Si para algo sirvieron las más de tres horas del programa que el Consejo Nacional Electoral organizó, bajo la etiqueta de debate con los candidatos a la Prefectura del Guayas, fue para darse cuenta de la traumática herencia de las administraciones socialcristianas en la provincia más poblada y con mayor número de electores del país: 3,1 millones habilitados.
En el programa participaron 13 candidatos y el formato estableció que hubiera dos grupos: el primero de siete y el segundo de seis. En el primer grupo estuvieron Andrés Guschmer, de RETO; Édgar León, de Avanza; Richard Intriago, de la Izquierda Democrática; Danilo Félix Ordóñez, de Democracia Sí; Marcela Aguiñaga, de la Revolución Ciudadana; Héctor Vanegas, de Mover, y, Juan Cervantes Gómez, de la Unidad Popular. En el segundo grupo, Francesco Tabacchi, de CREO; Norma Quiñónez, de SUMA; Nicolás Lapentti, de Sociedad Patriótica, PID y Amigo; Susana González, del PSC; Alejandro Gallo, de Renovación, y, Jorge Triviño, Pachakutik.
Los temas que se supone son los más importantes en la provincia y que fijó el CNE para las preguntas fueron seguridad, dragado del Guayas, adicción a las drogas y vialidad. Sin embargo, esos tópicos parecieron pesar menos que el del pasado socialcristiano en la provincia. Estas son algunas conclusiones a las que se pueden llegar luego del programa
1 .- La pesada huella del PSC. Las administraciones socialcristianas en la provincia e incluso en la ciudad de Guayaquil son una herencia tan pesada que se convierte no solo en una arma de sus adversarios sino en búmeran de la candidata del PSC. Susana González, cada vez que se defendía por lo que decían sus competidores, entre los que está el ex prefecto socialcristiano, Nicolás Lapentti, echaba la culpa de los desaciertos y la corrupción en la provincia a las anteriores administraciones que, en su gran mayoría son del partido que la auspicia: el PSC. González incluso tachó de corrupto a Lapentti; lo cual afecta al líder de su partido y patrocinador de su candidatura, Jaime Nebot. De los trece candidatos, tres salen de ese partido además de Susana González: Andrés Guschmer, Francesco Tabachi y Nicolás Lapentti. Los tres participan, bajo otros auspicios, luego de que la dirigencia del partido se jugó por ella, y los tres criticaron, paradójicamente, a las administraciones socialcristianas. Lo de Héctor Vanegas fue paradigmático: recurrió al asunto prácticamente en todas sus intervenciones y hasta mostró un tatuaje en su brazo que dice “la 6 se va”.
2.- No existe un plan para la seguridad. Si es cierto que la inseguridad es el problema más grave de la provincia, como lo señalan las encuestas, en el debate no se escucharon propuestas articuladas sobre el tema. La correísta Marcela Aguiñaga dijo, por ejemplo, que su plan de seguridad tenía dos ejes: control y “trabajar sin figuretear” y Juan Cervantes ofreció combatir el crimen con parques públicos. Francesco Tabacchi pareció ser el más articulado. Héctor Vanegas convirtió sus credenciales de fiscal en la provincia -que metió “muchos pillos a la cárcel”- en el mejor plan. Edgar León cree que la inseguridad se combate con educación a las mujeres y Danilo Ordóñez piensa que el origen de la inseguridad está en la corrupción de la administración pública. Curioso ver que en la provincia que más ideas debería generar para combatir al crimen, las respuestas hayan sido tan vagas y pobres.
3.- El formato anuló el debate. Los candidatos están obligados a responder una pregunta común para todos y luego pueden hacer una interpelación a uno de sus adversarios. Sin embargo, resulta que siempre el interpelante y el interpelado es el mismo. Eso hizo que en varios momentos del programa en los que el interpelado llega a la candidatura sin una trayectoria conocida y sin una hoja de servicio público, el interpelante se limitaba a hacerle una pregunta sobre su plan de gobierno. Esto pasó varias veces, por ejemplo cada vez que Francesco Tabachi interpelaba a alguien lo hacía a Norma Quiñonez de Suma.
4.- Un escaparate para la promoción. El programa se convirtió en una vitrina para que varios políticos sin trayectoria ni antecedentes de trabajo público se hagan conocer como candidatos. Esto explica que muchos de ellos, cuando se les hacía la pregunta sobre un tema puntual como el dragado del río Guayas o la seguridad, evadían o ignoraban la interrogante recitando o leyendo los puntos más importantes de su oferta electoral. Esto, en realidad, es el resultado de un problema del sistema electoral y político: las candidaturas son apuestas que hacen los movimientos y partidos políticos con personajes que no tienen propuestas que sean el resultado de un estudio de lo que ocurre en su provincia: puro lugar común y ofertas clientelares salpicadas por gestos ridículos como el de uno de los candidatos, Jorge Triviño que, al menos en tres ocasiones, dijo que los debates deberían ser hechos con pruebas de un polígrafo. O que Susana González se haya negado a hacer preguntas a su ex compañero de partido, Francesco Tabachi, porque, según ella, no ha hecho nada por la provincia.
Foto: El Universo