Andrés Seminario se está diluyendo solo. Al ritmo que va bien podría ser, en semanas, otra víctima -con pleno consentimiento- del malentendido instalado en Carondelet en el capítulo comunicación política.
¿Qué entiende el Gobierno cuando se dice que tiene un problema de comunicación? Seminario al parecer no se hizo la pregunta. La prueba está en el discurso del presidente Lasso la noche que lo posesionó. Él enumeró la lista de obras o políticas que impulsa su gobierno y que, a su parecer, el país no conoce. En forma directa dijo que esa era su labor: poner en escena esos resultados obtenidos por su administración y promocionarlos.
En las entrevistas con Rafael Cuesta y Carlos Vera, el presidente inspiró su guion en esa convicción: llevó fichas preparadas y las fue pasando en revista hasta agotarlas. Y lo hizo saber a la audiencia. Comunicar para el Gobierno es, entonces, promocionar lo que hace. Punto. Eso tiene consecuencias. Una: esperar que el Secretario de Comunicación haga muchos boletines y ruedas de prensa para los medios tradicionales; y muchos videos y otras piezas que vayan por redes sociales. Dos: considerarlo como un funcional y ponerlo a las órdenes de Iván Correa. Es decir, ponerse a las órdenes de los protagonistas de la mala comunicación cuando, supuestamente, fue contratado para enmendarla.
Lo grave no es que esto ocurra también a Seminario. Lo grave es que Seminario llegó al gobierno sin un diagnóstico sobre el problema de comunicación. Y que, desde la noche de su posesión, aceptó la tesis que manejan el presidente y su equipo más cercano, aunque el resultado sea desfavorable porque no hay paso de corriente entre el Gobierno y el país. Dicho de otra manera, Seminario consintió administrar la calamidad que, en teoría, debía contener y superar.
Seminario entendió que el presidente y su grupo más cercano no admiten tener problemas de comunicación con el país. Están seguros de estar en lo correcto, de hacer lo correcto y de hacerlo todo bien. No se cuestionan lo que hacen: están dispuestos a explicar por qué los otros – todos los demás- se equivocan. Si los sondeos les son adversos, les importa un pito. Y si arrecian las críticas, las convierten en problemas personales. Seminario venía a cambiar la comunicación y, en días, lo cambiaron a él. Eso es visible en la carencia de noticias o planteamientos en las entrevistas que ha dado en medios.
¿Qué está haciendo Seminario? Poner un barniz teórico a sus declaraciones. Resucitar viejas estrategias motivacionales –camuflándolas en marcos conceptuales inspirados en la neurociencia– para voltear la tortilla y poner el peso del cambio en la ciudadanía.
Así, antes de solucionar el problema del discurso político del régimen, antes de resolver con el presidente Lasso cómo debe expresar hoy su liderazgo, antes de generar consonancia entre los éxitos económicos que se anuncian y el miedo y desasosiego que causa la delincuencia, Seminario pide a la opinión que cambie de chip. Y crítica a la prensa por dar noticias malas. Y tristes. !Qué gran aporte! Ah, también diagnostica que la opinión tiene “El sí dañado y el no flojo”.
Seminario tendría razón de retar al país, de alentarlo a una revolución cultural de visiones y conceptos, si hubiera ayudado a que el Gobierno marque la senda, fije los objetivos comunes, genere los encuentros necesarios y urgentes que se necesitan entre las instituciones y del país con parte aunque fuese de sociedad política en temas fundamentales. La seguridad, por ejemplo. ¿Dónde están esas fotos del país político e institucional unido contra la delincuencia? Eso es comunicación política y esa es también su tarea.
Seminario escribe y da entrevistas. Y lo hace como si fuese el sociólogo de una sociedad culpable de no entender al gobierno, sus buenas intenciones y sus magníficos resultados. Pues no, su trabajo no es ser un supuesto teórico, sentado en el poder para dar consejos a la sociedad. Su labor es ayudar al gobierno a entender que para que el país encare las desgracias que está padeciendo debe abandonar la soberbia que lo embarga, convocar voluntades y reunir la sociedad, no culparla.
El chip se cambiará con objetivos y liderazgo; no con lemas motivacionales.
Foto: Teleamazonas.
Lo dicho: el pueblo es el que anda “mamey”, no le entiende al gobierno: le califica de terco porque mantiene a su alrededor a asesores que dormitan como iguanas al sol, o de ingenuo porque presenta ternas con gente que luego le piden: “retírate que de chiste no más era” o tiene ministros con conflicto de intereses como el “yo no fui sino mi papá con el que ya no me llevo”, y el pueblo se equivoca al contar los muertos baleados en las calles y cárceles y de gana se asusta o se queja porque no hay medicinas en los hospitales que así mismo es la vida. Don Seminario debe dorar la píldora o le pasará lo mismo que al coronel Calle.
Me parece que Seminario tiene una tarea demasiado grande y compleja solamente en comunicar las cosas (gestión) que hace el Gobierno y no se conocían y aún no se conocen para gran parte de la población.
Comunicación política seguro no hará y eso seguirá en los hombros de Guillermo Lasso, mal que les pese a la mayoría de sus críticos y contradictores.
El problema de buscar lo perfecto es que siempre llega tarde y siempre llega mal, andamos en una economía en franca recuperación, no nos alejemos mucho de ese camino que los cantos de sirena de lo “perfecto” vienen de la mano del narcotráfico y el crimen transnacional.
La verdad es que la debilidad política del gobierno ha permitido la proliferación de una crítica sin fundamento real. Ha llegado a tal punto, que Vicente albornoz aconseja al gobierno ahorrar! Se dice tanta estupidez, que se debería emprender en una sistematización de la critica, para ver si algo de aquello es rescatable: “El gobierno debería hacer esto, o esto otro”; debería atender a los hospitales, falta dinero para las cárceles, dinero para la función electoral. Todo se soluciona con dinero, pero nadie entiende que dinero, no existe, se lo robaron y el País permanecerá en ese estado, por al menos diez años más. El gobierno tuvo que volverse populista, para evitar que la indiada vuelva a invadir las ciudades. Nadie apoya ese plan de pacificación que exterminó la planificación económica del gobierno. En cuanto a comunicación, si el gobierno quisiera que la Consulta propuesta sea exitosa, ésta tendría que ser explicada punto por punto.Si desea que se crea en invitación a los altos mandos políticos para promover el inexistente plan de la anti-corrupción Verdesoto, el exhorto del Presidente habría sido para exigir a las funciones del Estado un saneamiento interno de Jueces, Fiscales, Carceleros, Policías, Asambleístas, Ministros, Contralor, etc. etc. etc., para sanear la corrupción desde dentro.