Un país desmoralizado, pérdidas millonarias, una ruptura social sin precedentes con los indígenas, la certeza de que ahora hay en el país guerrillas urbanas y rurales… La buena noticia es que hoy, día 18, terminó el paro. Y que se evitaron cataclismos en marcha: ciudadanos desesperados decididos a enfrentar a los indígenas. Los indígenas -cansados y desesperados- queriendo volver a Quito a cometer más delitos. Militares decididos a defenderse si volvían a sufrir un ataque… En una palabra, el país estaba convertido en pradera con altos pastizales secos listos para arder.
A la hora de sumas y restas, volvió a perder el país, su institucionalidad y el gobierno. Un balance que no es el que hace Francisco Jiménez, ministro gobierno. Hay que ver las respuestas que recibió por el trino que subió en el cual dijo que no hubo ganadores ni perdedores. Jiménez definitivamente tiene los cables cruzados con la opinión.
El Banco Central hará seguramente el balance de las enormes pérdidas económicas que sufrió el país. Para el Estado por las afectaciones, sobre todo, en el sector petrolero y fiscal. Perjuicios severos para el sector privado en empresas y comercios. El costo hay que verlo, además, a mediano plazo: se comprometió el plan de reactivación y es imposible evaluar, por ahora, el daño hecho a la confianza que quería cimentar el país de cara a los inversionistas. El riesgo país, que no significa nada para los manifestantes, se trepó hasta avecinar 1180 puntos.
El gobierno sale muy mal parado. La imagen que queda es la de un Ejecutivo sin estrategia consistente y que fue evidente en cuatro puntos: desconexión entre las decisiones políticas y las acciones de la Policía y de las Fuerzas Armadas. Anuncio de medidas unilaterales sin ningún beneficio político ni estratégico. Carencia de un plan de negociación como se observó en la Basílica. Dilación en los tiempos políticos para llegar a la solución, lo que agravó costos para toda la sociedad.
Todo esto afecta la figura del presidente de la República que sale debilitada. Fue loable su actitud al tratar de evitar hasta el extremo la confrontación, pero no pudo hacer cumplir, ni siquiera en parte de las provincias involucradas, sus propios decretos de estado de excepción. Las fuerzas del orden realizaron una enorme labor de contención, pero no parecen haber sacado las lecciones de lo ocurrido en octubre de 2019. Así, el país estuvo en manos de los violentos algunos días y la sociedad tuvo que encarar ataques de todo tipo que la llevaron a pensar que estaba secuestrada y sin autoridad competente para defenderla.
Aquí falló, en forma contundente, la estrategia política del gobierno. Si hubo una formulación interna, no traslució y, por ende, ese vacío no pudo ser llenado por la comunicación oficial. Al presidente se le vio sobrio y seguro decretando el estado de excepción; pero incapaz luego de mostrar sus resultados. Seguro, igualmente, cuando declaró que rompía el diálogo con Leonidas Iza; pero ausente cuando aceptó su retorno a la mesa. En definitiva, el gobierno dio la impresión de actuar por impulsos; como jugador novato de ajedrez que tras mover una ficha no sabe qué jugada hará enseguida.
Si el gobierno sale mal parado de esta crisis, la institucional sale peor: hecha trizas. Ahora Ecuador en su conjunto sabe, con más certezas que en octubre de 2019, que una parte de la sociedad no juega con las reglas establecidas. Que sí sabe lo que es el delito porque los dirigentes de la Conaie y otros movimientos se apuraron -como se vio hoy- a pedir que les den impunidad. Pero se acostumbraron a poner por la fuerza de rodillas a la sociedad y al Estado para cumplir con sus designios. Y ahora cuentan, además, con organizaciones armadas dentro del movimiento indígena, como se vio en Puyo, o fuera de él, como aliados. Esto no anecdótico: es el peligro más creciente que tiene el Estado ecuatoriano y no lo podrá seguir solapando. Es un problema para el país y un interrogante insoslayable para todos los integrantes de la sociedad política.
Algunos querrán solucionarlo proponiendo federalismo. O separatismo directamente. El hecho cierto es que de este paro quedan dos problemas sustanciales para Ecuador, además del reto de afrontar la pobreza estructural: ¿cómo entenderse con los indígenas? Y ¿qué hacer ante estos grupos paramilitares que, según autoridades militares o policiales, están en varias regiones del país y están vinculados abiertamente con el narcotráfico?
Foto: Presidencia de la República.
Nadie a ganado, todos hemos perdido, unos más otros menos, estos eventos deben ser desechados en nuestro país, hay que saber escuchar y hay que saber oír, hay que saber pedir, todo debe ser documentado, quienes hacen las marchas deben excluir a quienes dañan la protesta social con hechos vandálicos. El gobierno debe exigir a la policía y al ejército la profesionalización de sus mandos para que se adapten a los nuevos tiempos, que les permita actuar en forma eficiente para solucionar problemas como el narcotráfico, grupos subversivos, crimen organizado, trata de personas, delitos cibernéticos, el femicidio, la migración. Se debe revisar el plan de estudios de nuestros niños y jóvenes especialmente en cívica y valores. Se debe luchar en forma eficiente contra la corrupción y la impunidad. Se deben generar políticas públicas de estado. Como por ejemplo: la Seguridad Social, En salud la implementación de planes de prevención, con lo que el gasto en medicina sería menor. Mejora de los sistemas carcelarios y reabilitación de PPLs
Se ha evidenciado de la manera más
tenebrosa a qué nivel ha caído este país, quizá al triste grupo de esos Estados fallidos, para los cuales ya no se vuelca ni siquiera la conmiseración sino el desprecio; somos ya mismo Somalia, Ruanda, Cambodia ? Acaso aquí no salieron miles de energúmenos a aterrorizar y vandalizar pueblos y ciudades , donde está el monopolio de la fuerza por parte del Estado? , desde luego esas hordas de terroristas, como evidencia de las más inmoral degeneración política, que sólo cuida y maquina sus agendas de perversos intereses.
Liderzuelos bloqueando caminos de manera criminal , para en gesto “magnánimo “ permitir corredores Humanitarios , como si ellos fueran
los Mariscales de una guerra, en una distopía de una inenarrable brutalidad.
Hasta cuánto tanta letal parsinomia
de la ciudadanía agredida?