El Comercio no circuló durante el feriado en su versión impresa. Ese hecho sirvió de campanazo para que los quiteños se enteraran de la profunda crisis que atraviesa ese diario que tiene 117 años. No circuló por un paro de trabajadores y periodistas impagos desde hace meses: 4 en el caso de 210 jubilados, 3 de 200 despedidos y 3 de los 261 empleados.
La crisis no es solo económica. Basta tener el diario en las manos para ver que ese medio, pujante en otras épocas, perdió tamaño y volumen de páginas en forma mayúscula. Y basta hojearlo para saber que el peor de los escenarios en una redacción es hoy una realidad en el diario hecho en San Bartolo, al sur de Quito: cerrar sus ediciones con lo que tengan a mano. El Comercio no es un periódico pensado; es el resultado de sus propias carencias. Dejó de ser un diario de referencia y ya no compite en ningún plano en el mercado de la información: no informa, no analiza, no investiga. Es una magazine hecho con historias, en casos intemporales y en casos bien ilustradas. Historias ligeras.
La crisis de El Comercio es de sustracción de materia. De valores. De talento humano desperdiciado a lo largo del tiempo. De periodismo. El Comercio pasó de ser un diario que con Guadalupe Mantilla tenía una línea editorial e informativa claramente definida alrededor de destino y el futuro del Ecuador, a ser un negocio administrado por personajes que el país nunca conoció; mercaderes afincados en Argentina, empleados de un empresario gansteril, Ángel González -conocido como El Fantasma- que lo asumió definitivamente desde inicios de 2015.
En claro, esta muerte clínica del diario que fue el emblema periodístico impreso de Quito, estaba cantada. Tras su venta, El Comercio dejó de ser un medio ecuatoriano para ser parte de “un corporativo”; un negocio comercial de un empresario mexicano y guatemalteco que ni siquiera conoce el Ecuador. Un empresario con problemas con la Justicia de algunos países que, lejos de fiscalizar los gobiernos, hace acuerdos con ellos de beneficio mutuo.
Con Guadalupe Mantilla El Comercio jugó un papel esencial en la vida pública, sobre todo después de la renovación hecha en 1994. Entonces, el diario mutó de blanco y negro a color, pasó de 4 secciones a 16, lanzó productos periodísticos novedosos, puso la agenda de la sociedad en el centro de las preocupaciones de sus periodistas e involucró a todos los actores. En particular a las comunidades indígenas que los reporteros visitaban y también a sus líderes: Luis Macas, Blanca Chancoso, Nicolás Iza, Nina Pacari, entre otros, fueron consultados en todos los temas de políticas públicas e invitados a departir y dialogar con el directorio del diario. Las élites fueron convidadas a verse como parte la compleja realidad nacional: no como sus únicos protagonistas.
No hubo, bajo la dirección de Guadalupe Mantilla, causa nacional que fuera ajena a la actividad periodística de la redacción. El análisis periodístico fue un aporte y un puntal de la labor de El Comercio que los dirigentes políticos tardaron en entender y, en casos, nunca compartieron. El desarrollo de otros géneros periodísticos, como la crónica, el informe, el reportaje, la crítica también encontraron puestas en escena que necesitaron mucho talento y tecnología y merecieron numerosos premios en Estados Unidos y en Europa. El Comercio, muy bien impreso, fue un diario de vanguardia en contenido y diseño en el país.
El diario usó su capacidad de convocatoria al servicio del país: en forma decisiva, animó la reflexión nacional sobre problemas que parecen eternos. El ejemplo más icónico -pero lejos de ser el único- fue la decisión de acompañar el proceso de paz con el Perú. 18 foros nacionales realizó ese diario, con su directora presente en cada uno, desde Tulcán hasta Huaquillas.
Correa, que no quería una prensa independiente, desconoció las transformaciones que el diario capitalino hizo para profesionalizar el oficio, formando periodistas y haciendo grandes inversiones. El pánico político de tener una prensa crítica y la voracidad de un empresario totalmente foráneo y antiético, se aliaron para poner fin a la tenacidad y voluntad de Guadalupe Mantilla de convertir El Comercio en uno de los mejores diarios de la región.
La era de esa Señora no puede ser comparada, en forma alguna, con la de Ángel González. Ella conocía el país, contribuir a cambiarlo era su obsesión y estaba convencida de que un medio debe servir las causas de sus ciudadanos. Imposible que eso pudiera siquiera imaginarlo El Fantasma, un pirata conchabado con el correísmo, que dejó sin el alma apenas compró al que fue el mejor diario ecuatoriano.
Foto: Archivo Particular.
Lamentablemente todos los medios impresos están desahuciados, no es su culpa, si la Sra. Mantilla vendió el periódico, no creo que haya sido un buen negocio. Ya nadie publica mortuorias, los clasificados que llegaron a ser un suplemento completo, hoy no llegan a una página. El Universo se ha humillado al punto que publica divorcios de una parroquia del cantón Sozoranga, si es que alguien sabe donde queda eso ( creo que en Loja, pero no estoy seguro ) Es fácil echarle la culpa al Fantasma, pero Hoy no tenía fantasmas, Teleamazonas es subsidiado por el Pichincha y 4P promueve “membresías”.
Usted debe ser experto en fanescas!
Mis respetos, adivina muy bien. La fanesca de la costa sin leche es mucho mejor que la serrana.
Doloroso e indignante, a la vez, resulta asistir a la crónica de una muerte anunciada. Todo lo que cae en manos llenas de corrupción, de odio, venganza, es decir en manos de gente sin escrúpulos, está destinado al fracaso. Me imagino que el Sr. Fantasma (si acaso merece el calificativo de señor) no querrá dejar de ganar algo más y aplicará aquello de que “del ahogado…el sombrero” y, siendo así, por ejemplo, las cámaras de la producción deberían interesarse en adquirirlo y, ojalá, devolverle el sitial que tuvo durante tantos años, en manos de la familia Mantilla, particularmente de Don Carlos, en su momento y, más tarde, de Doña Guadalupe.
Me da una inmensa tristeza que el diario que me ayudó a formarme en la satisfacción que da la lectura de temas muy variados tanto del acontecer nacional como internacional esté a punto de desaparecer. Sus editoriales siempre fueron para mi fuente de reflexión y opinión.
Esta es una más de las “Obras” del enemigo # 1 del Ecuador, Rafael Correa, su odio a nuestro pais no tiene parangon, va más alla de lo imaginable, su discurso y especialmente su proceder maquiavelico sigue aún vivo y debemos estar atentos.
En los futuros procesos electorales debemos actuar y darle el DETENTE que se merece este demonio y sus huestes, se presenten como se presenten, pues tienen la habilidad de cambiar de vestuario y de partidos con gran facilidad.
Que les vaya bonito repetía cada vez mameluco cómo disco rayado para atentar contra la estabilidad del sector empresarial son no gun tipo de análisis social cómo que representa la fuente importante de fuentes de trabajo y bienestar para las familias ecuatorianas. Diario El Comercio se une a una lista interminable de empresas que se fueron del país o que están al borde de la quiebra. El correismo enemigo acérrimo del éxito empresarial siempre trato de imponer su ridículo fanatismo de primero el hombre y después el capital para destruir lo que tanto costo a las empresas en el tiempo. La situación de falta de fuentes de trabajo en el país es atosigante. No queda más que apoyar al gobierno de Lasso para que haga frente a tanta miseria humana que cunde en las instituciones del país, llámese, entre otras, AN, Corte Constitucional, etc., etc.
Igual, estoy decepcionado del cambio para mal que han hecho con diario, he sido un fiel lector porque tenía varios segmentos, por la seriedad que asumían sus periodistas y dirigentes. Ahora es una caricatura mal hecha que no aporta nada bueno.
Una incuestionable verdad y pensar que el actual gobierno entre comillas tenia por mision rescatar la Nacion de las garras hamponiles del narco comunismo transnacional genocida rufian. Que futuro si aun existe futuro le espera a Ecuador, quizas el destino de una narco cuba o una narco venezuela o tal vez una narco nicaragua.
Es correcta la apreciación un medio informativo libre e independiente con compromisos de profesionalismo ante la comunidad perdió su fin y propósito desde la arrogancia e insultos soportados por tiranos hasta el porte de pensamiento noble de intelectuales de varias épocas y tiempos la verdad nos hace libres pero los tiranos nos convierten en presa fácil de la ignorancia y esclavitud de los pueblos
Señor Hernández, es innegable el aporte de la señora Mantilla dentro de la historia de la prensa escrita en el país, pero, es inexplicable que haya vendido un medio tan importante -y que llevaba tras de sí el esfuerzo de toda su familia- a un empresario así, como se lo ha descrito, y más aún, siendo cierta la intervención de gente como los Alvarado. Osea, de ser una líder de oposición al correísmo, vendió su diario a sus representantes que pusieron a un interesado de su conveniencia, eso no tiene sentido ni se explica. Se puede elucubrar que pesó más el tema económico, que no hubo otras propuestas interesantes que mantengan vivo al diario (porque la crisis económica del rotativo ya venía acumulándose desde antes por malas decisiones administrativas, como la compra de la Reina sin sopesar una conveniencia real, sueldos dorados que no justificaban el trabajo hecho, renovación innecesaria de las instalaciones internas del diario), la respuesta quizás solo la tengan quienes vendieron el diario al señor González y no a otro empresario. Los factores que terminaron de afectar al medio, y no cabe duda de que usted es consciente de ello, fueron una falta de giro de tuerca y no saber leer la evolución de los medios de comunicación del papel al digital (desde el 2010 se lo advirtió como un hecho emergente). La mayoría de medios siguen con la lógica del papel, sin apostar por ingresar con fuerza en la corriente de las redes sociales y las nuevas lectorías. Actualmente, El Comercio está apostando por esa presencia en redes sociales, por un público joven, por temas de interés de la comunidad. El periodismo de investigación vale, y un país debe contar obligatoriamente con su presencia, pero, sencillamente, eso no debe ser el alma de un medio de comunicación porque, siendo fríos al decirlo, eso no vende ante las nuevas lectorías; y un diario, a fin de cuentas, es un negocio que vive de las masas y de la pauta. La romantización del periodismo no da de comer, ni permite sobrevivir dentro de un mercado tan volátil y fluctuante como el actual.
Resulta por demás extraño que un empresario que posee medios de comunicación en todo el continente haya adquirido El Comercio y luego lo haya quebrado, a menos que ése haya sido el plan original… ¿Por qué no se juntan un grupo de empresarios e intelectuales capitalinos y compran el periódico para revivirlo?
Mi memoria me obliga a enviar un afectuoso saludo y agradecimiento a las señoras Mantilla-Mosquera, por el privilegio de haber sido un pequeño piñón de esa hermosa máquina de relojería suiza que funcionaba con precisión y producía alta calidad de información y contenido.
Lo ideal sería rescatar el legado de don Carlos Mantilla como una garantía para una democracia sana y acceso a la información, indispensables para el desarrollo de toda nación.
Y sí, lo mejor vino después de actualizar no solamente la maquinaria y sistemas tecnológicos, fue también (con el aporte de unos tales José y Ponto) la muy novedosa nueva presentación del periódico, sin modificar los valores y principios heredados, que hacía más atractiva la lectura de lo impreso y el posterior efecto que causó en la población.
Recuerdo claramente cuando se recibió la visita inesperada de Dahik, Vicepresidente de Durán Ballén, para intentar detener la rotativa con la noticia de sus atracos. A cambio recibió el portazo que merecen todos los delincuentes que traicionan a la patria. Nadie puede negar la importancia de los medios serios y de prestigio, como El Comercio durante tiempos atribulados, en los que tanto oportunistas como maleantes de cuello blanco pescan a río revuelto.
El Mashi ya puede gritar como Tarzán (o la mama), con el un pie sobre el edificio de El Comercio, jalándose la corbata (como sabe) con garra hasta arrancarla: ¡Kriiiga, Tarzán bundolo! Equivale a “mis plumas” (= fantasmas) lo mataron. Reacciones típicas de los tarzanes que no soportan las críticas (aunque se disfrazan de demócratas) en sus “proyectos vitales” de país y hasta se mandan las “leyes mordaza”, porque el ruido les distrae en su concentración de “salvadores”.
Lástima por Quito y el país. La Prensa educa.