Cuando Macondo es el pueblo ficticio fundado José Arcadio y Úrsula se puede hablar, como hacía García Márquez, de una trasposición poética de la realidad. Pero cuando Macondo es sinónimo de caos y desgobierno se está en el peor de los mundos. Y cuando se está en ese trance, hay cómo toparse con historias nimias que, referidas a la Justicia, muestran el estado calamitoso en el cual se encuentra el país.
La historia de Lorena Collantes podría ser irrelevante. Y caber en un par de párrafos. Pero es hilarante y dramática por ella y por los jueces. Es una muestra de que la descomposición manifiesta de la Justicia permanece estable, en su caso, desde hace siete años.
Lorena Collantes fue detenida el 17 de noviembre de 2016 tras armar una trifulca en un restaurante donde se negó, al parecer, a pagar. Borracha, insultó a los policías en una patrulla y en una comisaría. La Fiscalía formuló cargos y en 2018 y un tribunal la sentenció a seis meses de cárcel. Una sala penal de Guayas la exculpó en 2020. Y el 11 de enero pasado, Jenny Freire, una jueza de Quevedo falló a su favor y dispuso que sea reintegrada como jueza, que le pidan disculpas y le paguen su salario, intereses y beneficios de ley “dejados de percibir desde su destitución hasta su efectivo reintegro”.
En esta historia hay más de una curiosidad. Por ejemplo, que Collantes fue jueza de Familia, Mujer, Niñez y adolescencia de Guayaquil hasta el 28 de octubre de 2016. Ella fue detenida el 17 de noviembre. Pero se abrió un expediente disciplinario que desembocó en su destitución…
Collantes se hizo famosa por los videos que le hicieron el día de la detención. Se le ve fuera de sí, fuera de control. De aquel momento, muchos recuerdan ese minuto en el que, en una patrulla, tras la reja que separa detenidos de policías, ella gritó al conductor: “Quieres probar mi poder”. Una frase que se viralizó y se volvió lema y estribillo de canciones que salieron con ella como estrella.
“Quieres probar mi poder” no fue su única frase. La ex jueza, en una actitud que su abogado describió como “estado de depresión que llegó al delirio”, amenazó a los policías valiéndose de un lenguaje escueto y tan florido como irrepetible.
En el video pregunta a gritos al policía si se quiere morir. Le informa que ella puede hacer una llamada y él estará muerto en treinta minutos. Le dice, en medio de frases inconexas, que su ex esposo es un mafioso. Y cuando se percata de que la están grabando, pide que no lo hagan y -en un arranque de repentina lucidez- dice que la drogaron… Y empieza a rezar.
En otro video del mismo hecho, con ella en la parte delantera de lo que parece otro auto, se presenta como “la mujer del hombre más poderoso de este país”. Y como deja suponer que habla con él, le pide, siempre a gritos, que destituya al policía. Que quiere “que viva la miseria que yo viví algún día”. Y celebra que el hombre más poderoso del país le dé gusto: informa al agente que está destituido.
¿Exabruptos? ¿Estado etílico avanzado? La Justicia sabrá. El hecho cierto es que la persona que armó esos zafarranchos -también en la comisaría donde agredió verbalmente a otro policía- es la misma que ahora una jueza pide restituir en el cargo, que el Consejo de la Judicatura le pida disculpas y la indemnice.
¿Qué idea tiene de lo que es un juez la jueza Freire que otorgó la acción de protección para que Collantes sea restituida como jueza? ¿No hay normas éticas que quebrantó y que la inhabilitan para siempre de ejercer esa profesión? ¿En qué manual de comportamiento para un juez se tolera lo que ella hizo y dijo aquel 17 de noviembre?
¿Perder supuestamente la conciencia, bajo los efectos del alcohol, permite a un juez amenazar de muerte a otra persona? El espectáculo grotesco ofrecido por la jueza Lorena Collantes (porque jueza la considera la jueza de Quevedo) tampoco la inhabilita para el cargo? ¿Qué valores le van a exigir y cuáles está autorizada a no observar?
El Consejo de la Judicatura apeló la sentencia de la jueza de Quevedo. Pero como Ecuador puede ser Macondo, no en su acepción poética sino insensata, puede ocurrir que la estrella de “quieres probar mi poder”, vuelva a ser una servidora de la Justicia. Macondo es así.
Foto: El Telégrafo.
Una más sin sangre en la cara, sin vergüenza para asumir que se equivoco de una manera garrafal. Que cara va a tener de impartir justicia, con que respeto un abogado o acusados le van a tener. Y lo peor devolverle tanto dinero por no trabajar, mientras en nuestro país hay miles de personas que talvez no tengan que comer en el día.
Si estos cago… (bueno ya saben la palabra), solo teniendo dos onzas de poder no se les cae la cara para amenazar y amedrentar, imagínense un político cualquiera (independientemente de su ideología) que tenga una vocación totalitaria y sed de poder/dinero en su ADN. Por eso es indispensable el control al poder. Pero aquí la vara de mando se regala casi que a precio de descuento, cualquier hijo de cuñado con un poquito de palanca o con un discurso bastante persuasivo puede acceder a puestos de poder como esta señora impresentable. Lo más gracioso es que incluso si accedieran por méritos, no tienen control a menos que se metan en la enredadera política de turno. Y encima hay mecanismos que si se activan pueden terminar limpiando cualquier abuso de estos zatrapas, e incluso endiosarlos como lo que se quiere hacer con el Narcovalijiño en la Circosamblea. Y si fuera que el alcohol es justificativo para hacer cualquier estupidez o delito, yo quiero ver como esta misma juez también se atreve a soltar al Cáceres.