociar, como lo anunciaron sus gestores, sino una emboscada en la que cayeron cual perdices los dos representantes del presidente Guillermo Lasso: Francisco Jiménez, ministro de Gobierno, e Iván Correa, secretario de la Administración.
El espacio en el que se suponía iba a desarrollarse la negociación estaba bajo absoluto control de la Conaie. En la puerta de acceso había una guardia de ese organismo que decidía qué periodistas podían entrar y cuáles no. La disposición era que se dejara ingresar a la prensa internacional y a los medios comunitarios, incondicionales amigos de la causa indígena. A los otros, los que han sido críticos de la movilización y de la dirigencia de la Conaie, no. ¿De qué diálogo se puede hablar si el encuentro se produce en un lugar tomado por una de las partes?
#Atencion// El dirigente indígena Patricio Copare expresó que solamente la prensa internacional podía pasar. Además, señaló que únicamente dos medios nacionales podían entrar, "para ver cómo informan". #ParoNacionalEc2022 #MovilizacionNacional pic.twitter.com/9ZEfDCVIdc
— Ecuador En Directo (@EcEnDirecto) June 27, 2022
En la reunión los mediadores se limitaron a pasar el micrófono a quienes pedían la palabra. Y claro, como ingresó toda la dirigencia indígena, fueron al menos cinco los dirigentes que tomaron la palabra sin ningún límite de tiempo o contenido. Un cura oblato, que dirigía la reunión, cumplía con su tarea con absoluta disciplina y dedicación.
En el interior del salón, además, había una delegación de al menos 30 indígenas: una barra que aplaudía cuando sus dirigentes terminaban sus intervenciones y que, en una ocasión, se dieron el gusto de abuchear al ministro Jiménez. Había asesores y simpatizantes, como el ex juez de la Corte Constitucional, Ramiro Ávila y la activista de derechos humanos, Elsie Monge. Del otro lado, estaban los dos representantes del gobierno que proyectaron la imagen de dos presas de caza rendidas en una trampa. Mientras tanto, las cabezas de las otras cuatro funciones del Estado apenas si miraban al uno y al otro lado, cuando no estaban pendientes de sus teléfonos. Parecían momias de sal.
La reunión se convirtió en poco tiempo en lo que tenía que convertirse: un mitin político donde todo estaba diseñado para mostrar cómo se sometía al Estado y amplificar el discurso tras la paralización. Obvio: si se incluye una transmisión en vivo por las redes de los medios más cercanos a la dirigencia de la Conaie, el resultado iba a ser inevitablemente el de un espacio para hablar, lucirse y mostrar lo que se quiere mostrar.
Leonidas Iza dio todo un curso sobre economía según sus convicciones doctrinarias para afirmar que el Estado debe establecer precios “de sustentación” para los productos agrícolas porque, según él, la ley del mercado es perversa y perjudica a los más pobres. En octubre del 2019 habló del tractorcito, está vez puso de ejemplo la papa. Es imposible que la papa se someta a la oferta y la demanda, pontificó el dueño del espectáculo. Habló sobre el alto precio del aceite y dijo que no podía aceptar como explicación la guerra en Ucrania porque hay lógicas internas que el gobierno puede modificar para reducirlo. En cuanto a los combustibles, dijo que la Conaie puede aceptar la rebaja de los 10 centavos al precio de los combustibles como anunció el presidente Lasso, si se compromete el gobierno a fijar un tiempo en el que rebajaría 30 centavos más. Y si no acogen sus pedidos, sus compañeros indígenas se quedarán en Quito todo el tiempo necesario. “Podemos continuar con esto una semana, dos semanas un mes o más”.
Espoleado y entusiasmado por la presencia de las cámaras, Iza afirmó, sin empacho, que las exigencias son de todo, el pueblo ecuatoriano. Ni ley de mercado ni libre competencia ni comercio exterior ni explotación minera a gran escala (la informal sí claro), ni privatizaciones de ningún tipo. En definitiva, su plan de gobierno. Iza se quejó amargamente de los plantones en la Shyris. Los quiteños de bien (repitió varias veces lo de quiteños de bien) lanzan ahí, según él, discursos de odio y racismo. Nada dijo, obviamente, sobre la deslealtad de las agresiones, saqueos y violaciones de derechos humanos cometidos por sus huestes en todo el país.
Los otros dirigentes indígenas tampoco economizaron el tiempo para sus intervenciones. Gary Espinosa de la Fenocin contó una larga historia familiar cuya moraleja fue, básicamente, que en la dictadura militar las cosas funcionaban mejor. En democracia, dijo, nunca recibió un crédito agrícola como el que tuvo de manos de los militares. Por eso, dijo, el gobierno debe ordenar la condonación de las deudas menores a 10 mil dólares que hay en el país. Otro de los tantos dirigentes que tomó la palabra, incluso, le preguntó desafiante al ministro Jiménez si era un delito aspirar ir a una universidad, como si el funcionario hubiera dicho tal cosa. La idea era humillar al ministro.
La reunión fue convocada por el presidente de la Asamblea, Virgilio Saquicela, bajo pedido de las bancadas del correísmo y de Pachakutik que querían dar gusto a la dirigencia indígena. El Gobierno, seguramente nervioso por la crisis política y social, fue sin reparos a lo que era una trampa. Finalmente ocurrió algo casi idéntico a lo de octubre del 2019, cuando el gobierno de Lenin Moreno fue humillado por la dirigencia indígena en un escenario muy parecido: si entonces fueron los curas salesianos en Tumbaco, esta vez fueron los oblatos en la Basílica.
Cerca de las 20:00 se suspendió la sesión y hubo un receso. Cuando se retomó, el gobierno dijo que estaba dispuesto a derogar el decreto 95 pero que no hará lo mismo con el 151 aunque se compromete a no realizar actividades extractivas en zonas vulnerables. Además, que está abierto a focalizar el subsidio a los combustibles. Los indígenas, por su lado, llegaron con nuevos pedidos: que no se judicialice a ninguno de los protestantes y que se saque del cargo al ministro del Interior, Patricio Carrillo. El ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, luego de toda la humillación de la que fue objeto durante la sesión dijo que “para hacer la primera mesa de diálogo no está tan mal” y ofreció estar presente mañana a las 9:00 en el mismo lugar para seguir con la negociación.
Foto: Ministerio de Gobierno
Cuidado con las fechas, pone junio en vez de julio.