Al fin el Gobierno cristaliza una decisión, algunas veces anunciada: hoy el presidente anunció la consulta popular y dio a conocer ocho preguntas que envió a la Corte Constitucional. Le solicita, como previsto en la Constitución, que haga el control previo y que dictamine la vía adecuada para tramitar esas enmiendas. Posiblemente habrá un par de preguntas más cuyo trámite difiere.
Las preguntas , que conciernen la seguridad, la estructura institucional y el medio ambiente, suscitarán enormes interrogantes. ¿Por qué ahora? ¿Aportan soluciones, como dice el texto gubernamental, a problemas del país? ¿En cuánto tiempo, de ser aprobada, se verán sus resultados? ¿En qué inciden en este gobierno? Y, claro, preguntas que parecen menores pero que son terriblemente decisivas para el gobierno que la propone: ¿da esta consulta una ruta al país? ¿Lo une alrededor de objetivos supuestamente compartidos? ¿Moverá las feromonas del electorado? ¿Crea alguna ilusión en un país descreído?
Estas preguntas llegaron con un texto de 470 páginas que el Ejecutivo envió a la Corte Constitucional. Un gran trabajo, a primera vista, de parte del equipo jurídico de la Presidencia de la República que la Corte Constitucional se encargará de evaluar. Pero esas preguntas llegan sin el alma que sin duda debía poner el equipo político y de comunicación. Y no se entiende que así sea.
Claro, no será fácil para el gobierno decir a los electores la importancia de una consulta cuyas bondades cuesta transmitir o beneficiarán a otro gobierno en el futuro. Lo primero se puede ilustrar con la primera pregunta: el apoyo complementario que las Fuerzas Armadas podrían dar a la Policía en el combate al crimen organizado. Lo segundo, es palpable con la quinta pregunta: exigir a los movimientos políticos que tengan un número de afiliados equivalente al 1,5% del registro electoral de su jurisdicción y obligarlos a llevar un registro que será auditado por el CNE.
No hay duda de que se trata de cambios -algunos en temas diagnosticados desde hace tiempo- que requieren una narrativa atractiva y movilizadora. Dos cualidades ajenas al equipo de gobierno que, además de estar reñido con la creatividad tan necesaria en política, parece haber aletargado a Pipo Laso, secretario de Comunicación.
El gobierno lanzó la consulta sin resolver problemas de gestión política y administrativa que militan en contra de cualquier iniciativa, por necesaria que parezca. Es decir, multiplicó sus dilemas: tardó en lanzar una iniciativa política, aparece a deshoras con una consulta, pregunta temas que no tocan las preocupaciones inmediatas de los ciudadanos, patea las soluciones que puedan surgir para el futuro y no da muestras de querer golpear el imaginario de los electores (que se codean con la desesperanza) resolviendo problemas de gestión que se reiteran a diario. Esa deficiencia corre por parte del Secretario de la Administración. Pero ni un ejercicio mínimo de rectificación.
El gobierno no es consciente, al parecer, de la dicotomía que crea en el imaginario social. Si está en Carondelet es, precisamente, para gobernar y resolver problemas. Ese es su deber; su prioridad. Y esa es la mayor carta de presentación que tiene ante los ciudadanos. Ahora, si quiere plantear soluciones estructurales -que son urgentes y necesarias- requiere la confianza de los ciudadanos. Y a los ciudadanos no se les puede pedir que apuesten por el futuro si el presente lo tienen más intrincado que bulto de anzuelos.
El gobierno, al plantear la consulta popular de la forma que lo hizo, se obliga, si quiere ganarla, a renovar el pacto que firmó con los electores. Y eso solo puede hacerlo mejorando, en forma ostensible, su capacidad de gestión. No hay mejor invitación para que los ciudadanos entiendan y admitan que algunos de los problemas que padecen son producidos por las realidades contenidas en algunas de las preguntas. Y que la consulta debe convertirse en mecanismo de cambio para que el futuro inmediato resulte menos adverso a su realidad cotidiana.
El reto del gobierno, una vez lanzada la consulta, es producir hechos que den coherencia a su política ante los ciudadanos. De lo contrario, esa cita en las urnas les resultará ajena y distante. Pilas nuevas y swing: eso necesita con urgencia este gobierno.
Foto: Presidencia de la República.
Las preguntas en la práctica no resuelven nada, aunque mueven el avispero político.
Algunos constitucionalistas nos recuerdan que algunas preguntas ya han sido tratadas por la corte constitucional. Tal vez por eso se gastaron 470 paginas para explicar sus preguntas. Pero qué pasa si esas preguntas no son aceptadas total o parcialmente. Como queda el gobierno?
Por otro lado el correismo y sus amigos del PSC, ya comenzaron a quejarse, lo cual es bueno. Significa eso, que las preguntas forman parte de la campaña política de las alcaldías y prefecturas? Es una forma de quemar a los candidatos correistas?
De igual forma, a muchas personas les parecen buenas preguntas. La idea tal vez sea recuperar algo de popularidad con la consulta?
Si no le aprueban las preguntas, el presidente Lasso se atreverá a convocar una constituyente, la única solución completa y real?
Para empezar hay una brújula moral muy precisa y confiable que vale la pena seguir, si el correísmo (y su alfombra Iza) se oponen, ¡entonces estamos del lado correcto! Pero sí, la gente ya necesita ver gestión, obra concreta y palpable, lo del Registro Civil ya es inaceptable, necesitamos ver que el país avanza en el día a día: carreteras, vivienda pública, medicinas en los hospitales, eficiencia y agilidad en los trámites, renovar planteles educativos, etc. ¿Cómo va el plan para combatir la desnutrición infantil? Y sobre todo dejar de poner correístas y personajes cuestionables en organismos clave del gobierno. Esta consulta no debería ser vista como una muestra de apoyo o rechazo al gobierno, es verdad que Lasso tiene bajos índices de aceptación, pero el correísmo, PK, la Conaie y ni digamos la Asamblea están aún peor (especialmente en Quito, a la que le han hecho tanto daño), esta consulta es por el bien del país, no un concurso de impopularidad. La opinión de los nulos éticos e intelectuales del correísmo sólo le interesa a su manada de borregos limitados, que sumisos y aplaudiendo como focas irían hasta el fondo de un despeñadero si su prófugo patrón se los ordenara. No podemos permitir que los violentos, corruptos y odiadores que han destruído al país se apropien de esta tan necesaria consulta. Creo que todavía se deben pulir las preguntas, agregar unas y quizá quitar otras, no nos podemos dar el lujo de desperdiciar esta oportunidad. A mí me gustaría una pregunta para impedir que glosados, engrilletados e involucrados en procesos e investigaciones judiciales puedan ser candidatos y peor funcionarios públicos.
Y que quede claro, que seamos críticos y hasta podamos sentirnos decepcionados de Lasso de ninguna manera significa que queramos de vuelta a la mafia correísta o que apoyemos a las lacras del PSC, PK, ID y Conaie, ¡ellos también son cómplices de la desgracia que vivimos!
Estimo que, luego de dos hechos de violencia y paralización como fueron las últimas dos manifestaciones indígenas, es necesario cuestionarnos si queremos seguir definiéndonos como un estado “plurinacional”… ojalá y a los asesores se les ilumine el termo y planteen algo relacionado a esta coyuntura heredada de gobiernos anteriores.
No quiero pecar de pesimista pero Guillermo Lasso deberá meterse en el bolsillo al pueblo ecuatoriano que a dejado de creer en su gestión como gobernante (20% de aprobación). Si quiere salir avante con la consulta y fortalecerse para terminar los 3 años restantes por lo menos BIEN
El presidente Lasso sigue obnubilado en el poder y no pisa tierra. Las preguntas que plantea son para personas que tengan cierto grado de preparación que puedan analizar y decidir. Convocar a consulta popular teniendo baja popularidad es llevar a que la gente vote sobre la gestión y no por las propuestas, aseguran algunos analistas. Los escándalos de corrupción, el deterioro de la infraestructura y la ausencia de fondos en los sistemas de salud y educación han erosionado la confianza en el gobierno y las instituciones públicas. Se va de vacaciones la Asamblea que en los últimos meses fue escenario de disputas por el poder.!Ojalá! no regresen.Todo depende de Don Guillo. El gobierno podría ganar la consulta si promete remover a todo su equipo de asesores y ministros y limpiar las aduanas que son foco de corrupción y narcotráfico.
Resulta que la audacia y la maldad de la izquierda solo es posible por la cobardía la complicidad de la derecha ecuatoriana
Evidentemente, el Presidente necesita pilas nuevas para el equipo de asesores, porque su modorra no les permitió consultar siquiera a la Sra. Fiscal para la pregunta tres. ¿Y qué será de unas preguntitas para asambleístas, por ejemplo, que tienen “pulseras” en los tobillos y/o litigios con la Justicia? ¿O para candidatos a dignidades, que deben administrar instituciones del Estado, con sentencias “gracias” a que no están “ejecutoriadas? ¿O para presidiarios que atracaron al Estado y salen libres sin devolverle un centavo? Y…bueno…etc, etc.
No estoy seguro si esas serán las preguntas definitivas, no me admiraría que el Sr Lasso, se haga un enredo y cambie de parecer, no sería la primera vez! ….mientras tanto los narcos-correistas y social-cretinos se harán de la Judicatura.