//

Lasso se juega el todo por el todo

lectura de 5 minutos

Nada desconcierta más al presidente Lasso que un cuestionamiento a su reputación de hombre honesto. Esa convicción es uno de sus pilares. En octubre de 2021, cuando el correísmo y sus aliados decidieron investigar el caso de los Pandora Papers, en Carondelet se debatía, paralelamente, la posibilidad de recurrir a la muerte cruzada.

Lasso, contrariando a los escasos funcionarios que eran favorables a usar el  artículo 148 de la Constitución y cerrar la Asamblea, decidió congelar el debate hasta que la Asamblea archivara la investigación; decisión que tomó el 7 de diciembre. Lasso explicó a su entorno que procedería de tal manera para que nadie pudiera pensar que iba a cerrar la Asamblea para salvarse. Convencido de que era inocente, él permitiría que la Asamblea agotara todos sus procedimientos.

Por supuesto, defender la honra es importante, pero el desconcierto es mal consejero. La prueba es la cadena de desatinos en que el presidente ha incurrido tras la denuncia que, según La Posta, lo involucra y que facultó al medio a ubicarlo en la cúspide del organigrama de una organización delincuencial.

Lasso, es obvio, debía reaccionar. Pero se nota que en su gobierno no hay un manual pensado para responder institucionalmente en casos como este. Así, el presidente, como jugador de tenis, subió a la red para tratar de ganar puntos. Y ahí sigue, muy empeñado en probar que nada tiene que ver con la denuncia y que garantiza que quien quiera investigar tendrá carta blanca para hacerlo.

Todo el gobierno, según dijeron Iván Correa, secretario de la Administración, y Francisco Jiménez, en una rueda de prensa hoy en Carondelet, está movilizado y siguiendo esas disposiciones presidenciales. En este caso Guillermo Lasso ha esgrimido principios, pero también se ha jugado innecesariamente por gente de su gobierno. O incluso por Danilo Carrera, su cuñado. Es claro que lo conoce de toda la vida, pues habló de una amistad de 64 años y él tiene 67 años. Pero aún así, en términos de institucionalidad, no se espera que un presidente meta la mano al fuego por nadie.

No es un tema de desconfianza; es un protocolo que impone su cargo. Un principio que un Primer Mandatario aplica dentro y fuera de su gobierno. Por eso es un problema para él haberse rodeado de amigos en Carondelet y tratarlos como amigos; no como funcionarios.

Contestar la denuncia, pedir que se publiquen las pruebas, llamar a los organismos de control del Estado a investigar y ratificar su voluntad y la disponibilidad de su gobierno para colaborar: eso habría bastado. El resto lo tenía que hacer Danilo Carrera, como en efecto lo hizo (hoy demandó a La Posta) o cualquier otro involucrado si llegara a considerar que los señalamientos son falsos o inexactos.

El presidente se equivocó al pedir a Juan Carlos Calderón que investigue. En periodismo ni se investiga ni se hace lo que el poder solicita, aún de buena fe. Lo mismo ocurre con la orden que, según dijo, dio a Luis Verdesoto, secretario de Política Pública Anticorrupción. Él es funcionario gubernamental. Sus resultados no gozarán de credibilidad y eso nada tiene que ver con la ética o el profesionalismo. Sencillamente eso fue lo que hicieron otros gobiernos, el correísmo, en particular. Y solo sirvió para incrementar, en forma exponencial, el escepticismo que suscita siempre el poder.

La investigación tiene que hacerla la Fiscalía. En este punto, y con solo audios de por medio, que son indicios de posibles actos de corrupción, no hay todavía una verdad periodística. La Posta, tras haber puesto al presidente en lo más alto de un organigrama, ya hizo saber que no tiene elementos para vincularlo. Haber designado a Hernán Luque a la presidencia de la Empresa Coordinadora de Empresas Públicas puede ser un error, pero no es un acto delincuencial. A menos que el presidente lo hubiera puesto allí supuestamente para robar: un escenario que nadie ha planteado.

Lasso, aún con desaciertos, se está jugando el destino de su gobierno y su prestigio para esclarecer este caso y poner su nombre al abrigo de cualquier sospecha. Sus reacciones recuerdan lo que hizo ante las acusaciones en el caso Pandora Papers. Danilo Carrera, a sus 84 años, también se juega al haber planteado una demanda a La Posta. Pasar el testigo a la Justicia es la única forma de dilucidar la corrupción en el sector eléctrico, sus actores y sus conexiones. Le toque a quien le toque.

Foto: Presidencia de la República.

1 Comment

  1. Error frecuente de presidentes es “meter la mano en el fuego” por alguien. Recuerden al profugo de Belgica que dijo que renunciaba a la presidencia si encuentran que el primo no tiene titulo de economista. Al final quedo muy mal parado (sobre todo mostrando, como varias veces antes, que era un mentiroso) y, obviamente, jamas renuncio. Eso debio servir al presidente Lasso a no jugarse tanto por el Sr. Carrera. No era necesario, como bien concluye el Dr. Hernandez.

Comments are closed.