El alboroto provocado por la compra de Elon Musk de Twitter se reduce a un conflicto que es medular y que lo seguirá siendo en los años que vienen: el control de la opinión en redes sociales.
Musk es un extraño para los sectores que controlan las grandes plataformas mediáticas digitales y es visto como una amenaza para el statu quo. Un multimillonario políticamente incorrecto, que hace comentarios disruptivos y tiene relaciones con la derecha más reaccionaria en los EEUU, resulta insoportable para los guardianes del orden ideológico. En los EEUU los llamados conservadores, especialmente en la derecha trumpista, lo ven como un salvador liberando a Twitter de lo que consideran un enfoque progresista-liberal sobre qué contenido está permitido y qué está prohibido.
El tuit puesto por Musk, apenas se concretó su compra de la plataforma, de que el “pájaro está liberado”, desató una euforia de optimismo de aquellos sectores que no quieren más ese statu quo. Aún más cuando se supo que había despedido a Vijaya Gadde, la jefe del departamento legal que conceló la cuenta Donald Trump. El Network Contagion Research Institute, un centro independiente que rastrea las tendencias en Internet, dijo que hubo, a raíz de la noticia, un aumento exponencial en la cantidad de insultos racistas. Sin embargo anotó que fueron eliminados como ocurría antes de que Musk comprara la plataforma.
La idea de que ya no habrá regulación ni límites en Twitter disparó, entre los alarmados por la compra, el temor de que esa aplicación podría comenzar su decadencia definitiva. ¿Más odio, agresividad y activismo de los conspiranoicos no van a acabar con el más importante espacio de debate que hay en el mundo?: se lo preguntó Charlie Warzel de The Atlantic, que escribió un artículo en tono apocalíptico en el que afirma que Musk va a “matar” a Twitter.
El problema parece ser que a Musk le va a resultar muy difícil cumplir con aquello que sueñan los libertarios que lo idolatran y ven en él al liberador de Twitter. Expertos y analistas coinciden en que Musk se encontrará muy pronto con una realidad que lo limitará y frustrará el cambio que esperan sus partidarios. En un podcast Alex Stamos del Observatorio del Internet de la Universidad de Stanford, dice que tan pronto Musk se sentó en los cuarteles generales de Twitter, en San Francisco, se percató de temas muy complejos que se manejan en lo que en Silicon Valley se llama la NPI que, en inglés, es la Información no Pública. Es decir, los registros que tiene la empresa sobre pornografía infantil, spam, noticias falsas que muchas veces terminan en tragedias, crimen y terrorismo. Eso explica que Musk haya cambiado de idea y anunciado que creará un Consejo de Moderación de Contenido. Que haya borrado su tuit en el que adhería a la teoría de la conspiración sobre el ataque al esposo de la demócrata Nancy Pelosi, también es una evidencia de que el nuevo dueño de Twitter está descubriendo una cosa es con violín y otra con guitarra.
No es el único tema que impondrá límites a Musk. Está también la presencia internacional de Twitter: en Europa hay leyes mucho más restrictivas que limitan lo que se puede decir en redes y Musk ya salió a decir que cumplirá con las leyes europeas que son muy rígidas en temas como el de discurso de odio y, sobre todo, del terrorismo: podría ser responsable de algún crimen si no hace la moderación de contenido…
Musk tiene un problema adicional que ha hecho que muchos periodistas especializados hayan dicho que su decisión de comprar Twitter fue una pésima idea: Tesla. Es dueño de esa empresa que, en ventas de carros eléctricos, y solo fuera de los EEUU, tiene ingresos por 20 mil millones de dólares al año y que tiene fábricas en Alemania y China. De esos ingresos, 5 mil millones de dólares anuales vienen de China donde se fabrica una gran cantidad de piezas y partes de sus vehículos. ¿Cómo va a manejar el tema de la libertad de expresión cuando se trate de negociar intereses de Tesla con el Partido Comunista de China y su líder Xi Jinping, ambos autoritarios extremos? Según el corresponsal del Washington Post para Tesla, los accionistas de esa empresa están aterrados con la noticia de la compra de Twitter..
Pero quizá el más importante de los limitantes que podría tener Musk para cumplir sus ofertas y las expectativas que tienen en él los libertarios es el “Caso González vs. Google”. Un caso judicial que la Corte Suprema de Justicia de los EEUU deberá resolver en los próximos días, que aborda la cuestión de si los proveedores de servicios de Internet son o no responsables por la recomendación de contenidos relacionados con el terrorismo. La familia de Nohemi González, la única estadounidense asesinada en los atentados terroristas de 2015 en París, demandó a Google (por su servicio YouTube) por ayudar e instigar su asesinato por parte de ISIS, al “recomendar” contenidos de un grupo militante musulmán. La demanda alega que, al permitir que sus algoritmos recomienden contenidos de vídeo del grupo terrorista, Google es responsable penalmente. Si la Corte falla a favor de la familia González, las plataformas de redes sociales, como Twitter, serán responsables si sus algoritmos recomiendan contenido que pueda degenerar en un acto criminal. Y eso es algo que -todos coinciden en Silicon Valley- Musk no quiere asumir.
Lo de Musk y Twitter es mucho más complejo de lo que dice la mayor parte de la opinión pública activada en esa plataforma. Ni Musk es el energúmeno del que hablan los progresistas ni podrá sacudirse de sus demonios para hacer lo que sus admiradores libertarios tanto quieren. Lo único cierto en todo esto es, sin embargo, lo que hoy dijo Kevin Roose, el columnista de tecnología del The New York Times en el podcast The Daily: Musk es terriblemente impredecible. Así, cualquier cosa puede suceder.
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En mi opinión, con excepción de lo último, no creo que la compra de Twitter cambie en lo más mínimo el funcionamiento de la misma y mucho menos que esta se acabe
Y ahora que dira Correa. Le dejaran twitear lo que le da la regalada gana. O cantaran a coro con la bachiller de Otavalo, que los pobres coman pan y los ricos mierda, mierda.
Estimado señor Pallares, siempre pasa que la realidad supera la ficción, y, que los hechos matan relatos.
Musk es un empresario brillante con características sicópatas, que se guía por sus impulsos. Esto implica éxito, y, al a vez descartes: muchas de las empresas que fundó, las vendió, y con lo que obtuvo fundó otras, en sectores diferentes. Twitter es la primera empresa que no fundó. Si no consigue lo que sea que quiera, lo más probable es que la venda.
No se si se pueda llamar libertario a Musk. Lo que si se, es que en la práctica, la mayor parte de las ideas útiles del denominado liberalismo, no son suficientemente promocionadas en medios de comunicación tradicionales o electrónicos. Hay una tendencia de los medios a promocionar las ideas de izquierda, a pesar de que muchas de ellas han demostrado no ser útiles en la vida real, o, peor aún no tienen una base científica cierta.
Esto ha llevado a que muchos autodenominados libertarios, busquen canales alternativos de comunicación, muchos de los cuales pueden llegar a ser tan extremistas como los medios de izquierda, lo cual no es bueno para el debate público. Tal vez por esto, los supuestos libertarios ven como un símbolo a Musk, pero al final del día, el es un empresario.
Me parece que lo más importante de la compra de Twitter por parte de Musk, es tener un debate serio, sobre lo mal que lo hacen la mayor parte de medios de comunicación: fomento enfermizo de derechos sin considerar responsabilidades, manejo de cifras sesgado o mal planteadas para justificar ideas sin norte, conversión de problemas en crisis, etc.
Casi nunca el león es tan fiero como lo pintan, ya el tiempo lo demostrará. Lo único que debe buscar el muchacho es a través de esta red potenciar sus otros negocios y muchos más que surgirán en el camino incluido finanzas, seguridad,etc etc y por eso el Tío Sam lo apoya nada de libertarios ni de progres al fin y al cabo ambos cojudos y muchos mas están en la red.