Si piensan dar un golpe de Estado que sea antes del 14 de Mayo: no es un aviso. Es la ventana política que tienen aquellos que cuentan unir esfuerzos entre los votos de la mayoría en la Asamblea y el tumulto callejero que esperan que inicie y articule, otra vez, Leonidas Iza.
Ese deseo se sustenta en dinámicas que corren por cuerda separada. Por un lado, la comisión ocasional que dirige Viviana Veloz y que dice investigar el Caso-Ecuentro. Por otro, la decisión que debe anunciar la Conaie sobre las acciones que emprenderá tras el seguimiento a los acuerdos firmados con el gobierno, después de los 18 días de violencia y terrorismo en junio pasado; en Quito en particular.
Se entiende que la comisión tendrá el informe el 23 de febrero. De allí la Asamblea arranca un proceso que debe demorar entre 50 y 55 días hasta el juicio político, que requiere 92 votos. Esto si los peticionarios obtienen el dictamen de procedencia por parte de la Corte Constitucional. Es decir, que ese proceso podría demorar hasta mediados de abril. Las causales esgrimidas, hasta ahora, en la comisión hacen pensar en el entorno gubernamental que este caso podría abortar en la Corte Constitucional.
Sin embargo, está la revuelta callejera. Una eventualidad con altas probabilidades que podría tratar de forzar el proceso jurídico o de baipasearlo. La certeza de que, si se produce esa decisión, la Conaie emprenderá en las calles una cruzada para sacar al presidente es alta. Y se basa en algunas razones. La Conaie no irá a Quito con nuevas reivindicaciones cuando dice, estirando toda la cuerda a su favor, que el gobierno ha incumplido con los compromisos firmados. No buscará el diálogo cuando dice que ha dialogado en vano y no hay cómo aguardar que haya pedido de mediadores: la Iglesia salió chamuscada en su gestión.
Desinflar la amenaza luce complejo. Leonidas Iza tiene motor propio y su incentivo para calentar las calles es excepcional: es la única forma que conoce para incrementar sus réditos políticos de cara a la elección presidencial. La experiencia histórica dice que la fuerza pública es incapaz de contener su arremetida y que, una vez en Quito, cualquier enfrentamiento suma a favor de los sediciosos y en contra del Estado y del gobierno. Conclusión: si los indígenas entran esta vez a Quito y si, además, unen su embestida con la dinámica golpista en la Asamblea, el gobierno puede estar en serio peligro.
Hay un lapso, una ventana de tiempo, para operar esa amenaza: hasta el 14 de mayo. También ahí hay una razón: ese día se posesionan las nuevas autoridades seccionales y la dinámica política podría hacer que los actuales aliados tengan, a partir de ese día, agendas separadas. Lo correcto es que desde ahora Pabel Muñoz, por ejemplo, nuevo alcalde de Quito, no se desentienda de la suerte de su ciudad. Pero hasta el 14 de Mayo, lo más seguro es que se lave las manos y endose la responsabilidad de lo que puede pasar en la Capital a Santiago Guarderas.
Estos escenarios muestran la importancia que tiene la decisión que tomará la Conaie en los próximos días. Su determinación tendrá mucho que ver con los incentivos políticos de Leonidas Iza; el único en esa alianza con el correísmo y el socialcristianismo que tiene capacidad de movilización callejera. Eso crea un escenario suplementario para el gobierno, en cuanto a los plazos y a los mecanismos que tiene para contrarrestar los nuevos intentos de desestabilización.
La calle, por las experiencias que dejaron Octubre-2019 y Junio-2022, se erige, si Leonidas Iza concreta su amenaza, en el factor determinante del destino del gobierno. Más que la actuación de la Corte Constitucional que dejará, seguramente, sin piso político a la Asamblea. Habrá que ver si el presidente, metido en esa disyuntiva, no activa con antelación la muerte cruzada. Y así Iza y sus aliados, sin los votos de los asambleístas, en vez de venir a asolar Quito tienen que correr a organizar las elecciones y encarar en las urnas lo que quieren obtener en las calles con violencia.
Foto: El Universo.