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Patiño, beatificado antes de ser amnistiado

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El camino trazado por los correístas para amnistiar a Ricardo Patiño y traerlo al país pasa por su elevación a los altares en calidad de santo de los derechos humanos y la defensa de los oprimidos.

El pedido de amnistía, que tiene 90 páginas, fue presentado a la Asamblea por la ex funcionaria del correato, Wilma Salgado, y el activista por los derechos humanos Billy Navarrete. La semana pasada fue calificado por el Consejo de Administración Legislativo, CAL, para que lo conozca la Comisión de Transparencia. La parte más voluminosa del documento no es realmente la argumentación jurídica a favor del caso de Patiño, sino una biografía fabricada donde aparece como un titán de la defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión.

Patiño está actualmente prófugo en México. Allá llegó al enterarse de que iba a salir una orden de captura en su contra, acusado de instigación por un llamado público que hizo para la insurrección en contra del gobierno de Lenin Moreno. Esto ocurrió en Latacunga en noviembre de 2018. Su discurso lo pronunció ante un grupo de correístas a los que instó a que cambien “la estrategia de resistencia pasiva y organizada a la resistencia combativa. ¡Combativa! Porque tenemos que tomarnos las instituciones públicas, tenemos que cerrar los caminos…”.

Patiño salió por la frontera con el Perú y de ahí viajó a México. Ahora, la Comisión de Transparencia donde existe una mayoría correísta deberá elaborar un informe que tratará el Pleno. Considerando que el pedido fue calificado por los representantes de la mayoría en el CAL, no es descabellado pensar que ahí habrá los votos para su aprobación.

El alegato jurídico dice, básicamente, que Patiño es víctima de un proceso de persecución política y de lawfare. La argumentación es, además, una pieza política donde se proclama algo que es eje del discurso correísta: que la consulta de 2018 fue una maniobra del traidor Lenin Moreno para dejarlos en indefensión. 

Lo más insólito del documento es que, habiendo sido redactado por Billy Navarrete, que se supone es activista de los derechos humanos, sostiene a favor de la amnistía de Patiño los conceptos que el ex ministro de Defensa y Canciller del correato pisoteó, como la libertad de expresión o de asociación. No menciona, en su épico elogio a la vida de su defendido, que fue uno de quienes más apoyó a Rafael Correa en su estrategia de persecución a la prensa y a la voces de la disidencia política. Como Canciller, se negó a dar el salvoconducto a Carlos Pérez, accionista de El Universo, que se había asilado en la embajada de Panamá cuando el Estado se puso a servicio de Rafael Correa. Incluso se negó respetar las medidas cautelares que expidió la Corte Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, a favor de los propietarios del diario, alegando que se trataba de una injerencia de ese organismo en temas domésticos.

El extenso panegírico perfila a Patiño como uno de los adalides históricos de los derechos humanos, no solo en el Ecuador sino en toda la región: se dice que luchó contra las dictaduras del cono sur y que fue quien trabajó con el sandinismo en el proceso de entrega de tierras a los pobres. 

No está ni por asomo que, en cambio, Patiño es responsable de dos episodios que ensucian la historia de las relaciones internacionales del Ecuador cuando fue Canciller: el voto favorable en las ONU para dos gobiernos genocidas, el de Corea del Norte y el de Siria. En el caso de Corea del Norte, la Comisión de Investigación de la ONU había redactado un escalofriante informe sobre los derechos humanos y recomendaba que fuera entregado a la Corte Penal Internacional. Ecuador fue uno de los pocos países que lo negaron. En lo de Siria, únicamente Ecuador, Cuba, Rusia y China votaron en contra de una resolución que condenaba el exterminio de civiles, especialmente niños, por parte de ese gobierno criminal. 

En la épica biografía que Navarrete y Salgado redactaron para que la Asamblea le otorgue la amnistía, Patiño compite con Francisco de Asís: están hasta las visitas que hizo como profesor de la Universidad de Guayaquil a la parroquia de Salinas, en Bolívar. Ahí, dicen con evidente ternura, “explicaba con las experiencias de la comunidad, los principios de la solidaridad…”.  No cuentan nada, en cambio, sobre su participación en el escándalo de los Pativideos, en los que aparecía haciendo oscuras transacciones de bonos de deuda externa en un hotel de Quito con inversionistas venezolanos. Tampoco mencionan el otro escándalo del que fue protagonista y que, al igual que el primero, no fue investigado porque la Fiscalía de ese entonces estaba en manos del gobierno de Correa: la narcovalija en el que culpó a los perros antidrogas antes que asumir su responsabilidad. 

Si la Asamblea aprueba el pedido de Salgado y Navarrete, no solo quitarán la orden de captura que hay sobre Patiño sino que lo beatificarán.

Foto: Medios Públicos