Es claro: en las plataformas sociales algunos valientes (¿y valientas?) hacen todos los días la guerra. Algunas por día si es necesario. Cada día ven con angustia o entusiasmo cuántas tendencias crearon, cuántos likes o shares lograron. Ninguno de estos soldados de conflagraciones imaginarias admitirá, como dijo esta semana Antonio Guterres, secretario General de la ONU, que esas plataformas se basan “en un modelo de negocio que monetiza la indignación, la ira y la negatividad” y que “están causando daños inenarrables a las comunidades y a las sociedades”.
Porque es claro que hay temas, muchos temas, que indignan. Y hay que decirlo y hacerlo saber. Pero no se trata de eso. Se trata de convertir esas causas en un discurso y ese discurso metamorfosearlo en única verdad. Y refregarla, restregarla e imponerla a aquellos que se supone no calzan discursivamente con la causa. Hasta destruirlos.
No es un concurso de razones. No se trata de convencer ni de enriquecer, con argumentos, la conversación nacional. Tampoco en cernir problemas y prioridades; diagnósticos y posibles soluciones. No se trata de cambiar las cosas sino de tener la razón. De posicionarse como administradores de las nuevas religiones.
No importa si mientras esas guerras se hacen y cada día ruedan cientos de cabezas en las redes, la realidad-real (el desempleo, la corrupción, la inseguridad, el narcotráfico y otras lacras, incluídos los crímenes contra las mujeres) se agravan. La disonancia no puede ser más aparatosa. Porque con tantos patriotas, biempensantes, progresistas y más ismos preocupados por lo público, debería ir mejor al Ecuador.
No es el caso. Parte de las élites y de la clase media han huido del país real hacia las plataformas sociales. Y ahí, en ese campo de batalla tortuoso y miserable, pretenden hacer creer que el mundo sí cambia al ritmo de sumas y restas de likes o shares. No solo rehúsan la realidad tal y como es. También se niegan a pensar un país tan complejo que algunos creen signado por el destino y condenado a no cambiar.
Es claro que en las plataformas la realidad no se resiste: se amolda y cambia según los humores, los deseos, las iras, las apetencias del color, tamaño y forma que se antoje. En las plataformas no hay hechos, estadísticas, costumbres. Solo hay designios de la voluntad.
¿Cómo se puede cambiar el país; esas realidades escandalosas que supuestamente justifican las banderas que enarbolan los evangelistas de la corrección política, si nunca proponen cómo hacerlo. No hay en su mundo el menor referente a cómo mejorar un porcentaje u obtener un resultado. No hay un solo proceso; un solo ejemplo de cambio.
El mundo real no los mueve: es huir de los espectros que no quieren encarar. Ellos ponen de manifiesto –como escribió Albert Camus– que “el nihilismo aún mira hacia atrás, esbozando apenas un salto hacia el vacío”. El lenguaje dejó de ser para ellos la herramienta del pensamiento y la comunicación: ahora solo sirve para sentenciar, condenar, cancelar. Y en esa huida hacia adelante, algunas ya recomiendan quemarlo todo. Por si acaso. En un acto anarco-nihilista de inmolación colectiva. Después de ellos, las cenizas.
Los devotos de las guerras imaginarias en las plataformas sociales no quieren cambiar al país. Empezando por sus propias causas. ¿Las y los llamados feministas (porque los demás son unos asquerosos machistas) han dicho cómo se cambian esas mentalidades, esas actitudes, esas conductas que con razón denuncian? ¿O su programa de vida es pasar su vida diciendo lo mismo? ¿O sinceramente creen que expedir certificados de machismo e hijueputismo a diestra y siniestra cambiará esas situaciones a veces medievales?
Y trabajo no hay solo en ese campo. ¿Cómo crea empleo una sociedad donde 7 de cada 10 personas no tiene uno formal? ¿Cómo se une la sociedad a la lucha sin cuartel contra la desnutrición crónica infantil? ¿Y contra la corrupción? ¿Qué hace ante el narcotráfico y su capacidad de penetración en instituciones y personas? ¿Qué hacer para que la sociedad entienda que tiene que encarar ya la situación inviable y explosiva del IESS? ¿Cómo hacer entender que los subsidios promueven las industrias de combustibles fósiles que están agravando el desastre ambiental global? ¿Y cómo hacerlo si aquellos que dicen ser los guardianes del planeta son sus mejores promotores? La lista de urgencias nacionales es larga y no se resolverá con supuestos golpes de pecho.
El concurso que el país necesita no es de likes y shares: es de soluciones. Y tardarán más si esos guerreros, que se sacrifican cada día en heroicas guerras imaginarias, no mutan en ciudadanos que, además de alma sensible, usan la razón y el sentido común. Y entienden que la sorna miserable no produce riqueza en un país que se está diluyendo.
Foto: El Universo.
Es una pena que hoy en día la gente pase más tiempo en las redes sociales que haciendo ejercicio, pasando tiempo con la familia u otras actividades. Navegar por la web en estos días es peligroso porque todos pueden ver lo que publicas, lo que a veces puede conducir a bromas pesadas para otras personas. Vivimos en una sociedad ahora que está obsesionada con las bromas de celebridades, personas famosas, etc. Pero a muy poca gente le importa lo que realmente importa, lo que está pasando en nuestra economía nacional y lo que se está haciendo para ayudar a los más vulnerables. La juventud actual debería ser más estable en su trabajo, deberíamos pensar en el futuro y lo que queremos de él. Somos una nueva generación que tiene un lugar importante en la sociedad y la política de nuestro país. Es por eso que debemos estar preparados para el desafío de usar Internet para obtener nueva información y comprender todos los eventos que están sucediendo tanto en el país como en el extranjero.
El país no cambiara a punta de likes, es muy lamentable mirar como hoy en día las personas prefieren dedicar su tiempo a mirar redes sociales, en lugar de dedicar ese periodo para ejercitarse, pasar con su familia o realizar otra actividad. En estos momentos navegar en la web es peligroso ya que todos pueden mirar lo que publican y varias veces esto se suma a bromas mal intencionadas en contra de los demás. La sociedad en la que hora vivimos se preocupada por estar enterada de chistes de farándula, famosos etc. Pero muy pocos se preocupan por lo que en realidad importa que está ocurriendo con la economía de nuestro país y que medidas se están tomando para ayudar a los más desfavorecidos.
Los jóvenes de hoy en día deberíamos ser más consecuentes de nuestras obras, debemos pensar en el futuro y que queremos de ello. Nosotros somos la nueva generación que llegara a ocupar cargos importantes en la sociedad y la política de nuestro país. Debido a eso es que debemos irnos preparando para asumir el reto, utilizar el internet para obtener nuevos conocimientos y estar informados de todos los acontecimientos que suceden dentro y fuera de nuestro país.
Hoy (milagrosamente y luego de varios años) finalmente en el Concejo de Quito aprobaron algo positivo, la ordenanza para el soterramiento de cables, uno de los tantos males que afean a la ciudad. Y yo me pregunto, por qué el Colegio de Arquitectos o Ingenieros o alguna universidad no propusieron e impulsaron esta medida digamos hace unos 10 o 15 años? No debería interesarles el orden, ornato y planificación de las ciudades? No hay nada que inventar, la mayoría de problemas ya tienen una solución efectiva en algún lugar del mundo. Políticos, expertos, opinólogos, académicos y analistas vienen maravillados de sus viajes al extranjero y ver el desarrollo e ideas innovadoras en otros lares, pero de aplicar aquí esas ideas que funcionan en medio mundo, ni hablar! Aquí no se puede, no hay cómo, es demagogia, no es conveniente, no es prioritario, es difícil, bla, bla, bla! Si fueran sinceros (algo imposible) simplemente admitirían que no les interesa apoyar nada que ellos no propongan, peor si es algo que le puede dar popularidad, reconocimiento o rédito político a quien no es de su simpatía o es un opositor, que su mezquindad, egoísmo y cálculo polítiquero prive a la gente de algo beneficioso y necesario les importa un comino. Se acuerdan cuando muchos (políticos y analistas para variar) se oponían a la construcción del nuevo aeropuerto, decían que no serviría para nada, que se estaba hundiendo, que los aviones se caerían, que tendrían que cerrarlo y reabrir el viejo aeropuerto, se regodeaban prediciendo el fracaso y la tragedia, aquí estamos ahora, nada de eso ocurrió, y ninguno reconoció su error! La crítica constructiva es totalmente válida y necesaria, aporta y enriquece, pero la hipercrítica, la falacia y la crítica destructiva que abunda en las redes sociales solo alimenta la desesperanza. A esos guerreros virtuales, dueños de la verdad y agoreros del mal no les interesa proponer nada, ni contribuir al cambio y la evolución, eso no les importa, se percibe en ellos la malsana alegría en sus palabras cuando anuncian (y le desean) el desastre y la desgracia para el país, ellos son parte del problema, nunca lo serán de ninguna solución. Es la gente real, en el mundo real, con ideas y acciones concretas la que puede y debe generar cambios, las redes sociales ayudan y son útiles, pero al final del día por muy popular que sea un posteo o un tuitero o una tendencia, eso no cambia ni mejora ni un ápice la realidad del país, no a largo plazo. Si en las redes le diéramos la misma exposición e importancia a todos los casos de violencia y desapariciones, eso se traduciría inmediatamente en justicia y verdad en el mundo real? No, lamentablemente no, las redes sociales son cuando mucho el comienzo de esa búsqueda.
Pero don José, ustedes, y no solamente ustedes claro, han posesionado la creencia en el poder de las ‘redes’. Contemos, si gusta, la cantidad de veces en las cuales este medio y sus articulistas CITAN las intervenciones de sus criticados en Twitter y demás redes. Han tomado dichas intervenciones para que el lector asuma el medidor de Twiter como palabra santa. Si apareció en Twitter está bien, o está mal.
Han acudido a Twitter tanto para señalar los exabruptos como los aciertos de aquello que no pasa de simples declaraciones sin VALOR alguno. El micrófono y la cátedra ya perdió su utilidad. ¡Twitter es todo! Y sin embargo ustedes asumen las declaraciones de las redes por el simple hecho de haberse escrito o aparecido allí. Ahora resulta, en este artículo, que los likes no cambian nada. Pues si no lo hacen, bueno: en tal caso dejen de aquilatar como de menospreciar las declaraciones de los políticos debido a la red social donde aparecen y critiquémoslas de acuerdo a lo QUE SON, palabras vacías o mentiras abiertas, independientemente de si se tratan de estupideces o expresiones coherentes aparecidas “en redes”. Una declaración no vale o deja de valer porque se escriba en Twitter. Vale por sí misma, o no vale. Así de simple.
Quizá usted es de los que piensan que en la vida TODO es malo. O TODO es bueno. Los viejos western (malos contra el Sheriff) hicieron delicias en el cine. La vida real no se parece.
La solución es muy simple: los políticos, académicos, periodistas necesitan un dosis de “codearse con el pueblo”: movilizarse en bus o a pie; fiar en la tienda para tratar de sobrevivir la semana; comprar la lista de útiles; desperdiciar tiempo haciendo trámites absurdos; postular infructuosamente a todos los empleos posibles…
Las peleas en Twitter son intrascendentes para la gente común y corriente.
El Sumo Pontífice, desde el púlpito, llamó a los fieles a no permanecer en la indiferencia ante la injusticia y la desigualdad porque “las injusticias, las desigualdades, los recursos de la tierra repartidos de forma no equitativa, los abusos de los poderosos contra los débiles, la indiferencia ante el clamor de los pobres, el abismo que cavamos día a día generando marginación no puede dejarnos indiferentes”
El poder Legislativo ha anunciado que iniciará el proceso de fiscalización de las actuaciones de las autoridades en el caso del crimen de la abogada María Belén Bernal. LA EMBARRARON. Estos “sesudos” asambleistas lo que buscan es protagonismo barato y tumbar al gobierno. El presidente Lasso debe llorar, como cualquier hombre, para no inhibirse de sus fructuaciones. Creo que deshacerse del oficial Carrillo fue un graso error. Como diría el respetable público: a lo hecho pecho.
Estoy totalmente de acuerdo con José: EL PAIS NO CAMBIARA A PUNTA DE LIKES. “OBRAS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES”.